EE UU

El Pentágono desarrolla un programa secreto de armas bacteriológicas de gran potencia

Bush apoya un plan de guerra biológica del que no se informó ni a Clinton ni al Congreso

Una de las primeras decisiones de George W. Bush, tras su llegada a la Casa Blanca, consistió en retirarse de las conversaciones para ampliar el tratado internacional de 1972 sobre prohibición de armas biológicas. Ahora ya se sabe por qué. Estados Unidos está creando armas biológicas de gran potencia, dentro de un programa secreto que se inició durante el mandato de Bill Clinton y que roza la ilegalidad. La ampliación del tratado habría obligado al Pentágono a abrir sus laboratorios a equipos de observadores extranjeros, algo que la cúpula militar consideró inaceptable.

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Una de las primeras decisiones de George W. Bush, tras su llegada a la Casa Blanca, consistió en retirarse de las conversaciones para ampliar el tratado internacional de 1972 sobre prohibición de armas biológicas. Ahora ya se sabe por qué. Estados Unidos está creando armas biológicas de gran potencia, dentro de un programa secreto que se inició durante el mandato de Bill Clinton y que roza la ilegalidad. La ampliación del tratado habría obligado al Pentágono a abrir sus laboratorios a equipos de observadores extranjeros, algo que la cúpula militar consideró inaceptable.

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El presidente George Bush quiere expandir esos programas biológicos, uno de cuyos objetivos es manipular genéticamente la bacteria que causa el ántrax para aumentar su poder letal, según la información publicada ayer por el diario The New York Times.

El tratado sobre guerra biológica de 1972 prohíbe la producción de esas bacterias, pero los abogados de la Casa Blanca alegan que el ántrax se manipula con propósitos defensivos y con la intención de desarrollar vacunas para las tropas estadounidenses, una excepción contemplada en el texto de 1972. La existencia de los laboratorios dedicados a la fabricación de armas químicas era desconocida por el Congreso.

El propio Bill Clinton fue mantenido al margen del secreto durante su mandato. Según la investigación del diario neoyorquino, el Pentágono se limitó a preguntar a los abogados del Departamento de Defensa si sus planes vulneraban la legalidad internacional; los abogados respondieron que, aunque al límite, se trataba de algo legal; y el Pentágono se puso a trabajar en ello, sin informar a la Casa Blanca o a la comisión correspondiente del Congreso norteamericano.

Los jefes militares, que ahora sí han informado a Bush, alegan que el programa requería 'un presupuesto muy bajo y era de pequeña escala', por lo que no consideraron necesario ponerlo en conocimiento de los dirigentes políticos. Varios miembros de la anterior Administración demócrata se declararon ayer 'atónitos' al saber que se había iniciado un programa bacteriológico sin ponerlo en conocimiento de Clinton, entonces jefe supremo de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

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La bacteria del ántrax fue desarrollada por científicos rusos durante la guerra fría. El Pentágono dice que necesita muestras muy potentes de la bacteria para comprobar si la vacuna que se inocula actualmente a todos los soldados estadounidenses es efectiva. El del ántrax no es, sin embargo, el único programa en marcha.

Existe otro, denominado Visión Clara, impulsado por la CIA y ya casi completado, en el que se ha construido una réplica de una minibomba bacteriológica de diseño soviético.

Fábrica de gérmenes

La minibomba emite, al estallar, una nube de gérmenes mortales y, según la CIA, algunos modelos pertenecientes a la antigua Unión Soviética podrían estar siendo vendidos en el mercado negro internacional. La agencia de espionaje estadounidense intentó conseguir una de esas armas; no la encontró, y decidió fabricar una réplica exacta para saber cómo funcionaba y cuáles podrían ser las mejores defensas contra ella.

Un tercer proyecto, desarrollado en unas instalaciones del desierto de Nevada, consiste simplemente en una fábrica de gérmenes. El Pentágono quería comprobar si podía crearse una factoría de armamento bacteriológico a partir de materiales disponibles en el mercado y al alcance de cualquier comprador. Efectivamente, se puede. Un portavoz militar declaró que ese ensayo había demostrado la facilidad con que cualquier país u organización terrorista podía dotarse de un arsenal para la guerra biológica.

Un portavoz de la Casa Blanca declaró a The New York Times que todos los proyectos en curso se ajustaban a las exigencias del tratado internacional sobre prohibición de armas biológicas firmado en 1972 y que eran imprescindibles para proteger a los ciudadanos de Estados Unidos frente a un peligro creciente. 'El presidente Bush quiere obtener defensas contra toda la gama de amenazas bacteriológicas', explicó.

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