ELECCIONES EN ISRAEL

Victoria aplastante de Sharon en Israel

La histórica abstención de castigo a Barak aumenta el triunfo del líder ultraderechista

El ex general Ariel Sharon, de 72 años años, dirigente radical del partido nacionalista Likud, es desde ayer el primer ministro de Israel, tras derrotar por un amplio margen de votos -por 24 puntos, con el 92% de los votos escrutados - a su rival, el candidato Ehud Barak, quien al conocer la catástrofe dimitió de todos sus cargos políticos. Sharon obtuvo un 62,2% de los sufragios y Barak, un 37,8%. Pero el verdadero triunfo de los comicios se lo llevó la abstención, que alcanzó un índice récord en la historia electoral del país. A la esperada deserción electoral de los árabes israelíes se sumó...

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El ex general Ariel Sharon, de 72 años años, dirigente radical del partido nacionalista Likud, es desde ayer el primer ministro de Israel, tras derrotar por un amplio margen de votos -por 24 puntos, con el 92% de los votos escrutados - a su rival, el candidato Ehud Barak, quien al conocer la catástrofe dimitió de todos sus cargos políticos. Sharon obtuvo un 62,2% de los sufragios y Barak, un 37,8%. Pero el verdadero triunfo de los comicios se lo llevó la abstención, que alcanzó un índice récord en la historia electoral del país. A la esperada deserción electoral de los árabes israelíes se sumó la de gran parte de algunos sectores de la izquierda y de los haredim(temerosos de Dios). En total, el índice de votantes no superó el 62% del electorado.

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Los pronósticos que vaticinaban el triunfo aplastante del halcón Sharon sobre Barak se confirmaron ayer a las 10 de la noche, cuando cerraron los colegios electorales y empezaron a conocerse los primeros sondeos oficiosos, que señalaron una ventaja del líder del Likud de más de 22 puntos sobre el candidato laborista.

En medio del estruendo de la derrota, el todavía primer ministro Ehud Barak reconoció publicamente su descalabro, anunció su retirada del liderazgo del partido laborista y su renuncia al escaño parlamentario, lo que formalizará una vez se forme el nuevo gobierno. 'Tengo la intención de abandonar mi puesto a la cabeza del partido, una vez se haya constituido el nuevo gobierno', anunció Barak en un discurso radiotelevisado desde el kibutz de Shafaim. Pero el líder laborista quiso eludir, siquiera con el deseo, la condición definitiva de su derrota: 'Hemos perdido la batalla pero no la guerra. El pueblo israelí no está maduro para esta verdad dolorosa'.

A los 57 años, Barak emprendió ayer noche junto con su esposa, Nava, el camino del exilio, del ostracismo, de la misma manera que lo hiciera su enemigo Benjamín Netanyahu, cuando perdió las elecciones ante los laboristas en mayo de 1999, aunque sólo con 12 puntos de diferencia. En el fondo, este general, el más condecorado de la historia de Israel, espera poder purificarse en medio del silencio, para volver después de la soledad a la política en un partido donde los barones se disputan ya su puesto; Slomo Ben Ami, el ministro de Exteriores, Simón Peres, responsable de Cooperación Regional, y Abraham Burg, presidente del Parlamento, se vislumbran como algunos de los más ávidos y feroces sucesores.

Sin embargo, la gran sorpresa de las elecciones fue el alto porcentaje de abstención, logrado en gran parte por la protesta de los árabes israelíes -un 13% del electorado- que se negó a acercarse a las urnas como castigo por la muerte de 13 manifestantes en la revuelta del pasado mes de octubre. Los árabes israelíes, los beduinos y los drusos acataron disciplinadamente la consigna de abstenerse y lograron 'hacer llegar al Gobierno central un mensaje claro de protesta', según aseguraba ayer desde Nazaret un dirigente pacifista.

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Descontento y abstención

Este voto de castigo, expresión del descontento y del desencanto israelíes, se vio incrementado gracias a la deserción de los ultraortodoxos religiosos, que al no recibir consignas claras de los rabinos hasta última hora acabaron quedándose en sus casas. En suma, el índice de participación al cerrar los colegios electorales no había superado el 62%, lo que representa un 16% menos de votantes que los contabilizados en las elecciones generales de mayo de 1999. La abstención, el voto en blanco, el escepticismo, en suma, se vislumbra como la primera fuerza social del país por encima de los votos conseguidos por el propio Sharon.

Poco antes de las doce de la noche, el ex general Sharon compareció ante Israel para proclamar su triunfo y ofrecer al partido laborista formar parte en un futuro gobierno de unidad nacional, 'en la vía difícil de la seguridad y la paz', de acuerdo con el pacto anunciado semanas antes, donde se comprometió a poner a disposición del primer ministro saliente Barak la cartera de Defensa y la de Exteriores a Simón Peres.

Los laboristas tienen un plazo de diez días para responder y el jefe del Likud, un mes y medio para formar un ejecutivo que aglutine al menos 61 votos de la Cámara de Jerusalén, sobre 120, y asegurarándose así la investidura y la aprobación el próximo 31 de marzo de la ley de presupuestos. Si no logra estos apoyos electorales mínimos, Israel se encaminaría inexorablemente en un plazo de 60 días a unas nuevas elecciones a primer ministro.

Pero en su discurso de la victoria ante una masa enfervorizada, Sharon hizo algo más: invitó a los palestinos a 'abandonar el camino de la violencia y a reanudar el proceso de negociación', partiendo ahora, sin embargo, de un singular y refundado proceso de paz, en el que la capitalidad y la unidad de Jerusalén bajo la bandera israelí es otra vez un 'hecho indiscutible' que el nuevo primer ministro se comprometió a defender, reduciendo a la nada todas las promesas que días antes había hecho la Administración Barak a los palestinos de compartir el control de la ciudad.

'Velaré por preservar Jerusalén como capital eterna e indivisible del pueblo israelí', había asegurado Sharon en el momento de acercarse a las urnas, en el barrio de Beit Hakerem para asegurar a continuación que los que votaban por él lo hacían en defensa de la Ciudad Santa y para que ésta 'forme parte integrante del destino judío'.

Felicitaciones de Bush

Tras la aplastante victoria de Sharon, el presidente de Estados Unidos, George Bush, llamó ayer por teléfono al nuevo primer ministro electo de Israel para felicitarle por su victoria y manifestarle su disposición a trabajar conjuntamente por el proceso de paz. Bush telefoneó a Sharon poco después del anuncio de la victoria para comunicarle que espera trabajar con él, 'especialmente en el avance del proceso de paz y la estabilidad en la región', dijo el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, en un comunicado.

La conversación, de apenas cinco minutos, permitió a Bush ser de los primeros en felicitar al dirigente del partido Likud por su triunfo. EE UU ha colaborado con todos los dirigentes de Israel desde la creación de ese país, en 1948, recordó Fleischer, quien añadió que 'nuestra relación bilateral es una roca sólida, igual que es el compromiso de EE UU con la seguridad de Israel'. Fleischer manifestó además los mejores deseos de Estados Unidos hacia el primer ministro saliente, Ehud Barak, quien trabajó estrechamente con el anterior presidente, Bill Clinton, en un intento de concluir el proceso de paz con los palestinos.

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