El Papa pide que no se ejecute a un italo-americano en EE UU

Juan Pablo II pidió ayer clemencia para el joven italo-americano Derek Rocco Barnabei, de 34 años, que espera en el corredor de la muerte de la prisión de Jarrat (Virginia) a que le sea administrada una inyección letal. A menos que el Supremo decida detener la ejecución o que el gobernador de Virginia le conceda la gracia, Barnabei será ejecutado a las nueve de la noche de hoy (tres de la madrugada del viernes, hora europea). "Uno mi voz una vez más a la de quienes reclaman que no se arrebate la vida al joven Dereck Rocco Barnabei", dijo el pontífice ayer. "Espero que se renuncie al rec...

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Juan Pablo II pidió ayer clemencia para el joven italo-americano Derek Rocco Barnabei, de 34 años, que espera en el corredor de la muerte de la prisión de Jarrat (Virginia) a que le sea administrada una inyección letal. A menos que el Supremo decida detener la ejecución o que el gobernador de Virginia le conceda la gracia, Barnabei será ejecutado a las nueve de la noche de hoy (tres de la madrugada del viernes, hora europea). "Uno mi voz una vez más a la de quienes reclaman que no se arrebate la vida al joven Dereck Rocco Barnabei", dijo el pontífice ayer. "Espero que se renuncie al recurso a la pena capital, ya que el Estado dispone hoy día de otros medios para reprimir eficazmente el crimen, sin privar al reo definitivamente de la posibilidad de redimirse". Es la segunda vez en el plazo de dos meses que Karol Wojtyla pide clemencia para Barnabei, cuyo caso ha movilizado a Italia. Barnabei, detenido en 1993 bajo la acusación de haber violado y asesinado brutalmente a su novia Sarah Wisnosky, de 17 años, apeló a la opinión pública italiana después de que un tribunal le encontrara culpable de asesinato y lo condenara a la pena capital. El abuelo de Barnabei era italiano, aunque el detenido se expresa sólo en inglés. Tampoco la madre, Jane Barnabei, sabe italiano, pero ha sido capaz de movilizar a la opinión pública y a la clase política que se ha volcado en el caso, implicando en él al Gobierno y, lo que es más importante, al Vaticano.

La última esperanza estaba en el análisis del ADN de los restos hallados entre las uñas del cadáver, pero el análisis indica que el ADN pertenece a Barnabei; sin embargo, Italia no se da por vencida, y el país parece unánime en la defensa de que, culpable o inocente, Barnabei no debe morir.

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