JUSTICIA

Microsoft y el Gobierno de EE UU pactan una solución para evitar los tribunales

El acuerdo extrajudicial debe ser refrendado por los 18 Estados que demandaron a la firma

Microsoft y el Gobierno de EE UU han logrado redactar un acuerdo extrajudicial para poner fin a la interminable demanda antimonopolio. Sin embargo, al pacto le faltan las 18 firmas de los Estados que también se sumaron a la acusación, y que estudiaban minuciosamente anoche el documento para dar su visto bueno y cerrar un conflicto que dura ya más de tres años. El acuerdo incluiría la introducción de algunas restricciones para la instalación de programas de Microsoft, con el objeto de permitir a sus rivales la comercialización de sus programas de software en igualdad de condiciones.

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Microsoft y el Gobierno de EE UU han logrado redactar un acuerdo extrajudicial para poner fin a la interminable demanda antimonopolio. Sin embargo, al pacto le faltan las 18 firmas de los Estados que también se sumaron a la acusación, y que estudiaban minuciosamente anoche el documento para dar su visto bueno y cerrar un conflicto que dura ya más de tres años. El acuerdo incluiría la introducción de algunas restricciones para la instalación de programas de Microsoft, con el objeto de permitir a sus rivales la comercialización de sus programas de software en igualdad de condiciones.

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Los fiscales generales de 18 estados analizaban anoche en Washington el texto del acuerdo, del que apenas se conocen algunas restricciones para el comportamiento futuro de la compañía de Bill Gates. La juez encargada del caso sólo acepta un compromiso si llega antes de las 9.00 de hoy (tres de la tarde en España), cuando vence el plazo dado para una solución amistosa.

Es de sobra conocido que la acusación en el caso Microsoft tiene un ala blanda y otra dura. De los 19 fiscales que firmaron la demanda, el que representa al Gobierno federal ha rebajado sensiblemente su nivel de agresividad judicial desde que George W. Bush llegó a la Casa Blanca. Siempre se daba por hecho que un presidente republicano sería judicialmente menos beligerante contra una compañía que, al fin y al cabo, se ha presentado como el paradigma de la innovación.

No extraña por eso que ayer, un día antes de que venza el ultimátum para un acuerdo extrajudicial, el Gobierno y Microsoft cerrasen un pacto por el que la empresa se impone a sí misma una serie de sanciones.

Sin embargo, al acuerdo todavía le faltaba anoche el beneplácito de los 18 fiscales generales de los estados que también forman la acusación en la demanda. Fueron ellos los que trataron de lograr la segregación de la compañía en contra de las soluciones menos dramáticas por parte del Gobierno.

Al final, un tribunal de apelaciones rechazó aquella división pero confirmó los delitos monopolistas; si hoy la juez Colleen Collar-Kotelly no recibe un acuerdo firmado por todos en la vista oral fijada para esta mañana en Washington, el proceso seguirá adelante y será el tribunal el que decida las sanciones a la compañía.

Puede ocurrir que el Gobierno y Microsoft presenten el acuerdo sin el apoyo de los 18 estados; si ése es el caso, la demanda seguiría su curso sin el fiscal del Departamento de Justicia, aunque la retirada del Gobierno como parte acusadora restaría severidad a las sanciones finales que aprobara la juez.

Reacción en la BolsaLa Bolsa recibió con alborozo el principio de acuerdo, sobre todo porque puede desatascar un sector que está sufriendo mucho con la crisis. A una hora del cierre, Microsoft subía el 6,19%, parecido porcentaje a empresas relacionadas como Sun Microsystems o Cisco. El Dow Jones se benefició del tirón con ganancias del 1,5% mientras el Nasdaq lo hacía en un 3,70%.

Aunque cueste creerlo, también el acuerdo de Microsoft y el Gobierno tiene que ver con los atentados del 11 de septiembre. La juez Collar-Kotelly instó a las partes a un entendimiento extrajudicial como reflejo de un buen clima político-financiero 'a la luz de los recientes acontecimientos trágicos'.

El documento se mantuvo ayer en secreto a la espera de la redacción final. Tan solo se sabe que se contemplan restricciones a la manera en la que Microsoft comercializa sus productos y, sobre todo, a su relación con otras empresas del sector informático.

La compañía puede verse obligada a ofrecer versiones de su sistema operativo que no contengan todos los extras (especialmente para el tratamiento de audio y video) incluidos en el paquete actual.

También estarían obligados a incluir en la pantalla de inicio un icono de acceso directo al programa de desinstalación de aplicaciones; esa opción está ahora escondida dentro del 'Panel de Control' de Windows.

Puede que no se obligue a Microsoft a desvelar todo el código fuente de Windows (el lenguaje de programación con el que se construye el sistema operativo), pero sí lo suficiente como para que otros fabricantes de aplicaciones aprovechen las ventajas informáticas en la creación de sus programas.

Posiblemente, Microsoft también tendrá que facilitar el código e de su navegador de Internet, el Explorer, aunque se le permitiría seguir incluyéndolo en cada copia del sistema operativo. Esa unión de productos fue la que originó la demanda en primer término. La semana pasada, en la presentación del nuevo Windows XP, Bill Gates aseguró que era 'bastante optimista' sobre un posible acuerdo.