Cartas al director

Selectividad

El lunes comienza la selectividad en Madrid. Puntual e inexorablemente, como cada año, se abrirán los sobres a las horas marcadas y se repartirán las pruebas correspondientes. Cuando le toque el turno a la de matemáticas, los nervios harán presa en mi estómago, el sentido de la responsabilidad se me pegará al hígado y el amargo regusto del miedo al fracaso invadirá mis papilas gustativas.Y el caso es que, con total seguridad, sabré contestar a las cuestiones que el azar haya querido que se propongan. ¿Que dónde está el problema? Pues, muy sencillo: ¿estarán los puntos y las comas donde los hem...

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El lunes comienza la selectividad en Madrid. Puntual e inexorablemente, como cada año, se abrirán los sobres a las horas marcadas y se repartirán las pruebas correspondientes. Cuando le toque el turno a la de matemáticas, los nervios harán presa en mi estómago, el sentido de la responsabilidad se me pegará al hígado y el amargo regusto del miedo al fracaso invadirá mis papilas gustativas.Y el caso es que, con total seguridad, sabré contestar a las cuestiones que el azar haya querido que se propongan. ¿Que dónde está el problema? Pues, muy sencillo: ¿estarán los puntos y las comas donde los hemos querido poner? ¿Tendrán las palabras el significado deseado? ¿Serán interpretados los espacios en blanco como lo que son? En una de las pruebas del año pasado, una rigurosa conjunción copulativa acabó convertida, con la ayuda de la opinión publicada, en forzada candidata a variable matemática. Eso es lo que temo.- Diego Delgado Crespo. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares, Madrid.

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