LA EXTRAÑA PAREJA

Cuestión de 'timing'

Es algo que siempre me pasa: cuando le tenía cogido el punto a Raquel Mosquera enviudó y se puso de luto, y ahora me veo en la necesidad de perseguir a Aramis Fuster, claramente poseída por el Ansia de Pareo de Mosquera

Hay gente que posee el sentido del tiempo y gente que es como una presentadora de televisión transmitiendo las campanadas de Fin de Año. Lo que yo tengo es un problema con la oportunidad y su circunstancia. Algo así como la falta de timing de esas parejas cuyos caminos divergen en el momento menos adecuado, a pesar de estar claramente predestinados el uno para el otro: yo misma con Robert Redford, que cuando me apetecía, o sea, siempre, él estaba con su señora o con Sonia Braga.

Y eso fue, falta de timing, lo que me ocurrió con las Agustinas, que estudié dos cursos con ell...

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Hay gente que posee el sentido del tiempo y gente que es como una presentadora de televisión transmitiendo las campanadas de Fin de Año. Lo que yo tengo es un problema con la oportunidad y su circunstancia. Algo así como la falta de timing de esas parejas cuyos caminos divergen en el momento menos adecuado, a pesar de estar claramente predestinados el uno para el otro: yo misma con Robert Redford, que cuando me apetecía, o sea, siempre, él estaba con su señora o con Sonia Braga.

Y eso fue, falta de timing, lo que me ocurrió con las Agustinas, que estudié dos cursos con ellas cuando yo tenía como 12 o 13 años, pero en aquel tiempo mis monjitas carecían de posibles y por eso me cobraban puntualmente a fin de mes; tal fue, y no otra, la razón de que acabara abandonándolas. Ello ocurrió, por supuesto, mucho antes de que en el camino de las Agustinas se cruzara un hombre sin escrúpulos, el tristemente famoso bandolero Jess Cartera, y les hiciera proposiciones para invertir.

Y es bien curioso, porque a las Agustinas que yo conocí, aunque gozaban de unos mostachos y unas púas en la barbilla que para sí hubiera querido el Nuncio, nunca les gustaron los invertidos. Cuando veo el trecho que aquellas modestas Agustinas de mi puberez han recorrido, no puedo dejar de sentirme orgullosa y quizá hasta algo melancólica. ¿Contribuyeron mis aportaciones mensuales a su actual situación? De haber seguido practicando el Agustinaje, ¿recibiría yo hoy el apoyo sin condiciones de la Conferencia Episcopal? He aquí una duda que me perseguirá siempre. Aunque a mí, si me dieran a elegir, lo que me gustaría de verdad sería que me mirara con lujuria Óscar Alzaga, ese hombre que es como rey en el país de la ONCE.

Otra singular torpeza mía, o falta de coincidencia en el tiempo, es la que me hace llegar tarde a los deportes. Por ejemplo, me he empezado a interesar por el atletismo sólo desde que se ha empezado con el antidopaje (he pasado a mi farmacia la lista de sustancias que un deportista no puede tomar pero un cristiano letárgico sí, y me estoy poniendo tuerta, francamente), pero, como estoy desincronizada, aún no sé por qué a la Unión Europea la ha asaltado la frustración porque le han dado la sede de los análisis a Montreal. Canadá parece un país seguro para estas cosas; mejor que Brasil, que la otra noche escuché en El larguero que a una atleta le perdieron el tubito con la orina y anda la pobre escocida por la situación. Lo horrible es que conecté la radio tarde, para variar, y no me hice con el nombre de la susodicha. Por lo cual abro todos los días el periódico por la sección de Deportes, a ver si me entero de quién era y, en definitiva, qué fue de su apreciado pis, y así ha sido como he sabido lo de la UE y Montreal. A destiempo.

Me ocurre lo mismo con la frivolidad: cuando le tenía cogido el punto a Raquel Mosquera enviudó y se puso de luto, y ahora me veo en la necesidad de perseguir a Aramis Fuster, que está claramente poseída por el Ansia de Pareo de Mosquera.

Sin embargo, lo mío no es nada comparado con lo de la OTAN, que mandan la Operación Cosecha Esencial cuando la Macedonia no está precisamente para acompañarla con un vino. Digo yo que quién les prepara los eslóganes a los militares: un empleo así querría tener. Como de poeta.

Otros, en cambio, me parecen envidiablemente centrados: Carlos Menem y Domingo Cavallo, por ejemplo, siempre meten mano en la caja cuando están en el poder, que es una forma de meter mano en el momento más conveniente. Y sin perder el control, sobre todo Cavallo, que tiene un galope en su Gobierno y el otro mandando la pasta a bancos extranjeros, y a la vez pasa la gorra ante el Fondo Monetario Internacional. Y qué decir del ministro Piqué, que se ha quejado con razón a su homólogo en Rabat (sincronía total: ¡tener un homólogo, aunque sea marroquí!) de que en España no recibimos ni un duro del negocio de las pateras, con lo bien que se lo estamos poniendo. Ahora que lo pienso, siempre le encontré al ministro un toque Agustinete y Cortadillo.

Domingo Cavallo

'Tiene un galope en su Gobierno y el otro mandando

la pasta a los bancos extranjeros'

Domingo Cavallo.

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