Clinton intenta reunir a Barak y Arafat en su última oportunidad para desbloquear la paz

El mensaje emitido ayer por la Casa Blanca era claro y rotundo: la presencia de Bill Clinton, Ehud Barak y Yasir Arafat en la cumbre de la ONU, en Nueva York, puede ser "la última oportunidad" para desatascar la fase final del proceso de paz en Oriente Próximo. Clinton, que llegó ayer a Manhattan, va a hacer un "esfuerzo supremo" por conseguir que Barak y Arafat se vean las caras esta semana y rubriquen algún tipo de acuerdo, según Sandy Berger, consejero nacional de Seguridad. La paz en Oriente Próximo es el gran objetivo de Clinton para los cuatro meses que le quedan de presidencia.

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El mensaje emitido ayer por la Casa Blanca era claro y rotundo: la presencia de Bill Clinton, Ehud Barak y Yasir Arafat en la cumbre de la ONU, en Nueva York, puede ser "la última oportunidad" para desatascar la fase final del proceso de paz en Oriente Próximo. Clinton, que llegó ayer a Manhattan, va a hacer un "esfuerzo supremo" por conseguir que Barak y Arafat se vean las caras esta semana y rubriquen algún tipo de acuerdo, según Sandy Berger, consejero nacional de Seguridad. La paz en Oriente Próximo es el gran objetivo de Clinton para los cuatro meses que le quedan de presidencia.

La llamada Cumbre del Milenio es el último gran cónclave internacional al que asiste Clinton como presidente de EE UU. Pero ningún otro asunto eclipsa a Oriente Próximo en sus preocupaciones internacionales. Clinton buscó incansablemente un acuerdo en la cumbre que, el pasado julio, Barak y Arafat celebraron en Camp David, la residencia de descanso de los presidentes estadounidenses. Tal era su afán por poder proclamar el éxito de la reunión, que propuso a Barak y Arafat emitir un comunicado anunciando que habían alcanzado un acuerdo en todos los temas espinosos -en particular, fronteras y futuro de las colonias judías- menos en el de Jerusalén.Pero Jerusalén era en Camp David -y sigue siendo en Nueva York- la clave de la paz y la guerra en Tierra Santa. Arafat quiere soberanía palestina sobre su parte oriental, incluidos los santuarios cristianos, judíos y musulmanes de la Ciudad Vieja. Barak acepta transferir a los palestinos el control de algunos barrios del este de Jerusalén, pero no el de los lugares sagrados. Los palestinos dicen entonces estar abiertos a una internacionalización de las áreas históricas en disputa.

Barak ha desencadenado un esfuerzo diplomático para intentar despejar el problema de Jerusalén. Shlomo Ben Ami, su ministro de Exteriores, habló recientemente en Agadir con Mohamed VI, según informaron fuentes israelíes. El monarca marroquí había sido el anfitrión de una reunión del Comité Al Quds, al que pertenecen 15 países musulmanes y la OLP, que concluyó reiterando que Jerusalén oriental debe ser la capital palestina.

"La oportunidad es enorme, pero el tiempo es corto", declaró Barak tras reunirse en la sede de Naciones Unidas con Kofi Annan. "Quizá no sea una cuestión de días, pero tampoco de meses; estamos hablando de unas cuantas semanas", añadió. Barak agradeció a Annan que la ONU certificara la completa retirada israelí del sur de Líbano y su apoyo para que el Estado hebreo sea aceptado en el grupo de países europeos de Naciones Unidas.

No existía ayer ningún acuerdo para que Clinton, Arafat y Barak celebren una reunión conjunta en Nueva York, ni tampoco para que el israelí y el palestino se vean directamente. Sin embargo, el primer ministro canadiense, Jean Chrétien, aseguró, tras entrevistarse ayer con Arafat en Ottawa, que la esperada cita se produciría hoy. Poco antes, el rey Abdalá de Jordania habia instado a ese encuentro directo.

Clinton empezará hoy a reunirse por separado en el Waldorf Astoria con el primer ministro israelí y con el presidente de la Autoridad Palestina, y tanto él personalmente como sus más estrechos colaboradores recorrerán los pasillos del hotel en una y otra dirección llevando las ofertas de cada una de las partes y fórmulas propias de consenso.

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La Casa Blanca reconocía que el terreno neoyorquino es menos propicio que Camp David para este tipo de febril ajetreo diplomático. Arafat estará en permanente contacto con otras delegaciones árabes, que le instarán a no ceder en el objetivo de que Jerusalén también sea la capital del futuro Estado palestino. Por su parte, Barak estará sumergido en la atmósfera de los grupos de presión judíos de EE UU, que le animarán a sostener que la Ciudad Santa es la "capital eterna e indivisible" de Israel.

Para intentar despejar el terreno, Clinton ha enviado en los últimos días a Oriente Próximo a su especialista en la zona, Dennis Ross, y a George Tenet, director de la CIA. Según Berger, Ross y Tenet no han observado cambios sustanciales respecto a Camp David. Sea como sea, norteamericanos, israelíes y palestinos compartían ayer el sentimiento de que Nueva York puede ser la última gran oportunidad de avanzar en la conclusión de un pacto final para el tortuoso proceso que comenzó en 1993 y que las dos partes decidieron culminar el 13 de septiembre de este año. El sentimiento común era que no habrá acuerdo antes de esa fecha, pero que el proceso puede prolongarse esas semanas más a las que aludió Barak, hasta finales de octubre, cuando vuelva a reunirse un Parlamento israelí en el que los halcones son cada día más poderosos.

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