El viaje del Papa a Siria agudiza la tensión entre Israel y el Vaticano

Juan Pablo II cambió su discurso para rezar por la niña palestina muerta en un bombardeo

Siguiendo la tónica del viaje oficial de Juan Pablo II a Siria, que concluye hoy, miles de personas recibieron ayer al pontífice en la ciudad fantasma de Quneitra, que, desde que volviera a la soberanía siria en 1974, el Gobierno no ha querido reconstruir como recuerdo a lo que califica de crueldad del Estado de Israel. Desde la puerta de la iglesia ortodoxa, en pie pero con el interior en ruinas, el Papa, muy cansado, pudo observar a lo lejos las instalaciones y antenas de vigilancia del Ejército israelí en su frontera con Siria. En el interior, junto a los restos del altar, pronunció una ora...

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Siguiendo la tónica del viaje oficial de Juan Pablo II a Siria, que concluye hoy, miles de personas recibieron ayer al pontífice en la ciudad fantasma de Quneitra, que, desde que volviera a la soberanía siria en 1974, el Gobierno no ha querido reconstruir como recuerdo a lo que califica de crueldad del Estado de Israel. Desde la puerta de la iglesia ortodoxa, en pie pero con el interior en ruinas, el Papa, muy cansado, pudo observar a lo lejos las instalaciones y antenas de vigilancia del Ejército israelí en su frontera con Siria. En el interior, junto a los restos del altar, pronunció una oración por la paz compuesta por él mismo. 'Desde este lugar tan desfigurado por la guerra deseo alzar mi voz y rezar por la paz en Tierra Santa y en el mundo', señaló.

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El portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, confirmó que por la mañana le habían sido comunicadas al Papa las noticias procedentes de Gaza, que confirmaban la muerte de un bebé de cuatro meses durante un bombardeo israelí. 'Conocedor de la triste noticia del conflicto y muerte que hoy también llega desde Gaza, hacemos más intensa nuestra oración', destacó Juan Pablo II variando el texto original de su rezo. A continuación pidió que los pueblos de Oriente Próximo 'echen abajo los muros de la hostilidad y la división'. En su oración, en la que había citas del Corán y los evangelios, pidió que los gobernantes de la región respeten 'la dignidad inalienable de cada persona y los derechos humanos fundamentales'.

A las puertas de la iglesia, y mezclados entre el público, se encontraban numerosos miembros del contigente de vigilancia que Naciones Unidas ha desplegado en la frontera entre Siria e Israel (Undof), formado por 2.000 hombres. El Papa les dedicó un 'bienaventurados los que trabajan por la paz'. Detrás de ellos, los sirios desplegaron pancartas en las que se leía: 'Nuestro pueblo quiere la paz, pero rechaza la rendición' y 'lucharemos por la libertad'.

Quneitra tenía en 1967 unos 53.000 habitantes, el 40% de ellos cristianos de diversas ramas. Ese año fue ocupada por Israel y restituida a Siria en 1974 tras un acuerdo alcanzado con la mediación de la ONU. 'Ayudé a construir esta iglesia con mis manos, y lo que encontré fue un templo saqueado y en ruinas', señaló en un texto George Muhassal, párroco ortodoxo del templo. '¿Cómo pudo un ser humano hacer esto?'.

Por la tarde, Juan Pablo II, de 80 años, mantuvo un encuentro con los jóvenes cristianos de Siria en una abarrotada catedral grecocatólica de Damasco. 'Vosotros sois la esperanza de la Iglesia, sois mi esperanza', señaló en medio de los aplausos, que redoblaron cuando añadió: 'Sois la esperanza de Siria y de la paz'.

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Hoy está previsto que el Papa parta a Malta, donde naufragó San Pablo cuando era transportado a Roma para ser juzgado. En la última etapa de su viaje, el pontífice celebrará mañana una misa con la beatificación de varios malteses y, tras encuentros con la jerarquía eclesiástica, regresará a Roma.

El papa Juan Pablo II lee su discurso ayer en la iglesia ortodoxa de Quneitra, situado en los Altos del Golán, en Siria.AP

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