CRISIS EN ORIENTE PRÓXIMO

'Nos quedamos aquí'

'Nos quedaremos aquí', advierte Dalia Yizgai, vecina y portavoz del asentamiento de Gus Qatif, en la banda de Gaza, uno de los más polémicos y odiados de la zona, en cuyos accesos se han venido en los últimos meses de Intifada sucediendo incontables incidentes con los palestinos.

Gus Qatif, como los otros 18 asentamientos de Gaza, están sentenciados a muerte, según se desprende de las declaraciones de los movimientos pacifistas, pero también de las manifestaciones de los responsables del Gobierno laborista.

'Sharon nos ha prometido que nos podremos quedar aquí', insiste Dalia Yiz...

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'Nos quedaremos aquí', advierte Dalia Yizgai, vecina y portavoz del asentamiento de Gus Qatif, en la banda de Gaza, uno de los más polémicos y odiados de la zona, en cuyos accesos se han venido en los últimos meses de Intifada sucediendo incontables incidentes con los palestinos.

Gus Qatif, como los otros 18 asentamientos de Gaza, están sentenciados a muerte, según se desprende de las declaraciones de los movimientos pacifistas, pero también de las manifestaciones de los responsables del Gobierno laborista.

'Sharon nos ha prometido que nos podremos quedar aquí', insiste Dalia Yizagi, haciéndose eco de las afirmaciones que el nuevo primer ministro efectuó a todos sus vecinos hace poco menos de un mes, cuando acudió al enclave en plena campaña electoral.

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La vida en Gus Qatif es difícil e incómoda, sobre todo porque su supervivencia está vinculada a la presencia de un Ejército israelí cuya principal preocupación en estos últimos días es arrasar, allanar y deforestar todos los campos palestinos cercanos para ampliar así su campo de visión y de tiro.

'Yo llegué aquí hace 17 años. Ahora tengo 40. Mis dos hijos nacieron aquí. Ésta es mi casa, éste es también mi país', añade Dalia, olvidándose de que estas tierras tienen un dueño, el pueblo palestino, y que en la zona de la banda de Gaza la Intifada ha alcanzado cotas de violencia inusitada. Cada represalia del Ejército israelí tiene la réplica de un nuevo ataque. La lucha ya no se hace con piedras; cada vez se utilizan más armas pesadas. Ayer, el asentamiento cercano de Netzarim volvió a ser bombardeado con el fuego de los morteros. El proceso de libanización de la zona no ha hecho más que empezar. Los últimos informes del mando del Ejército son pesimistas: todos los enclaves tienen los días contados, aunque Dalia se niegue a verlo.

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