TIROTEO

Un suizo mata a 14 personas en un Parlamento cantonal porque se rechazó su recurso

El asesino, que después se suicidó, se vengó porque un recurso suyo había sido desestimado

La calma del cantón suizo de Zug, en el centro del país, quedó ayer rota de manera sobrecogedora. Frederich Leibacher, un suizo de 57 años, entró dando gritos en la sede del Parlamento local, sacó un fusil de asalto y una pistola y la emprendió a tiros. Después se suicidó. El resultado: 15 personas muertas -incluido el asesino y suicida- y 14 heridas. Al parecer, Leibacher, que llevaba una chaqueta con la palabra 'policía', quería vengarse de los responsables de que un recurso suyo contra una condena que tenía por difamación hubiese sido desestimado horas antes en el Parlamento....

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La calma del cantón suizo de Zug, en el centro del país, quedó ayer rota de manera sobrecogedora. Frederich Leibacher, un suizo de 57 años, entró dando gritos en la sede del Parlamento local, sacó un fusil de asalto y una pistola y la emprendió a tiros. Después se suicidó. El resultado: 15 personas muertas -incluido el asesino y suicida- y 14 heridas. Al parecer, Leibacher, que llevaba una chaqueta con la palabra 'policía', quería vengarse de los responsables de que un recurso suyo contra una condena que tenía por difamación hubiese sido desestimado horas antes en el Parlamento.

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Leibacher entró en la sede con un fusil de asalto 90 y una pistola Sigg, según fuentes de la policía suiza. El incidente se produjo, según algunos testigos, en apenas unos minutos, los suficientes como para que el asesino lograra el objetivo de liquidar a los representantes populares en una aparente venganza por haber sido condenado por difamación por un tribunal administrativo y por no haber sido admitido el recurso de apelación que el asesino había presentado. Mientras disparaba, el asesino recorrió la sala una y otra vez gritando que se tratara su caso. Además, apuntó hacia la zona donde estaban los periodistas, a los que calificó de 'banda de puercos'. Las autoridades suizas dijeron que desconocían si el asesino tenía algún problema de orden mental.

Tres miembros del gobierno cantonal de Zug murieron a causa de las balas: Monika Hutter-Häfliger, directora de Salud; Jean Paul Flachsman, director de Construcciones, y Peter Bossard, responsable del departamento de Interior. Además, fallecieron otras 11 personas más y 14 resultaron heridas. El diputado local Konrad Studerus contó que sobrevivió a la masacre haciéndose el muerto. 'Un compañero se mantenía en la puerta con una cara terrible. A su lado, la consejera Monika Hutter se caía. Yo sólo pensé que ella se sentía mal', explicó el legislador, que intentó auxiliar a su compañera. De pronto, alguien le gritó: '¡Al suelo!'. El diputado sintió una especie de latigazo en la espalda. Más tarde, le dijeron que había recibido cinco balas de plomo. 'Me eché a tierra y me hice el muerto. Tenía pánico a moverme. Los disparos no cesaron hasta algunos minutos después', dijo Studerus. Enseguida, según los testigos, explotó una granada que el asesino llevaba en la mano y una nube de humo llenó la sala del consejo. Todavía se escucharon otros disparos y después vino el silencio.

La policía llegó unos minutos después del incidente, pero ya era demasiado tarde. Después de una primera inspección, los agentes encontraron sin vida a Frederich Leibacher, quien, según la versión oficial, se suicidó, ya que nadie, salvo el asesino, realizó disparos en la sala. Las autoridades acordonaron el área de inmediato. En total, unas 240 personas participaron en las tareas de rescate de los sobrevivientes e identificación de las víctimas. La policía encontró frente al edificio parlamentario un automóvil repleto de armas y una carta explicativa del asesino en la que se habla de una misteriosa 'jornada de cólera para la mafia de Zug', pero no se dieron más detalles.

El incidente corrió como reguero de pólvora por todo el país y causó de inmediato una conmoción en Suiza. Peter Hess, presidente de la Cámara de Diputados, interrumpió la sesión del Congreso para dar la noticia y pidió un minuto de silencio en memoria de las víctimas. 'Esta Cámara debe debatir los asuntos del país sin estar expuesta al peligro', afirmó Hess. El presidente suizo, Moritz Leuenberg, afirmó que estaba entristecido y muy impactado por lo ocurrido. 'Hasta este día, los políticos de nuestro país no tenían que preocuparse por su seguridad personal. Todo esto habrá que revisarlo', afirmó el presidente en declaraciones a la radio suiza.

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El suceso ha iniciado un intenso debate en Suiza por las escasas medidas de seguridad de los edificios públicos. El Gobierno suizo aseguró sentirse 'desamparado' frente a un acto 'incomprensible' como éste. Como primera medida, las autoridades han reforzado la seguridad en el Palacio Federal de Berna, sede del Gobierno, así como en todos los edificios gubernamentales.

Las autoridades suizas negaron ayer que haya ninguna relación entre lo ocurrido en el cantón de Zug y los atentados suicidas del pasado 11 de septiembre contra el World Trade Center y el Pentágono estadounidenses. 'Lo que ha sucedido aquí no tiene nada que ver con lo que sucedió en Estados Unidos hace más de dos semanas', explicó el procurador de justicia de Suiza, que anunció además la apertura de una investigación judicial para intentar esclarecer los hechos que llevaron a Leibacher a cometer el atroz crimen.

Diputados y periodistas esperan la llegada de ayuda médica ayer ante la sede del Parlamento de Zug (Suiza).ASSOCIATED PRESS

Una difamación resuelta a punta de pistola

Leibacher conocía de sobra el papeleo de la Administración local. Al parecer, el origen del día de furia que tuvo ayer fue precisamente eso: las denuncias y acusaciones que, desde hace dos años, le tenían enfrentado contra el Gobierno local del cantón.

En 1999, según Robert Bising, miembro de la Administración de Zug, empezó todo. Leibacher tuvo 'un problema' -cuya naturaleza no fue desvelada- con el conductor de un autobús público. Leibacher buscó una primera forma de venganza y escribió una carta en el periódico local Neue Zouger Zeitung arremetiendo, muy ofendido, contra el transporte público de Zug. La respuesta de la empresa pública, al ver la carta publicada, no se hizo esperar y le puso una denuncia por difamación, que fue admitida por la Administración local. Leibecher montó en cólera y, además de presentar un recurso, puso varias denuncias contra los responsables del Gobierno de Zug. El recurso fue desestimado y Leibecher decidió tomarse, nunca mejor dicho, la justicia por su mano.

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