LA OFENSIVA TERRORISTA

"Ayer miré los bajos de mi coche por primera vez"

1.865 mujeres hacen desde 1988 igual trabajo que los hombres en la Guardia Civil. Irene Fernández era una de ellas

El domingo eran 1.866 mujeres. Hoy son 1865. Irene Fernández salió despedida por la ventana de su coche patrulla, en Sallent de Gállego (Huesca), e inauguró el apartado femenino de las víctimas mortales de la Guardia Civil a manos de ETA. Los fallecidos en total son 791: militares, grandes empresarios, policías, políticos de primera fila, concejales desconocidos, jueces, dueños de bares... Pero desde que se les permitiera entrar en la institución armada, hace 12 años, ningu...

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1.865 mujeres hacen desde 1988 igual trabajo que los hombres en la Guardia Civil. Irene Fernández era una de ellas

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El domingo eran 1.866 mujeres. Hoy son 1865. Irene Fernández salió despedida por la ventana de su coche patrulla, en Sallent de Gállego (Huesca), e inauguró el apartado femenino de las víctimas mortales de la Guardia Civil a manos de ETA. Los fallecidos en total son 791: militares, grandes empresarios, policías, políticos de primera fila, concejales desconocidos, jueces, dueños de bares... Pero desde que se les permitiera entrar en la institución armada, hace 12 años, ninguna mujer había muerto por culpa de un etarra. Habían sido asesinados 201 agentes, pero todos hombres. A Irene no le dio tiempo a saber que ella era "la primera". La bomba lapa fue implacable.Laura reconoce que ayer "miró" los bajos de su coche "por primera vez". Es lo que se llama una guardia civil estándar: ingresó hace siete años, con otras 400 compañeras, en una de las promociones con más mujeres de la década. Tiene 28 años, la edad con más agentes femeninos en la actualidad.

No quiere que se sepa su nombre real, no puede hablar de terrorismo sin autorización oficial. Dice que lo de Irene no le sorprendió especialmente, que también murió un chico de 22 años, que las guardias ya conocen el fuego etarra: una, E. M. P. R., fue gravemente herida por un coche bomba en San Sebastián el 7 de marzo. Pero el atentado del domingo la hizo mirar ayer lunes, libre de servicio, los bajos de su coche. Nunca antes lo había hecho. "Y eso que soy objetivo. Cualquier día me puede tocar", dice.

La primera promoción de mujeres en la Guardia Civil ingresó en septiembre de 1988 en los centros de formación de Úbeda y Baeza (Jaén). Antes sólo había matronas, que no eran agentes propiamente dichas, sino que trabajaban en las dependencias oficiales para, por ejemplo, cachear a las detenidas. Hoy quedan 88 de ellas, la mayor de 58 años. La guardia más joven nació en 1979.

Aquella promoción de 1987 la integraban 197 de las 2.497 aspirantes que se presentaron a las pruebas. "Eso es lo más difícil: entrar", asegura Laura. A pesar de que las marcas físicas que tienen que superar son menores que las masculinas, después, en los nueve meses de academia, se les pide lo mismo que a los hombres: correr, nadar, trepar... Laura no le da mayor importancia: "Te acostumbras". Eso sí, una vez que estás dentro, el mantenimiento es individual. No hay más exámenes.

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Salvo si están embarazadas -esos meses los pasan en las oficinas-, las mujeres hacen exactamente lo mismo y llevan las mismas armas que los hombres: vigilar, acudir a llamadas urgentes, hacer controles de carretera, perseguir a delincuentes...

Hace seis o siete años, algunos conductores no hacían caso a la orden de parar si se la daba una mujer. "Incluso pedían hablar con tu compañero", explica Laura. Ahí es donde tenían que demostrar "carácter" porque "España es un país machista": "Tenías que decir: 'hablas conmigo y ahora".

En la Guardia Civil sólo hay una diferencia explícita por sexo: las patrullas no están nunca compuestas por dos mujeres. Puede ir una sola, pero jamás dos juntas. Son o mixtas o masculinas, que es lo más frecuente. En el cuerpo hay 67.160 hombres -hasta el domingo, 67.161-. El porcentaje femenino es el 3%. Prácticamente igual que en el Cuerpo Nacional de Policía, mixto desde 1984.

La discriminación en los cuarteles es una vieja sospecha que no avivan las mujeres. Pero hay casos: a una compañera del cuartel de Laura, muy femenino -una mujer por cada diez hombres- le dieron la baja psicológica porque no soportaba "el acoso". ¿Sexual? "No, sexual no. Eso está muy controlado. Con una denuncia en la prensa hundes al tipo". El acoso, explica otra agente, es "la discriminación constante": hacer los trabajos peores, ser tratada con poco respeto, ser objeto de los "detallitos" del jefe, no ascender... Laura, que vive en Madrid, lo tiene mejor: "Hay mucha gente". Es en los pueblos, en las ciudades pequeñas, donde el "ordeno y mando" tiene todavía, aseguran las guardias, algo de vigencia: "Somos bastante pocas".

Aun así, hay consenso en que los mandos "se van adiestrando". La sensación que dejan no es de presión. Las mujeres no se quejan de una discriminación de género. El grado máximo que han alcanzado es el de teniente -hay cuatro-. Les queda tener una comandante o una coronel, pero en los años que llevan han conseguido sumar ocho sargentos.

ETA está en la cabeza de todos los agentes, masculinos o femeninos: "Claro que te afecta". Dan todo por la patria por 150.000 pesetas al mes. Intentan olvidar las bombas: "Si te influyeran, no saldrías a la calle". Pero, para acabar, Laura sí precisa que no le gustaron las declaraciones de algún alto cargo sobre que el atentado de Sallent da "ánimos" a la Guardia Civil para seguir su lucha en defensa de la democracia. "A nosotros, no. A nosotros la muerte de Irene nos hunde".

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