SANFERMINES 2001

La arquitectura, estúpidos

La máxima de Al Gore, 'Es la economía, estúpido', gracias a la cual Clinton rebasó a Bush Senior y gobernó durante dos legislaturas, se sustancia en la praxis diaria de la alcaldía pamplonesa en un tácito 'Es la arquitectura, estúpidos'. No es improbable que, de no alcanzar mejor ventura política, la alcaldesa Barcina renueve legislatura.

Antes, justo antes de las próximas elecciones (versión autonómica o municipal), Pamplona verá inaugurados, o definitivamente proyectados, una media docena de 'edificios emblemáticos' con sus espacios museísticos, entre ellos el Museo de los Sanfermin...

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La máxima de Al Gore, 'Es la economía, estúpido', gracias a la cual Clinton rebasó a Bush Senior y gobernó durante dos legislaturas, se sustancia en la praxis diaria de la alcaldía pamplonesa en un tácito 'Es la arquitectura, estúpidos'. No es improbable que, de no alcanzar mejor ventura política, la alcaldesa Barcina renueve legislatura.

Antes, justo antes de las próximas elecciones (versión autonómica o municipal), Pamplona verá inaugurados, o definitivamente proyectados, una media docena de 'edificios emblemáticos' con sus espacios museísticos, entre ellos el Museo de los Sanfermines. Qué se vaya a meter en dichos espacios es secundario, si no irrelevante o coyuntural. El arte, un bien escaso (pero muy cotizado) durante los años ochenta y prácticamente ausente de la escena (con la caída de la cotización) en los noventa, ha dejado paso en el decenio en curso a polivalentes manifestaciones culturales: la moda, la motocicleta, el ganado vacuno, la realidad virtual. Y por arte mayúsculo se entiende más el continente que el contenido. 'Es la arquitectura, estúpidos' y, o yo no soy profeta en mi tierra, o el prestigioso arquitecto japonés Arata Isozaki tiene muchos triunfos en la mano para construir en Pamplona no sé qué: ¿Encierro-Aventura? ¿Fermín World? Da igual, es el continente, estúpidos.

Antes del advenimiento de Yolanda Barcina a la alcaldía, la idea de un Fermín World inducía a escéptica rechifla. Con la epifanía de Barcina (entiéndase: del inquieto equipo de imagen y gestión que logra día sí y día también que la sonrisa de la persona física llamada Yolanda Barcina irradie entusiasmo en los medios impresos y audiovisuales) el proyecto es inminente en su virtualidad. Ese proyecto y veinte macroproyectos más: auditorio, museos varios, biblioteca, archivo, megacentros comerciales, nuevas estaciones y hasta una Plaza del Castillo transfigurada de estos sanfermines a los que viene. Y es que no: no es la economía, el empleo, la educación, la sanidad o los servicios sociales: es la arquitectura. O por lo menos la construcción, sector siempre pujante en partidos como el de la real y virtual alcaldesa.

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