Trabajar para sentirse bien

La asociación Apnabi abre en Bilbao un taller de formación y empleo para autistas

María José tiene 29 años y le brotan chispas de sus ojos oscuros al hablar de su primer trabajo. Óscar, de 26, a su lado, le mira de soslayo y, con voz queda, le regaña por sus excesos verbales. A Lourdes se le tiñe el rostro de rojo cuando, tímida, revela que anteayer cumplió 37 años, y Beatriz, tras descubrirlo, cuenta risueña que ella tiene 28. Los cuatro son autistas y junto a otros tres jóvenes, que sufren la enfermedad en un grado leve, protagonizan una experiencia novedosa en este colectivo: trabajan en un taller ocho horas diarias y cobran por ello su correspondiente salario."Creemos q...

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María José tiene 29 años y le brotan chispas de sus ojos oscuros al hablar de su primer trabajo. Óscar, de 26, a su lado, le mira de soslayo y, con voz queda, le regaña por sus excesos verbales. A Lourdes se le tiñe el rostro de rojo cuando, tímida, revela que anteayer cumplió 37 años, y Beatriz, tras descubrirlo, cuenta risueña que ella tiene 28. Los cuatro son autistas y junto a otros tres jóvenes, que sufren la enfermedad en un grado leve, protagonizan una experiencia novedosa en este colectivo: trabajan en un taller ocho horas diarias y cobran por ello su correspondiente salario."Creemos que es una experiencia pionera en España. Parecía una quimera, pero se ha hecho realidad, y estamos contentos y felices", reconoce emocionado José Luis Gezuraga, presidente de la asociación de padres de afectados de autismo y otras psicosis infantiles de Vizcaya (Apnabi), que el pasado viernes presentó el programa, financiado por el Inem con 70 millones de pesetas.

Sabin Arana, diputado vizcaíno de Empleo y Formación, anunció una ayuda de 25 millones de la institución. Gezuruaga desea transmitir que la experiencia es muy especial para las 250 familias de la asociación y para quienes sufren una psicosis que puede aislarles del mundo.

El taller de empleo Entremanos, para mayores de 25 años, es una pequeña empresa compuesta por 11 personas: dos monitores de apoyo, un formador y un director además de los usuarios. Se encuentra en el barrio San Ignacio de Bilbao y sus promotores sueñan con que pueda desembocar en un centro especial de empleo para insertar en el mercado laboral a personas de esas características. Raquel y Koldo son los dos monitores que, pacientes y profesionales, enseñan al grupo. Con ellos, Aitor, el coordinador. Todos les muestran cómo trabajar con mimo las máquinas y los multicolores cartones y papeles para transformarlos en carpetas, cuadernos, cajas y otros objetos de artesanía que después se venderán en un local o a particulares. "Algunos hacen un cuaderno en tres horas y otros tardan tres días", explican los profesores. María José interviene y dice que depende del día, que a veces es difícil pero que ella lo hace bien y que su familia está muy contenta y le hace encargos. Óscar, escéptico, bromea, se lleva la mano al rostro y susurra "qué cara tienes".

Junto al taller, se han puesto en marcha otros dos: el de empleo de gestores de proyectos de acción social y el de monitores especializados en autismo. El primero está compuesto por diez profesionales, entre ellos abogados, psicólogos y economistas.

Su labor es aprender a planificar y gestionar programas y formar al resto del equipo. El tercero está formado por nueve monitores y pretende la especialización. "Trabajamos y nos sentimos bien", dice María José. Por la mente de Beatriz, antes risueña, cruza de repente un misterio indescifrable y se aleja silenciosa. "Son muy especiales. Sufren cambios de humor", justifica el coordinador.

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