Columna

Medidas concretas

El Vaticano, ese paraíso fiscal que dicen constituye un Estado, cuando es un territorio ocupado en Europa, responde a la denuncia de que cientos de monjas y novicias son violadas a lo largo y ancho de estos mundos de dios por sacerdotes y misioneros de la religión conocida como catolicismo. Manifiesta el Vaticano su 'preocupación', admite el Vaticano que los hechos denunciados eran 'conocidos' por la Santa Madre, que son ellos (¡ay!, ellos y sus entelequias, santos padres de Aznar y sus cositas), y aseguran que los superiores tomarán 'medidas concretas' (dios, qué chiste tan zafio se me acaba ...

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El Vaticano, ese paraíso fiscal que dicen constituye un Estado, cuando es un territorio ocupado en Europa, responde a la denuncia de que cientos de monjas y novicias son violadas a lo largo y ancho de estos mundos de dios por sacerdotes y misioneros de la religión conocida como catolicismo. Manifiesta el Vaticano su 'preocupación', admite el Vaticano que los hechos denunciados eran 'conocidos' por la Santa Madre, que son ellos (¡ay!, ellos y sus entelequias, santos padres de Aznar y sus cositas), y aseguran que los superiores tomarán 'medidas concretas' (dios, qué chiste tan zafio se me acaba de ocurrir; no lo pongo). Todo esto lo ha transmitido el Vaticano a través de su portavoz oficial, un señor apuesto que se llama Joaquín Navarro Valls; y muy 'sorprendido' se muestra Manuel de Unciti, teólogo y mandamás de Obras Misionales Pontificias, aunque reconoce que 'runrún siempre ha habido'. Runrún.

Pues dos personas que casualmente son del sexo femenino, como la Virgen María, y que se llaman Maura O'Donohue, coordinadora del programa sobre el sida de Cáritas Internacional, y Marie MacDonald, han elaborado un informe según el cual los curas, en un muy humano y responsable afán por evitarse el contagio de esa enfermedad que asola a casi cuarenta millones de personas, han encontrado en la violación a monjas y novicias un eficaz método de protección contra el virus. Los curas, asimismo, obligan a abortar a muchas de las violadas. En términos propios de la Santa Madre, que siempre ha sido muy deslenguada, nosotros, que hemos sido educados en sus imágenes, podríamos decir que los curas en cuestión son unos hijos de Satanás y que se vayan al Infierno. La Santa Madre, por su parte, con su lógica poética habitual, tendría que haber puesto el grito en el cielo; sin embargo, siguiendo su religioso modo de pescozón con anillo, impuso, por ejemplo, en su momento el castigo, ejemplar, de dos semanas de retiro, espiritual, a un párroco que había violado a una novicia. 'Que no se viola, padre, que no se viola...', podemos imaginar al obispo refunfuñar entre dientes.

Pues bien, menos cachondeo. Lo que ha salido a la luz en ese Estado de impune criminalidad son unos delitos que en la sociedad civil están tipificados como gravísimos, y quienes los cometen, los violadores, son repudiados, perseguidos, detenidos, juzgados y condenados. Eso para empezar. Para seguir, el jefe supremo de esa Santa Madre es un señor que se ha dedicado a recorrer el mundo llamando asesinas a las mujeres que abortan e intentando convencer a los pobres de que no usen métodos anticonceptivos, lo que supone un atentado a la razón, pero también un delito contra la salud pública. Sus empleados, adiestrados en la obediencia, en lugar de usar condón, violan jovencitas o mujeres vírgenes.

Pero es que, a todo esto, los curas católicos han hecho, allá ellos, una cosa que se llama voto de castidad y han jurado su celibato ante Dios y ante los hombres. O sea, que no pueden practicar el sexo, luego son unos mentirosos. Así de claro, no hay que dar más vueltas a las palabras. Pero ellos, la Santa Madre, condenan el sexo de los demás: fuera del matrimonio, si no busca la procreación, con personas del mismo sexo, con uno mismo.

Habiendo entre sus prietas filas tanto represor, tanto pederasta, tanto violador, condenan y condenan a los otros como si su propio e interminable pecado fuera tan insoportable que tuvieran que descargarlo. ¿Por qué un grupo de semejante calaña sigue teniendo poder y predicamento? ¿Por qué la sociedad sigue consintiendo a esa panda de falsos de guante blanco y de delincuentes comunes? Será otra entelequia.

Lo digo porque es pública y notoria la atracción que siente nuestro alcalde por las iglesias, aunque sean ilegales, como la del barrio del Pilar. El alcalde quiere legalizarla. Es una cuestión, aunque menor, de medidas concretas, como las del Vaticano, porque resulta que el templo no guarda la distancia mínima permitida entre edificaciones, como los curas que no guardan las distancias mínimas con las novicias. No es por comparar, sino por dejar claro lo que esconden esos muros, legales o ilegales.

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