El Gobierno israelí recobra la estabilidad con el regreso de los ministros del Shas

El primer ministro Ehud Barak cerró ayer la crisis gubernamental que atormentaba desde hace dos semanas a Israel al recuperar el apoyo de los fundamentalistas religiosos del partido Shas y aceptar la salida de sus aliados ideológicos naturales, los laicos del partido Meretz. Con esta coalición remozada, Barak pretende ahora avanzar de manera decisiva en el proceso de paz, olvidándose de que las mismas fuerzas políticas que ahora le arropan colaboraron con el ex primer ministro Benjamín Netanyahu para bloquear durante más de dos años las negociaciones con los palestinos y los sirios.

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El primer ministro Ehud Barak cerró ayer la crisis gubernamental que atormentaba desde hace dos semanas a Israel al recuperar el apoyo de los fundamentalistas religiosos del partido Shas y aceptar la salida de sus aliados ideológicos naturales, los laicos del partido Meretz. Con esta coalición remozada, Barak pretende ahora avanzar de manera decisiva en el proceso de paz, olvidándose de que las mismas fuerzas políticas que ahora le arropan colaboraron con el ex primer ministro Benjamín Netanyahu para bloquear durante más de dos años las negociaciones con los palestinos y los sirios.

Los cuatro ministros del partido ultraortodoxo Shas decidieron ayer retirar las cartas de dimisión presentadas hace dos días al jefe de Gobierno, Ehud Barak, permitiendo así al Ejecutivo recuperar su estabilidad. El primer ministro ha tenido que pagar un alto precio para conseguir el regreso de los cuatro ministros fundamentalistas; 150 millones de pesetas en subvenciones para la red de escuelas y guarderías de la formación religiosa y aceptar la salida de los tres ministros laicos del partido Meretz, que se oponían a la entrega de estas ayudas por considerarlas "un chantaje y una capitulación".El primer ministro, Ehud Barak, justificó ayer ante sus militantes de Tel Aviv la operación quirúrgica, alegando que el país necesita "una coalición lo más amplia posible, poniendo al margen los intereses políticos para poder abordar los grandes cambios en beneficio de los israelíes". Detrás de esta alusión se esconden las negociaciones de paz con los palestinos, que tratará de impulsar la próxima semana, coincidiendo con el retorno a la región de la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albrigth.

Las maniobras políticas de Barak, que le han permitido salvar por ahora la crisis, están provocando el escepticismo, entre otros, de los militantes laboristas, que no se sienten para nada identificados con la coalición gubernamental remozada. Ésta ha quedado formada básicamente por partidos religiosos ultranacionalistas, los mismos que durante dos años apoyaron al gobierno del Likud, presidido por Benjamín Netanyahu, y con el cual colocaron el proceso de paz en el congelador.

Las bases laboristas se sienten más cerca ideológicamente de los partidos laicos y árabes que se han quedado fuera de la coalición gubernamental, aseguraba ayer el prestigioso rotativo de izquierda Haretz, quien acusaba a Ehud Barak de ser un clon político de Benjamín Netanyahu.

Por si las evidencias y las acusaciones no fueran suficientes, un portavoz del partido Shas aseguraba ayer que su organización no había firmado un cheque en blanco con respecto al proceso de paz, y que el resultado de las conversaciones con los palestinos sería "negociado punto por punto".

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