Tribuna:

Por un sueño posible

En estas fechas de finales de Julio se celebran dos festividades religiosas de claro marcado histórico-político que de alguna manera siguen todavía vigentes en las disputas actuales sobre los nacionalismos. Santiago representa en su inicio el símbolo de la intolerancia católica contra el hereje musulmán, posteriormente elevado a santo 'nacional' en una España erigida a sí misma como fatua 'reserva moral de Occidente'.

San Ignacio, el fundador de la Compañía de Jesús, una de las mejores maquinarias organizativas de la religión cristiana, ha sido fuente de inspiración del nacionalismo vas...

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En estas fechas de finales de Julio se celebran dos festividades religiosas de claro marcado histórico-político que de alguna manera siguen todavía vigentes en las disputas actuales sobre los nacionalismos. Santiago representa en su inicio el símbolo de la intolerancia católica contra el hereje musulmán, posteriormente elevado a santo 'nacional' en una España erigida a sí misma como fatua 'reserva moral de Occidente'.

San Ignacio, el fundador de la Compañía de Jesús, una de las mejores maquinarias organizativas de la religión cristiana, ha sido fuente de inspiración del nacionalismo vasco, y junto a un exacerbado romanticismo igualitario de la parte franciscana, ha dado origen a un sistema de creencias y de autoridad donde la comunidad jerárquica, quizá bajo cortinas de democracia orgánica, se erige en incuestionable bien cuasi-supremo de todo orden social. En nuestra época de religiosidad comercial, hedónica y comunitaria, estos viejos santones siguen influyendo en nuestras vidas a través de sus descendientes modernos todavía bien asentados en importantes posiciones sociales de poder.

'Tras el verano junto a debates viejos-nuevos nos esperan también nuevas oportunidades para 'dialogar' sobre la institucionalización del pluralismo'

La forma en la que recordamos ahora a estos líderes culturales del pasado debe servir para que los líderes políticos actuales puedan intuir cómo serán recordados en el futuro. Porque la historia en el largo plazo tiende a hacer justicia y otorgar responsabilidades; porque a la larga la compleja interrelación entre ideas-principios y acciones se acaba de algún modo sabiendo. En la futura evaluación de nuestro presente sólo serán recordadas de forma positiva aquellas personas y grupos que hayan trabajado por el desarrollo de la convivencia humana en contextos sociales plurales sin suma-cero.

Nuestra sociedad vasca sigue sufriendo el horror inhumano de la violencia y el terrorismo de la 'organización' (curioso que casi todos los efectos negativos de nuestra modernidad vengan de la mano de organizaciones formales), a la vez que sigue, a veces agónicamente, tratando de encontrar formas de institucionalizar su pluralidad. Ya sabemos que la convivencia en pluralismo ideológico y cultural es un desideratum difícil. Pocos ejemplos hay en la historia de convivencia pacífica, integrada y duradera en sociedades cultural-ideológicamente plurales. Las ciencias humano-sociales a la vez que nos han explicado durante mucho tiempo estos límites de pluralismo también nos han hablado de cómo las sociedades se auto-construyen en procesos históricos de institucionalización.

Y como no es tiempo para la crítica desalentadora, instalados en un escepticismo esperanzador, deberímoamos visionar y proyectar ideas, metáforas, analogías, ilusiones, etc., que puedan tener la capacidad de extenderse por el tejido social como profecías que se pueden auto-cumplir.

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Se acaba de iniciar un nueva legislatura política, con dinámicas, oportunidades y riesgos nuevos. Más allá de las tristes luchas políticas partidistas, de debates normativo-jurídicos vacíos de contenido real y de discursos fragmentadores, todo lehendakari, todo gobierno y oposición que quieran ser auténticos representantes democráticos de todos los vascos deberían trabajar por el que para mí constituye uno de los retos actuales de la sociedad vasca: seguir institucionalizando su pluralismo.

Yo creo que la mejor forma de seguir institucionalizando el pluralismo es mediante la creación y legitimación de instituciones comunes dentro el marco estatutario, tanto a nivel democrático-parlamentario como a nivel cívico-social. En el nivel democrático-parlamentario, se puede avanzar en la construcción de estructuras de poder colegial, que se puede concretar en la creación de figuras y órganos políticos, como una Presidencia de la comunidad política republicana, unos consejos consultivo-deliberativos consensuados sobre cuestiones básicas, como pueden ser los aspectos jurídico-políticos, los aspectos culturales, etc., y que puedan ser objeto de participación electoral directa o indirecta por la sociedad.

En una sociedad plural las instituciones comunes, lo más imparciales y democráticas posibles, cumplen la importante función de mirar por le bien común de toda sociedad, y a la larga se convierten en la salvaguarda del necesario mínimo común de toda sociedad plural. En nuestra sociedad existe un buen número de personas con un alto nivel de interiorización de pluralismo y que bien podrían trabajar en esas instituciones. En el nivel cívico-social resulta curioso que haya sido el Consejo Escolar de Euskadi, un órgano de composición plural y dotado de legitimidad política, el que se ha atrevido a abrir un debate crítico sobre el sistema educativo de los tres modelos lingüísticos. En este sentido, junto al impulso de los órganos ya establecidos, como el Consejo Económico-Social, el Consejo de Relaciones Laborales, etc., parecidos órganos institucionales-civiles pueden ser promovidos en otras áreas de la sociedad, como los medios de comunicación, las universidades y la investigación, la cultura, el sistema de salud, etc.

Esta sería la mejor forma de constituir un 'poder colegiado civil', una de las condiciones para el desarrollo de una auténtica cultura democrática civil debe ser la tarea de todo aquel gobierno que quiera desarrollar la democracia en el tejido social, y que es en el medio y largo plazo la mejor estrategia contra movimientos antidemocráticos y violentos.

Llega el tiempo vacacional de Agosto, y sería conveniente parar nuestras cotidianeidades e inquietudes políticas, y dejar nuestra mente reposar del debate, la presión y el control social; y viajar físicamente o mentalmente, abrir nuestros sentimientos y emociones a otras experiencias nuevas, para así olvidar y hacer hueco para desarrollar nuestra creatividad e imaginación política creando nuevas figuras y conceptos en nuestro imaginario individual y colectivo.

Tristemente habrá alguna 'organización' que no esté interesada en desarrollar estas vacaciones mentales, y que nos lo quiera impedir a los demás, pero no por ello hay que dejar de intentarlo. Tras el verano junto a debates viejos-nuevos nos esperan también nuevas oportunidades para dialogar sobre la institucionalización del pluralismo en nuestra cultura democrática. Gabriel Aresti, uno de los grandes poetas vascos, escribió aquello de 'Nire aitaren etxea defendatuko dut,...'(defendamos la casa del padre.

Hoy hay que seguir el poema con valores actualizados: 'Amets posible bat defendatuko dut (defendamos un sueño posible) / ahotsik eta hatsik den artean / Amets posible baten alde egingo dut'.

Manu Ahedo es becario-doctorado de Sociología (UPV-EHU).

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