Columna

Mierda

Voy a pedir 500 millones al HSBC y cuando pregunten por los avales pondré cara de tener contactos políticos y les sugeriré que hablen con Londres. Estoy harto de ser un contribuyente meticuloso en un país en el que la llegada del euro ha hecho aflorar 1,5 billones de pesetas de dinero negro. Antes faltaba un día a la oficina y pedía siete certificados médicos por miedo a que el jefe de personal se cabreara. Pero eso se ha acabado. Si todo un secretario de Estado de Economía y toda una presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y todo un notario del reino aceptaban regalos de un ...

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Voy a pedir 500 millones al HSBC y cuando pregunten por los avales pondré cara de tener contactos políticos y les sugeriré que hablen con Londres. Estoy harto de ser un contribuyente meticuloso en un país en el que la llegada del euro ha hecho aflorar 1,5 billones de pesetas de dinero negro. Antes faltaba un día a la oficina y pedía siete certificados médicos por miedo a que el jefe de personal se cabreara. Pero eso se ha acabado. Si todo un secretario de Estado de Economía y toda una presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y todo un notario del reino aceptaban regalos de un gánster para caerles bien, por qué me va a dar apuro a mí coger una gripe al año sin presentar la baja médica.

Usted y yo somos unos pringados. Vivimos con el desasosiego de no saber inglés, de no saber informática, de no llevar la ropa adecuada para la cena del sábado, cuando el ministro de Economía tiene todas sus empresas en quiebra y Ramallo se mete el dedo en la nariz. Y si les pides explicaciones, te apalean. Algo falla, porque hasta el más tonto se da cuenta de que alguien que no ha sido capaz de dirigir una empresa de agua mineral tampoco puede llevar las cuentas de un país, aunque insulte muy bien, son cosas distintas. Es absurdo que usted y yo tengamos tantas cautelas a la hora de desgravarnos el jarabe para la tos del niño, cuando el ecónomo del arzobispado de Valladolid, un ministro de Dios, invierte cientos de millones en materia fecal con dos cojones. He dicho cojones y ya estoy incómodo, por si me hubiera pasado, no tenemos remedio. Pues sabes qué te digo: que me importa un carajo. Ya puede llamar el redactor jefe, o el director, que no lo quito.

Somos unos caguicas. El año pasado conduje dos días con el carné caducado y cada vez que cogía el coche acababa en la puerta de la comisaría, con la esperanza de que me detuvieran. A Piqué, en cambio, le rejuvenecen las imputaciones. Pero hasta aquí hemos llegado. Si Rato y Montoro no dimiten y Ramallo no deja de hurgarse la nariz, mañana empiezo a aparcar en doble fila porque me sale de los huevos (he dicho huevos, sí, y caca, culo, pedo y pis). Y que el HSBC se atreva a denegarme los 500 quilos. Mierda.

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