Un estudio español muestra que los niños prematuros tienen más defectos visuales

La investigación se presenta mañana en el 77º Congreso Español de Oftalmología

Los niños prematuros presentan una mayor incidencia de defectos de refracción (miopía, hipermetropía y astigmatismo) y de anisometropía (diferencia de refracción entre un ojo y otro) que los niños nacidos a término, según demuestra el primer estudio español de estas características -y uno de los pioneros en el mundo-, en niños prematuros. Los datos se van a presentar en el 77º Congreso de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO), que empieza mañana en Barcelona.

Los resultados globales revelan un aumento considerable de estas anomalías, si se compara con los escasos datos de que se di...

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Los niños prematuros presentan una mayor incidencia de defectos de refracción (miopía, hipermetropía y astigmatismo) y de anisometropía (diferencia de refracción entre un ojo y otro) que los niños nacidos a término, según demuestra el primer estudio español de estas características -y uno de los pioneros en el mundo-, en niños prematuros. Los datos se van a presentar en el 77º Congreso de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO), que empieza mañana en Barcelona.

Los resultados globales revelan un aumento considerable de estas anomalías, si se compara con los escasos datos de que se dispone de los niños nacidos a término. Reflejan asimismo que la incidencia de miopía en prematuros asciende a un 5,5% frente al 1,8% de los nacidos a término; la incidencia de hipermetropía alcanza el 13,05%, la de astimagtismo el 12,21% y la de anisometropía el 18.89% (frente al 1,7% de los nacidos a término). En conjunto, según este trabajo, los defectos de refracción afectan al 30,5% de los prematuros, mientras que en un estudio americano previo (Cryo-Rop) se había detectado un 13,05%.

El estudio se ha realizado en 180 niños prematuros a los cuatro años de edad, que pesaron menos de 1.500 gramos al nacer. Su objetivo era conocer la incidencia de los defectos de refracción y anisometropía y la relación de dichos defectos visuales con el grado de retinopatía (enfermedad de la retina) de la prematuridad. Se siguió la clasificación internacional de la ROP (siglas en inglés de esta patología).

'Nuestros datos resultan más inquietantes cuando el niño prematuro padece retinopatía grave, ya que en este caso la miopía aumenta del 5,5% al 52,5%. Esto quiere decir que de los niños que han sufrido estadios graves de la enfermedad, el 52,5% son miopes', afirma Pilar Tejada, de la unidad de Oftalmología Pediátrica del hospital Doce de Octubre de Madrid, coordinadora del estudio.

Ojo vago

Lo mismo ocurre con la anisometropía. 'Si la incidencia de esta anomalía asciende a un 18,89%, entre los niños que han sufrido una anisometría grave, el 60% son candidatos a padecer un ojo vago como consecuencia de la diferencia de refracción entre ambos ojos', explica Tejada.

El ojo vago o ambliopía es la causa más común de pérdida de visión en los países desarrollados y lo sufre entre el 2% y el 5% de la población general. Este trastorno consiste en la reducción uni o bilateral de la visión porque el cerebro no dispone de una estimulación adecuada, bien por anisometropía o por estrabismo (una mala alineación de los ojos).

'Es muy importante el seguimiento oftalmológico de los niños prematuros para poder prevenir los defectos de refracción, de anisometropía y estrabismo porque de ello depende que el pequeño desarrolle una visión correcta cuando sea mayor', afirma Pilar Tejada.

La retinopatía del prematuro es una enfermedad de la retina que se produce en los bebés nacidos prematuramente. El problema radica en que estos niños nacen con la vascularización de la retina incompleta y detenida. Una vez que nacen, la vascularización puede crecer de forma normal o puede aparecer una patología, la ROP, que es una retinopatía con proliferación vascular y que puede tener secuelas muy importantes, como desprendimiento de retina y ceguera.

Con el aumento de nacimientos de bebés prematuros y la supervivencia de pequeños cada vez más inmaduros debido a los avances en los cuidados neonatales, esta enfermedad se ha incrementado considerablemente.

La doctora Tejada insiste en que todos los niños prematuros deberían pasar por un cribado de anomalías oculares, algo que, aunque se están haciendo esfuerzos grandes, no se realiza en todos los hospitales españoles. Consiste en una exploración ocular, que incluye agudeza visual, refracción bajo cicloplegia (dilatación de la pupila con colirio) y estudio del fondo del ojo.

'En el Doce de Octubre existe un protocolo de cribaje de niños prematuros desde el año 1990 y se explora a todos los que pesan menos de 1.250 gramos o que han nacido antes de la 31 semana de edad gestacional. Una vez que el niño ya ha madurado su retina, se ha curado o le hemos operado, pasa a un programa de seguimiento, que se prolonga hasta los 7 años de edad para prevenir los defectos de refracción y estrabismo y poder así tratar todos los problemas a tiempo', dice la especialista.

Para conseguir un desarrollo visual normal, el cerebro debe recibir de forma simultánea imágenes igualmente focalizadas y claras en ambos ojos para aprender a ver, hecho que no ocurre si es miope (las imágenes se enfocan por delante de la retina), o hipermétrope (cuando se enfocan por detrás) o si se padece ambliopía o estrabismo.

De los tres defectos de refracción, el más frecuente es la miopía y los más problemáticos, según la doctora Gutiérrez, son la hipermetropía (sobre todo si es elevada) y el astigmatismo. 'En estas anomalías', explica, 'el niño no ve bien ni de cerca ni de lejos, por lo que el cerebro nunca ha recibido correctamente las señales de los ojos'.

Revisiones a los tres y seis años

Cuando un niño se acerca mucho al papel, guiña los ojos, le molesta la luz, parpadea o se queja de dolor de cabeza, lo más probable es que sufra alguna anomalía refractiva, ambliopía o estrabismo, que suelen ser los trastornos más frecuentes en la edad escolar. 'La mejor medida preventiva para evitar los trastornos visuales es realizar dos reconocimientos: uno a los tres años y otro antes de los ocho', afirma la doctora Consuelo Gutiérrez, oftalmóloga del hospital Ramón y Cajal de Madrid. Según explica esta especialista, la importancia de la primera revisión radica en que, además de diagnosticar los defectos refractivos, la ambliopía y el estrabismo, los tres años suele ser la edad aproximada en la que aparece el retinoblastoma, una tumoración que se detecta explorando el fondo de ojo. Cuando se manifiesta, el niño tiene la pupila blanca. La importancia de la segunda visita, que debe realizarse siempre antes de los ocho años (algunos expertos recomiendan a los seis), se basa en que sólo hasta esta edad, etapa en que el cerebro todavía tiene plasticidad, se pueden corregir o malear las vías visuales del cerebro. 'La ambliopía se presenta en la infancia y sólo puede tratarse de forma efectiva durante este periodo', afirma la oftalmóloga Pilar Tejada. Tanto para el estrabismo como la anisometropía, los resultados del tratamiento en cuanto a la visión final del ojo se consideran excelentes si éste se empieza antes de los tres años, buenos antes de los seis, pobres a partir de esta edad y nulos a partir de los nueve años.

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