Cartas al director

Emiliano Barral

Me permito ocupar su tiempo para solicitar que en su periódico se rememore la figura de mi padre, el escultor republicano y socialista Emiliano Barral, caído heroicamente el 22 de diciembre de 1936 "... a las puertas de Madrid, defendiendo su patria contra un ejército de traidores, de mercenarios y de extranjeros", como expresara don Antonio Machado en el sentido epitafio que le dedicó. Hasta donde sé, hace tiempo que su periódico no se hace eco de esta reconocida figura de la escultura y de la vida política españolas de la primera mitad del pasado siglo. Y muchos años también -63 para ser exa...

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Me permito ocupar su tiempo para solicitar que en su periódico se rememore la figura de mi padre, el escultor republicano y socialista Emiliano Barral, caído heroicamente el 22 de diciembre de 1936 "... a las puertas de Madrid, defendiendo su patria contra un ejército de traidores, de mercenarios y de extranjeros", como expresara don Antonio Machado en el sentido epitafio que le dedicó. Hasta donde sé, hace tiempo que su periódico no se hace eco de esta reconocida figura de la escultura y de la vida política españolas de la primera mitad del pasado siglo. Y muchos años también -63 para ser exactos- que algunas de sus obras más valiosas, que representaron a España, junto con las de López Mateo, en la Exposición Internacional de París de 1937, se hallan sepultadas en algún sótano de un museo de Barcelona, a disposición de la Secretaría de Bellas Artes del Ministerio de Cultura. Ni por propia iniciativa, ni en respuesta a las numerosas gestiones de su familia, incluidas las mías, su único heredero, las autoridades han devuelto esas obras a quienes pertenecen. Sólo dos o tres bustos fueron expuestos temporalmente en el Museo Reina Sofía hace algunos años y devueltos después al polvo de los almacenes, protegidos por una intrincada madeja burocrática insensible a su valor no sólo para su familia, sino para todo el pueblo español. Es lógico que esto fuera así en los tiempos del franquismo, pero 25 años después no hay razón para esta situación.- Fernando Barral Arranz. Ciudad de La Habana, Cuba.

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