Cartas al director

Desilusión

Un año más cientos de alumnos han hecho las pruebas de Selectividad con el sueño de realizar una carrera que les prepare para incorporarse al mundo laboral. Independientemente del resultado que obtengan y de que puedan cursar los estudios que deseen, para todos y todas el año que viene supondrá un gran cambio.Yo no me puedo quejar de mi primer día en la facultad. Llegué con tres compañeras unos 15 minutos antes de la hora a la que empezaba la primera clase y nos tuvimos que sentar en la última fila. Pasamos varias horas escuchando a los profesores del día según el horario, que nos explicaban l...

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Un año más cientos de alumnos han hecho las pruebas de Selectividad con el sueño de realizar una carrera que les prepare para incorporarse al mundo laboral. Independientemente del resultado que obtengan y de que puedan cursar los estudios que deseen, para todos y todas el año que viene supondrá un gran cambio.Yo no me puedo quejar de mi primer día en la facultad. Llegué con tres compañeras unos 15 minutos antes de la hora a la que empezaba la primera clase y nos tuvimos que sentar en la última fila. Pasamos varias horas escuchando a los profesores del día según el horario, que nos explicaban la asignatura ¡y nos daban ánimos!, contándonos que aproximadamente cuatro de las 150 de las que estábamos allí trabajaríamos en la carrera que acabábamos de empezar a estudiar. Para terminar, tuvieron que desalojar la facultad porque hubo un pequeño incendio.

Sin embargo, ese primer día es el principio de una decepción. Una vez que entras en la universidad te conviertes, en el mejor de los casos, en un nombre con dos apellidos al que a los catedráticos les importa un bledo la cara que le corresponde. Aunque también puedes pasar a ser un número, algo así como un código de barras, sólo que sin ellas y que supuestamente a nadie se le ocurriría pensar que no eres una persona.

Me temo que el problema es que a los señores y señoras catedráticos se les ha olvidado que no son más que funcionarios, lo que no les da derecho a tratar al alumnado como si no fueran nada, llegar tarde o comportarse como los dioses de la enseñanza.- Sara Fernández Arnáez. La Carolina (Jaén).

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