Reportaje:

El nuevo José Bové

Malos tiempos para la familia McDonald's en Francia. Después de haber sido condenado por los antimundialistas de Millau, el número uno mundial de la restauración rápida volvió a ocupar ayer el banquillo de los acusados bajo la mirada reprobadora de buena parte de la opinión pública francesa. Varios eurodiputados de los Verdes y del PCF participaron en la manifestación contra la multinacional americana desarrolla a las puertas de la Magistratura de Trabajo de Albi. Esta vez, su acusador no es un líder sindical antiliberal internacionalista como José Bové, el héroe de Seattle y de ...

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Malos tiempos para la familia McDonald's en Francia. Después de haber sido condenado por los antimundialistas de Millau, el número uno mundial de la restauración rápida volvió a ocupar ayer el banquillo de los acusados bajo la mirada reprobadora de buena parte de la opinión pública francesa. Varios eurodiputados de los Verdes y del PCF participaron en la manifestación contra la multinacional americana desarrolla a las puertas de la Magistratura de Trabajo de Albi. Esta vez, su acusador no es un líder sindical antiliberal internacionalista como José Bové, el héroe de Seattle y de Davos, pero esta vez los cargos hurgan directamente en los corazones de las gentes de bien. El McDonald's de Albi está acusado nada menos que de penalizar la caridad, de castigar con el despido el gesto de piedad de un antiguo empleado, Rémi Millet, de 23 años, hoy en el paro. "La injusticia de que usted ha sido víctima atenta contra los valores de la fraternidad y la justicia que son el fundamento de nuestra república", le ha escrito la ministra de Deportes, la comunista Marie Georges Buffet.

Según el relato, el pasado noviembre una mendiga entró en el establecimiento a primera hora de la noche y comenzó a pedir limosna a los comensales. Tal y como establece el reglamento de la casa, Rémi Millet le indicó que la mendicidad estaba prohibida en el interior del local y le invitó a abandonarlo. Como la mujer empezó a protestar repitiendo "tengo hambre, tengo hambre", el joven empleado, que sólo llevaba dos meses escasos trabajando en el McDonald's, optó por ofrecerle cinco hamburguesas de queso. Aunque el despido se produjo en enero, Rémi Millet sostiene que aquella acción determinó la ruptura de su contrato. En la vista celebrada ayer en Albi, la acusación reclamó doce meses de salario en concepto de daños e intereses por un despido que considera irregular y abusivo", tanto "en la forma, como en el fondo". La sentencia será dada a conocer el 25 de octubre.

"Es una versión fabulada de arriba abajo, estamos siendo crucificados y vilipendiados, monsieur Millet fue despedido por haber faltado en 32 ocasiones a su contrato de trabajo y al reglamento interno de la empresa", afirma, indignado, Pierre Loiret-Fournier, propietario de la hamburguesería de Albi. No es el único que considera el que relato de Rémi Millet es una versión rosa urdida astutamente para cosechar una jugosa indemnización al calor del antimacdonalismo latente en Francia. El director del establecimiento ironiza largamente sobre la actitud del acusador. "Se cree Zola", dice.

Es dudoso, sin embargo, que vista la notoriedad obtenida a lo largo de estos meses, Rémi Millet aspire únicamente a retirarse del caso con una buena indemnización. El joven no acabó el bachillerato, pero no le falta facilidad de palabra ni vocabulario, ni tampoco esa capacidad para la puesta en escena y los discursos que encajan plenamente en la actualidad. Más que emular a Zola, Rémi Millet aspira a convertirse en un segundo José Bové.

En sus intervenciones en el Parlamento Europeo, ante el comité federal del PCF de Tarn -no es militante, pero el partido parece haberle adoptado como tal-, o en la pasada concentración de Millau de apoyo a José Bové, "el despedido de McDonald's" ha incorporado a su acusación el discurso antimundialista y de denuncia de la precariedad en el empleo. Un terreno éste último que conoce bien porque como tantos otros jóvenes franceses, también él ha pasado por una larga lista de empleos eventuales pagados con el salario mínimo. Verdaderamente, Rémi Millet no tiene acreditada una fama de trabajador serio pero, impostor o no, oportunista o no, ha tocado oportunamente la tecla del anti americanismo, del miedo la mundialización, del rechazo a la mal bouffe (comida bazofia) encarnada por McDonald´s.

Sin pretender, claro está, presentarse como el templo de la gastronomía, McDonald's Francia recuerda insistentemente para defenderse que emplea, a tiempo parcial o en precario, ciertamente, a unos 30.000 asalariados, que da trabajo a unos 4.500 ganaderos franceses, que las lechugas que sirven proceden de la Bretaña y las patatas del Nort-Pas-de Calais. Pero McDonald's Francia se ve confrontada a una descalificación como símbolo del American way of life que encuentra eco también en sus consumidores habituales. De ahí que Rémi Millet haya encontrado mucha gente dispuesta a creerse por anticipado la veracidad de su denuncia.

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