Columna

Delito oculto

602 menores han denunciado abusos y agresiones sexuales en nuestra comunidad. Esta cifra, que aparentemente no es muy alta, no es real. El número de menores que sufren agresiones de esta naturaleza es muy superior. Sólo se denuncia el 2%, cuando las agresiones se producen dentro de la familia, y el 6% en los demás casos. Una sencilla regla de tres da la cifra de agresiones. Unas conductas que, por mucho esfuerzo que se pretenda hacer por parte de las instituciones para detectarlas, no parece que quieran abordarse con el rigor y cuidado que exigen los niños.

Esta semana la Audiencia Prov...

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602 menores han denunciado abusos y agresiones sexuales en nuestra comunidad. Esta cifra, que aparentemente no es muy alta, no es real. El número de menores que sufren agresiones de esta naturaleza es muy superior. Sólo se denuncia el 2%, cuando las agresiones se producen dentro de la familia, y el 6% en los demás casos. Una sencilla regla de tres da la cifra de agresiones. Unas conductas que, por mucho esfuerzo que se pretenda hacer por parte de las instituciones para detectarlas, no parece que quieran abordarse con el rigor y cuidado que exigen los niños.

Esta semana la Audiencia Provincial de Barcelona no ha agravado la pena impuesta a una persona que obligó a una niña a practicarle una felación, y algo más. Dice la sentencia que 'la pequeña no era absolutamente inexperta en la sexualidad'. La pequeña contaba con 13 años y no era virgen.

Decía Ortega y Gasset que la experiencia es intrasferible. Pertenece a cada uno. Forma parte del interior de cada persona. No sé si alguno de estos jueces se han visto privados de la virginidad a edad tan temprana. Tampoco sé si, después de perderla, hicieron alguna felación a cañón tocante, cuando apenas estudiaban segundo de bachiller, tercero de eso o de aquello. Lo que sí se sabe es que los niños, por el hecho de serlo, carecen de pleno conocimiento. Son dependientes. No han alcanzado, ni han podido alcanzar, el desarrollo físico y mental. Son niños. Identificar pérdida de virginidad con experiencia sexual, cuando aquélla se ha perdido con menos de 13 años, es aberrante.

Con esta realidad, con estas respuestas, no resulta extraño que las agresiones sexuales a menores sigan escondidas. Es razonable que estos delitos se conozcan como delitos ocultos. En el fondo los pequeños desconfían. Saben que están en manos de los mayores. Que su virginidad perdida, querida o a la fuerza, perderá la intimidad y pasará a formar parte de una experiencia. De nuevo el agresor podrá desahogarse y comprobar que no ve agravada una pena que pudo ser superior si lo hubiera hecho con una niña que pudo, o quiso, mantener su virginidad.

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