Una fábula sobre los Beatles

Dos cineastas concursan por el premio Nuevos Realizadores con una comedia sobre el mítico grupo

Improvisar de un corto un primer largometraje no es una osadía sino "la única forma de sacar el proyecto adelante". Esta respuesta demuestra el talante arriesgado de los realizadores sevillanos Santi Amodeo y Alberto Rodríguez, directores de El factor Pilgrim, que concursó ayer por el premio Nuevos Realizadores dentro del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.Los jóvenes cineastas se desplazaron a Londres con intención de pasar unas vacaciones. Tenían también en mente rodar un corto. "Pero se fue alargando", dice Amodeo, "y al final dijimos: ¿nos atrevemos a reconvertirlo en u...

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Improvisar de un corto un primer largometraje no es una osadía sino "la única forma de sacar el proyecto adelante". Esta respuesta demuestra el talante arriesgado de los realizadores sevillanos Santi Amodeo y Alberto Rodríguez, directores de El factor Pilgrim, que concursó ayer por el premio Nuevos Realizadores dentro del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.Los jóvenes cineastas se desplazaron a Londres con intención de pasar unas vacaciones. Tenían también en mente rodar un corto. "Pero se fue alargando", dice Amodeo, "y al final dijimos: ¿nos atrevemos a reconvertirlo en un largo? Y lo hicimos". Sólo habían llevado una cámara, pero lograron que les prestaran otra para rodar el filme en 16 milímetros. Amodeo y Rodríguez se estrenan en el largometraje con una cinta gamberra, una historia a medio camino entre la comedia y el cuento, "una fábula, una broma", dicen ellos.

La película lanza al aire una pregunta: ¿qué ocurriría si se demostrarse que los Beatles son un fraude, si se confirmase que en realidad fue un escocés quien escribió la mayoría de sus grandes éxitos unos años antes? La duda la siembran en la pantalla personas anónimas -un español, un italiano, un sueco y un inglés- que poseen accidentalmente una prueba que podría acabar con el prestigio de este mítico grupo y que ven la posibilidad de ganar dinero vendiendo la información. Deciden entonces llevar a la práctica un proyecto ideado por el sueco, un individuo sin demasiada cordura que se dedica a pintar en naranja todo lo que ve.

¿Y si la viera Paul Mc Carney? "Se la iba a tomar a coña seguro", responden al unísono. "Porque primero, se mueve en un terreno que no es ofensivo y además sabes desde el principio que es mentira". Uno de los actores va más allá y bromea: "Si nos denunciara sería publicidad gratuíta". A las preguntas contesta indistintamente cualquier miembro de un equipo muy cohesionado que se conocía antes de hacer la película y que luego convivió en el mismo espacio en el que se rodó la comedia. Ninguno tiene demasiadas esperanzas de que alguno de los integrantes del grupo vea El factor Pilgrim. Pero tampoco confiaban en llegar a donde han llegado. "Rotundamente no, no pensábamos que podríamos presentar la película en San Sebastián", confiesan.

El proyecto se inició con tres millones de pesetas que pusieron de su propio bolsillo los directores y los intérpretes - Alex O'Dogherty, Enrico Vecchi, Jöns Pappila y Howard Nightingall- y con un equipo de tan sólo 10 personas. Con esos recursos el filme se quedó a medio camino. Pero el resultado convenció a los productores que financiaron con más de 50 millones de pesetas la conclusión, el montaje y la promoción de la película. Tenían como aval el trabajo realizado hasta la fecha por Amodeo y Rodríguez; los cortometrajes Prólogo a una historia de carreteras y Bancos (1999), que ha cosechado una importante lista de premios en su corto recorrido.

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