ATENTADO DE ETA EN MADRID

La explosión causó nueve heridos, entre ellos un vagabundo israelí, que es el de más gravedad

El atentado de ETA sacudió ayer el corazón comercial de Madrid. Nueve personas resultaron heridas por la explosión, y cuatro de ellas fueron trasladadas a centros hospitalarios. Tres recibieron el alta poco después. Dos de los afectados son mendigos -uno de ellos israelí- que dormían a unos metros del lugar donde estaba colocado el coche bomba. Se salvaron de una muerte segura porque estaban tumbados y la onda expansiva les pasó por encima, encajonada entre edificios en el denominado efecto chimenea. Un centenar de viviendas y medio centenar de comercios sufrieron desperfectos.

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El atentado de ETA sacudió ayer el corazón comercial de Madrid. Nueve personas resultaron heridas por la explosión, y cuatro de ellas fueron trasladadas a centros hospitalarios. Tres recibieron el alta poco después. Dos de los afectados son mendigos -uno de ellos israelí- que dormían a unos metros del lugar donde estaba colocado el coche bomba. Se salvaron de una muerte segura porque estaban tumbados y la onda expansiva les pasó por encima, encajonada entre edificios en el denominado efecto chimenea. Un centenar de viviendas y medio centenar de comercios sufrieron desperfectos.

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"Me duele hasta la moral". Francisco Gálvez, mendigo de 42 años, natural de Valencia, se quejaba a media mañana de ayer en una cama de la unidad de urgencias del Hospital Clínico de Madrid. Gálvez sobrevivió a la explosión. La sacudida de la onda expansiva le vapuleó el cuerpo. Sufrió una fuerte contusión en la zona lumbar y en la pierna derecha. "La explosión me lanzó por el aire, como si me hubieran pegado un fuerte tirón por la espalda", explicó.Gálvez dormía en la puerta de la Fnac -un centro comercial de cinco plantas donde se venden discos, libros...- que da a la calle del Carmen. La noche era fresca y Francisco descansaba dentro de un saco de dormir, sobre una alfombra de cartones que le aislaban del frío suelo. No sospechaba que esa noche iba a sufrir su peor pesadilla. El coche-bomba estaba situado en la puerta de El Corte Inglés, a sólo 20 metros de su camastro.

Francisco dormía a pierna suelta cuando la onda expansiva le dejó cubierto de escombros y cristales rotos. Los bomberos le desenterraron para que el Servicio Municipal de Urgencias pudiera trasladarle al hospital Clínico.

Otras tres personas fueron hospitalizadas tras la explosión: un mendigo israelí, un repartidor y un viandante. El israelí, Saúl Goldblat, de 52 años, que dormía cerca de Gálvez, resultó grave. La metralla se le incrustó en una cadera y la violenta explosión le fracturó la pelvis. Sus gritos de dolor se escucharon a 50 metros. Fue trasladado al Hospital Clínico, donde anoche seguía en la UVI en espera de ser intervenido quirúrgicamente.

Mariano Ludeña, jefe de sector del Metro, abría la cancela de la estación de Callao a las 06.29 cuando se produjo la explosión. "Parecía que se venía el techo encima. Una señora que entraba en el Metro se cayó por la escalera", recordaba. "Había una bola de fuego y una densa polvareda en la calle del Carmen. Fue terrible", concluyó.

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Antonio Zaida Turacientes, de 20 años, aparcó su furgoneta de reparto a unos 20 metros del coche bomba. Estaba en la parte trasera de su Citroën Jumpy, cuando explosionó el artefacto. La puerta del vehículo le sirvió de escudo. Aún así quedó conmocionado, con heridas leves. Ingresó en la Clínica de la Concepción a las 08.30 y fue dado de alta poco después.

Los cuatro policías heridos estaban reconociendo el coche-bomba en el momento de la explosión. Los agentes tomaron la precaución de protegerse detrás del mobiliario urbano, mientras pedían los datos del Renault 21 sospechoso. Otros dos afectados son la argelina Naji Binata, empleada de la empresa Clarosol, que se ocupa de la limpieza de El Corte Inglés, y José Antonio Hernández Blanco, vigilante de seguridad, que sufrió una ataque de nervios. También resultó herido el viandante Luis Miguel Santiago Castro, de 31 años.

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