Muchas promesas y poco presupuesto en México

Fox se ha encontrado con una situación económica que le impedirá realizar algunos compromisos contraídos con sus votantes

Dos semanas después de la investidura presidencial, Vicente Fox viajó a la frontera con Estados Unidos, y en una de las ceremonias oficiales espetó a un jefe de aduanas: "Cero corrupción, ¿eh? Nada de cosas chuecas". El mando castrense, más reo que inocente a juzgar por su contrito gesto, aceptó la admonición: "Así será presidente". Fox reafirma a diario su cruzada contra la corrupción, promueve la pacificación de Chiapas, y ha advertido que varias sus promesas deber...

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Fox se ha encontrado con una situación económica que le impedirá realizar algunos compromisos contraídos con sus votantes

Dos semanas después de la investidura presidencial, Vicente Fox viajó a la frontera con Estados Unidos, y en una de las ceremonias oficiales espetó a un jefe de aduanas: "Cero corrupción, ¿eh? Nada de cosas chuecas". El mando castrense, más reo que inocente a juzgar por su contrito gesto, aceptó la admonición: "Así será presidente". Fox reafirma a diario su cruzada contra la corrupción, promueve la pacificación de Chiapas, y ha advertido que varias sus promesas deberán esperar porque el presupuesto nacional no da para cumplirlas.Al recibir el sable de mando de comandante supremo de la Marina, este miércoles, convocó a los marinos a un alistamiento contra "la infame tentación de la corrupción, la prepotencia o la arbitrariedad". En días anteriores, había visitado a funcionarios de diversos ministerios, recibido a representantes de organizaciones sociales y políticas, y sostenido reuniones con empresarios o maestros. Con todos tuvo buenas palabras, y a todos animó a hacer patria y a ser decentes, porque si algo caracteriza al hombre de la transición es su capacidad para contentar a la mayoría de sus interlocutores.

"¡Puro populismo y demagogia! Señores, él es igual que Salinas y Zedillo. ¡Sólo se viene a dar baño de pueblo!", despotricaba, megáfono en ristre, en Tijuana, su detractor Jesús Lepe.

El nuevo presidente mexicano sigue en campaña desde la asunción del cargo de 1 de diciembre, exhibe voluntad política frente a la adversidad, declaró la guerra al narcotráfico, y es arropado por un sanedrín que complementa al Gabinete de ministros. El gobernante de 58 años, cuya madre, donostiarra, convalece de una intervención quirúrgica, viaja en mangas de camisa por los diferentes Estados de la república prometiendo a lo más pobres encarrilar la solución de problemas de siglos, ultimando un programa de microcréditos, o consolando a los vecinos expulsados de sus hogares por la virulencia de las erupciones del volcán Popocatépetl.

También acudió a Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Tamaulipas, Coahuila y Baja California a recibir al medio millón y medio de compatriotas inmigrantes en Estados Unidos, que regresan a casa en las fiestas de Navidad, muchos de los cuales son esquilmados en la frontera por los agentes aduaneros con escandalosas mordidas y gravámenes ilegales.

"No toleraré actos ilícitos, ni violaciones a la ley; los infractores irán a la cárcel", prometió. Nada nuevo, nada que no hayan ofrecido otros presidentes, pero al político de las botas rancheras la gente le cree más, según las encuestas. Portavoces de los emigrantes, cuyas remesas ascienden a más de 8.000 millones de dólares anuales, le dijeron que irrumpa inesperadamente en las garitas aduaneras si quiere llenar las prisiones, que no anuncie sus visitas de inspección porque entonces los ladrones uniformados se transforman en diligentes y colaboradoras autoridades.

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El grueso de las aduanas mexicanas constituyen una auténtica cueva de Alí Babá y los 40 ladrones, de acuerdo con la cuantía de los robos e importaciones ilegales publicada por la prensa local. La purga de quienes las administran será empresa difícil, y no exenta de resistencias.

