Muere arrollada por un delincuente que huía de la Ertzaintza

Tiene 25 años y sus apellidos responden a las iniciales J. A.; la policía asegura que cuenta con un amplio historial delictivo. Su última acción fue ayer al tratar de huir de la Ertzaintza en un Opel Omega marrón metalizado matrícula de Bilbao. Atropelló a una mujer de 36 años que empujaba el cochecito de su hija, de dos años, cuando pasaban por el puente que une los barrios de Txurdinaga y Santutxu en Bilbao. La madre murió casi en el acto. Testigos a los que sorprendió el accidente hablaron de un milagro. Miguel, el sanitario de la DYA que atendió a la pequeña tuvo una explicación más racion...

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Tiene 25 años y sus apellidos responden a las iniciales J. A.; la policía asegura que cuenta con un amplio historial delictivo. Su última acción fue ayer al tratar de huir de la Ertzaintza en un Opel Omega marrón metalizado matrícula de Bilbao. Atropelló a una mujer de 36 años que empujaba el cochecito de su hija, de dos años, cuando pasaban por el puente que une los barrios de Txurdinaga y Santutxu en Bilbao. La madre murió casi en el acto. Testigos a los que sorprendió el accidente hablaron de un milagro. Miguel, el sanitario de la DYA que atendió a la pequeña tuvo una explicación más racional: "A la niña no le ha pasado nada porque no estaba sujeta con las correas de la silla. Con el golpe del coche ha salido disparada. Le hemos llevado a [el hospital de ] Basurto, pero estaba bien, sólo alguna herida leve. La pobre lloraba". Junto al cadáver de su madre quedaba su silla convertida en hierros retorcidos.El atropello también afectó a un peatón de unos 70 años, que salió despedido tras golpearle el coche. La DYA le trasladó al hospital de Cruces en estado grave. El conductor del vehículo y las dos ocupantes, su novia y la hermana de ésta, fueron atendidos también de heridas leves en Basurto. Los bomberos utilizaron cortachapas para extraer a ambas jóvenes. El presunto delincuente salió por su propio pie y trató de evadirse de nuevo de la policía. No lo consiguió y fue detenido en el mismo lugar. Terminaba así la fuga que J.A. había emprendido media hora antes cuando dio un golpe con su coche a un taxi e hizo caso omiso de la advertencia del taxista para que estacionara el vehículo. El miedo le perdió.

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