Un aficionado es asesinado en un campo de fútbol de Argentina

El "negro", como le llamaban a Pablo Roque Miranda, de 24 años, fanático del Talleres, se desangró el martes por la noche hasta la muerte detrás de una de las porterías del estadio Córdoba mientras su equipo jugaba y vencía al Lanús por 3-0 en un partido del torneo Apertura del fútbol argentino. Miranda había sido apuñalado en el pecho, a la altura del corazón, en medio de una pelea entre bandas de "barras bravas" que disputan el liderazgo de la hinchada del Talleres. El árbitro del partido, Daniel Giménez, dijo que se enteró de todo al finalizar el partido, "porque de haberlo sabido antes lo ...

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Tragedia anunciada

El "negro", como le llamaban a Pablo Roque Miranda, de 24 años, fanático del Talleres, se desangró el martes por la noche hasta la muerte detrás de una de las porterías del estadio Córdoba mientras su equipo jugaba y vencía al Lanús por 3-0 en un partido del torneo Apertura del fútbol argentino. Miranda había sido apuñalado en el pecho, a la altura del corazón, en medio de una pelea entre bandas de "barras bravas" que disputan el liderazgo de la hinchada del Talleres. El árbitro del partido, Daniel Giménez, dijo que se enteró de todo al finalizar el partido, "porque de haberlo sabido antes lo hubiera suspendido en el acto".Miranda cayó y pidió auxilio a gritos. Cuatro aficionados le llevaron en volandas y colocaron su cuerpo al pie de la tribuna popular, donde los médicos no lograron salvar su vida. Uno de los otros cuatro heridos, Daniel Ezcalzodari, de 19 años, fue ingresado en estado muy grave en un hospital de la ciudad de Córdoba.

La policía había montado un operativo de vigilancia y protección dentro y fuera del campo con 400 agentes, pero los primeros hombres uniformados llegaron a la tribuna cuando el tumulto ya había terminado y Miranda agonizaba.

Las disputas entre las distintas bandas que integran la hinchada del Talleres de Córdoba permitían imaginar desde hace tiempo, por sus gritos amenazantes, los coros agresivos improvisados por unos contra otros que pronto se produciría el estallido. Y se produjo ancohe, cuando uno de los grupos intentó tomar la cabecera central de la tribuna, el sitio reservado para los más privilegiados. Por debajo de la batalla territorial, como sucede en la mayoría de las "barras bravas" de todos los equipos, se libra también la lucha por el control del reparto de entradas, del dinero que se le exige como contribución a la plantilla y a los directivos, los robos y el tráfico de drogas.El pasado 19 de marzo, un grupo de hinchas del Unión de Santa Fe asesinó a golpes en la calle a un hincha tocado con un gorro del Colón que pasaba montado en su bicicleta y que ni siquiera había ido al estadio, después de que su equipo perdiera el partido. El "negro" Miranda es el segundo muerto del año y el número 139 desde que comenzó el fútbol profesional en Argentina. La mayoría de los crímenes se cometieron en los últimos quince años y fuera de los estadios. Hacía diez años que un aficionado no era asesinado dentro del campo.

Ahora, un nuevo muerto está ahí, al pie de la tribuna popular, y le mataron con un puñal a pesar de que supuestamente la policía revisa y cachea a cada uno de los aficionados antes de ingresar en el estadio. Ayer todos se lamentaban. Los abogados de la fundación Fair Play iban a reclamar otra vez la suspensión del torneo y los directivos exigían una investigación que acabara con el castigo de los culpables.

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