Lleno en los cementerios

Un día al año los vivos se acuerdan de los muertos. La festividad de Todos los Santos movilizó ayer a cientos de miles de catalanes, que acudieron a los cementerios para visitar las tumbas de sus familiares fallecidos. También pudieron verse ramos de flores frescas en algunos puntos de las carreteras, aquellos en los que accidentes de tráfico se habían cobrado vidas. En Barcelona, unas 200.000 personas acudieron a los cementerios, según la Guardia Urbana. La mayor afluencia se produjo por la mañana en los de Montjuïc y Collserola. A las 18.00 horas, el primero, el mayor camposanto de Cataluña,...

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Un día al año los vivos se acuerdan de los muertos. La festividad de Todos los Santos movilizó ayer a cientos de miles de catalanes, que acudieron a los cementerios para visitar las tumbas de sus familiares fallecidos. También pudieron verse ramos de flores frescas en algunos puntos de las carreteras, aquellos en los que accidentes de tráfico se habían cobrado vidas. En Barcelona, unas 200.000 personas acudieron a los cementerios, según la Guardia Urbana. La mayor afluencia se produjo por la mañana en los de Montjuïc y Collserola. A las 18.00 horas, el primero, el mayor camposanto de Cataluña, había recibido 130.000 visitantes. Al de Collserola acudieron 51.000; al de Les Corts, 4.500, y al de Poblenou cerca de 2.000. En los accesos a Montjuïc se formaron retenciones de tráfico y largas colas. La policía cortó la salida directa desde la Ronda Litoral forzando a un camino alternativo.

La tradición dice que hay que adecentar las tumbas y nichos y adornarlos con flores. Además del clásico crisantemo, las más habituales para llevar a los difuntos son el clavel, la rosa y el gladiolo, aunque este año había menos claveles y gladiolos. Los colores preferidos son el blanco, el amarillo y el rojo, mientras el tradicional morado se bate en retirada.

Según Miquel Vila, director del Mercado de la Flor y Planta Ornamental de Cataluña, los catalanes se gastaron ayer en flores para sus difuntos una media de 3.000 pesetas por cabeza. La previsión de ventas, según Vila, era de tres millones de unidades. Este año son más caras porque los floricultores decidieron reducir la producción. Una docena de claveles costaba ayer entre 1.500 y 1.800 pesetas, dependiendo de los adornos, y la de gladiolos entre 2.100 y 2.300. Por cada crisantemo se pagaban entre 175 y 475 pesetas, según la variedad.

Carles Ribas
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