CARTAS AL DIRECTOR

Mujer de raza

En el milenio que acabamos, ser mujer, y además de un color de piel que no fuera el que llaman blanca, no era algo que cotizara al alza. En este que viene asomando cargado de horrores, el tono de la piel sigue siendo referencia informativa que sirve para distinguir el pensamiento. Y ser mujer no es que ayude mucho.

El pasado domingo 16 de septiembre, este periódico titulaba la aprobación de la declaración de guerra por el Senado norteamericano de esta forma: 'Una congresista demócrata de raza negra, única disidente'. Quizá faltó añadir: '¡Mujer tenía que ser...!'. En ese inmenso ...

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En el milenio que acabamos, ser mujer, y además de un color de piel que no fuera el que llaman blanca, no era algo que cotizara al alza. En este que viene asomando cargado de horrores, el tono de la piel sigue siendo referencia informativa que sirve para distinguir el pensamiento. Y ser mujer no es que ayude mucho.

El pasado domingo 16 de septiembre, este periódico titulaba la aprobación de la declaración de guerra por el Senado norteamericano de esta forma: 'Una congresista demócrata de raza negra, única disidente'. Quizá faltó añadir: '¡Mujer tenía que ser...!'. En ese inmenso templo de la democracia cargado de deseos devenganza y de testosterona, una californiana de 55 años pidió un poco de reflexión en medio de tanta barbarie. Tanto disparate que nos ha hecho olvidar que sólo hay una raza, la humana, independientemente del color.

Pero se ve que, llegado el caso, siempre hay periodistas dispuestos a recordarnos que hay razas, como clases. Incluso mujeres. Aunque no sólo sean los talibán a los que no les guste que piensen. Para el Vaticano, hasta ayer mismo, no eran dignas de tener alma.

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