Reportaje:

Minimalismo para niños

El Guggenheim ofrece visitas guiadas de la colección Panza a niños mayores de tres años

'Estamos en el atrio, que es como el corazón del museo; los pasillos son las venas y vosotros y el resto de las personas sois la sangre que fluye por ellas'. Así empezó ayer, después de las presentaciones pertinentes, la visita guiada en la que 14 niños de hasta 11 años conocieron de cerca algunas de las obras de arte minimalista de la colección Panza que exhibe el Museo Guggenheim Bilbao. Paco, Ainitze, Marcos y compañía escucharon las explicaciones en castellano mientras otra docena larga de críos optó por la visita en euskera.

El guía, Rober, les explicó cuestiones desconocidas para...

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'Estamos en el atrio, que es como el corazón del museo; los pasillos son las venas y vosotros y el resto de las personas sois la sangre que fluye por ellas'. Así empezó ayer, después de las presentaciones pertinentes, la visita guiada en la que 14 niños de hasta 11 años conocieron de cerca algunas de las obras de arte minimalista de la colección Panza que exhibe el Museo Guggenheim Bilbao. Paco, Ainitze, Marcos y compañía escucharon las explicaciones en castellano mientras otra docena larga de críos optó por la visita en euskera.

El guía, Rober, les explicó cuestiones desconocidas para ellos y a menudo incomprensibles para muchos adultos, como que unas luces de neón de colores pueden convertir un pasillo cualquiera de la pinacoteca en una sala de arte. Una de las obras que les pareció más alucinante fue una habitación de formas curvas pintada de blanco mate en que es imposible distinguir dónde acaba el suelo y empieza la pared. 'No nos han dejado estar ni un minuto', protestaba uno de los críos. Pero es que había gente esperando para entrar. La larga cola frente al laberinto -recorrerlo lleva 10 minutos- también les impidió entrar durante la visita guiada. A cambio, pasearon por la serpiente de Richard Serra. Rober les explicó que levantar una estructuras como ésa requiere muchísimos cálculos matemáticos, porque 'antes de hacer una obra hay que pensarla'. Los niños lo comprobaron al construir luego sus propios laberintos en el taller.

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