Vicente Fox alecciona y predica a diario, y, de momento, prosigue la luna de miel establecida con la mayoría de sus compatriotas desde el 2 de julio, el día histórico en el ex gobernador de Guanajuato y el ex gerente de Coca-Cola arrebató la presidencia de la república al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que la había retenido durante 71 años.

Las expectativas despertadas por su jefe fueron tantas que los ministros económicos han debido atemperarlas: el 87% del presupuesto nacional para 2001 está comprometido por la servidumbre de la deuda interna y externa, y será necesaria una profunda reforma fiscal para recaudar más y acometer así los pretendidos programas sociales. Y una muestra tomada a voleo en la Caja de Pandora nacional: de los 2.300 barcos atuneros, sólo 200 están en buen estado. El presupuesto en el sector de la educación, por otra parte, crecerá un 5,8% y no un 8% como prometió al anunciar en campaña una "revolución educativa".

Los retos son numerosos, y el margen de maniobra escaso, porque las cuentas públicas acusan los errores del pasado, destacó el presidente. "¡Hoy, hoy, hoy!", gritaba Fox durante la campaña electoral para reclamar un cambio de régimen en México. "¡Hoy, hoy, hoy!", "Hoy mejores salarios", le reclamaban la pasada semana miles de maestros en una concentración del Sindicato Nacional de la Educación (SNTE), cuyos cuadros provienen en su mayoría del PRI. "Hoy sí que está difícil", respondió el jefe de Gobierno. Cuando prometió remuneraciones más dignas en el magisterio, fue pitado por quienes le acusan de ser un populista.

Los aplausos, no obstante, fueron intensos al ofrecer educación laica, gratuita y de calidad porque no pocos temen que Fox impulse los colegios privados y la educación religiosa.

Negociar con los zapatistas

Los esfuerzos pacificadores de Vicente Fox no sólo alcanzan a Chiapas, el empobrecido Estado sureño donde actúa la guerrilla indígena sublevada en 1994. El presidente cabildea también con su propio partido, el conservador Partido Acción Nacional (PAN) para lograr que acepte la negociación con el subcomandante Marcos, aunque no se quite la capucha, y para solucionar la colisión de los panistas con el secretario (ministro) de Hacienda, Francisco Gil a propósito de la discusión parlamentaria de los presupuestos del 2001.La ortodoxia del Gobierno y de Gil, continuador a grandes rasgos de la política liberalizadora de Ernesto Zedillo (1994-2000) y de Carlos Salinas de Gortari (1988-94), es objeto de críticas. El analista Enrique del Val Blanco se pregunta hasta qué punto debe obligar el equilibrio fiscal. "Cumplimos como ningún otro país con nuestros compromisos de pago internacional, que son una sangría inmoral tan sólo en el pago de intereses", dice. "Vamos a la cabeza de la globalización y la modernidad abriendo nuestras fronteras a todo. Se pagan salarios bajos, a maestros, obreros y oficinistas, y la pobreza aumenta en México".

No procede mantener un déficit fiscal de medio punto en las condiciones de la población mexicana, sostiene Val, en sintonía con amplios sectores de la oposición. "Nada le pasaría a la economía y al país si tuviéramos un déficit de un punto y en cambio habría aproximadamente 50.000 millones más (5.000 millones de dólares) para utilizarlos en programas prioritarios e ineludibles que el Gobierno actual tiene la obligación de apoyar".

Y como la sociedad mexicana anhela escarmientos después de tanta corrupción y de las estrecheces presupuestarias relacionadas con aquella, el nuevo presidente pidió la extradición de Óscar Espinosa, ex ministro de Turismo de Ernesto Zedillo, detenido en Nicaragua, con cargos de defraudación a las arcas del Estado durante el ejercicio del cargo. Otro fugitivo, también priísta, el ex gobernador de Quintana, Mario Villanueva, es igualmente perseguido. "Vamos a seguir buscando a quienes están fuera, en el extranjero, para asegurar traerlos y que enfrenten un juicio".

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