Entrevista:NICHOLAS MACKINTOSH - PSICÓLOGO EXPERIMENTAL

"No hay un gen de la inteligencia"

Nicholas Mackintosh dirige desde hace 20 años el departamento de psicología experimental de la Universidad de Cambridge. Es miembro de la Royal Society y ha escrito varios libros sobre inteligencia y aprendizaje. La semana pasada participó en un curso de verano de la Universidad Complutense dedicado a la encefalización humana. Mackintosh explicó que el hombre no es más inteligente que otros animales porque su cerebro sea el más grande (es mayor el de las ballenas y el de los elefantes), ni por tener la mayor cabeza en proporción al cuerpo (en esto le superan algunas especies de cuervos y de mo...

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Nicholas Mackintosh dirige desde hace 20 años el departamento de psicología experimental de la Universidad de Cambridge. Es miembro de la Royal Society y ha escrito varios libros sobre inteligencia y aprendizaje. La semana pasada participó en un curso de verano de la Universidad Complutense dedicado a la encefalización humana. Mackintosh explicó que el hombre no es más inteligente que otros animales porque su cerebro sea el más grande (es mayor el de las ballenas y el de los elefantes), ni por tener la mayor cabeza en proporción al cuerpo (en esto le superan algunas especies de cuervos y de monos). No obstante, cree que los humanos deben buena parte de su evolución al crecimiento prolongado de su cerebro durante los últimos tres millones de años.Pregunta. ¿El hombre es inteligente porque creció su cabeza, o fue la inteligencia la que hizo que el cerebro se desarrollara?

Respuesta. El aumento del tamaño del cerebro es anterior, pero no hay indicios de que provocara una evolución inmediata del comportamiento. Es difícil medir la inteligencia de los primeros homínidos a partir sólo de huesos y utensilios. Pero los avances tecnológicos no aparecen hasta hace unos 50.000 años, y el cerebro creció hace 100.000 años.

P. ¿Sobrevivieron los que tenían el cerebro más grande porque eran más inteligentes?

R. Hay otra explicación. La teoría de la selección sexual de Darwin sugiere que los que tenían la cabeza más grande no fueron seleccionados por ser más hábiles para encontrar comida o para escapar del peligro, sino porque eran más atractivos para el sexo opuesto. Tener la cabeza grande era un elemento de seducción, como la cola del pavo real.

P. ¿Qué porcentaje debe la inteligencia a la genética y cuál a los factores ambientales?

R. Es imposible separar una cosa de la otra. La inteligencia tiene una base genética, pero eso no significa que haya un determinado gen que produzca automáticamente inteligencia, o que se nazca con un cerebro más eficiente. La manera de actuar de los genes es muy complicada, lo que hacen es demandar estímulos ambientales que contribuyen al desarrollo de la inteligencia.

P. ¿Por ejemplo?

R. Hay pruebas con gemelos idénticos, criados en familias separadas, que al crecer desarrollan un cociente intelectual similar. Esto se debe en parte a que los gemelos reciben un trato similar, aunque crezcan en entornos socioculturales opuestos. La explicación es que sus similitudes genéticas demandan el mismo trato y provocan un entorno parecido.

P. ¿No es eso sobrevalorar la influencia de los hijos en sus padres?

R. No, es evidente que los bebés condicionan el comportamiento de los adultos. Dos bebés provocan en un mismo adulto comportamientos diferenciados.

P. ¿Son fiables los tests de inteligencia?

R. No sirven para medir todo, por ejemplo no permiten predecir el éxito académico, pero de momento es lo mejor que tenemos.

P. ¿Qué opina de la inteligencia emocional?

R. Vivimos en un entorno social donde es importante relacionarse y saber influir en los demás, pero esto implica habilidades muy diferentes que no necesariamente van unidas. La inteligencia emocional no se puede medir por un único factor, por eso creo que está sobrevalorada. Pero no quiero ser muy crítico, para ser socialmente inteligente hay que ser agradable con los demás.

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