Un año, menos un día, con coches
La celebración de un día sin coches viene a ser como en esas localidades en que se ha instaurado la costumbre de que un día al año manden las mujeres o los niños, tanto da; lo importante es su carácter anecdótico y efímero, su irrenunciable vocación de excepcionalidad.Lo normal es que los coches nos atosiguen, contaminen el aire, causen un ruido insoportable, invadan los espacios públicos para aparcar, causen accidentes a peatones y ciclistas, inhiban los procesos de socialización en la calle, las plazas, porque cada vez es más incómodo y peligroso salir a la calle, especialmente para niños y ...
La celebración de un día sin coches viene a ser como en esas localidades en que se ha instaurado la costumbre de que un día al año manden las mujeres o los niños, tanto da; lo importante es su carácter anecdótico y efímero, su irrenunciable vocación de excepcionalidad.Lo normal es que los coches nos atosiguen, contaminen el aire, causen un ruido insoportable, invadan los espacios públicos para aparcar, causen accidentes a peatones y ciclistas, inhiban los procesos de socialización en la calle, las plazas, porque cada vez es más incómodo y peligroso salir a la calle, especialmente para niños y personas mayores. En los últimos 10 ó 15 años ha bajado el número de niños que van andando al colegio, no sólo porque también se ha reducido el número de menores, sino porque las madres tenemos miedo a que puedan ser víctimas de un accidente.
Existen auténticos puntos negros donde aventurarse a cruzar la calle requiere jugarse el tipo; los pasos de cebra se vulneran, los semáforos duran lo mínimo imprescindible para que un atleta olímpico cruce la calle pero la inmensa mayoría de nosotros, desgraciadamente, requerimos bastante más tiempo. Ante toda esta problemática que diariamente nos amenaza, la única solución que nos dejan es aguantarnos, salvo un día en que nos dan un respiro para poder seguir el resto del año. Pues debía exigirse algo más a nuestros regidores.- Fuensanta Plata García. Sevilla.