Tribuna:LA CRÓNICA

Un asunto extraño ENRIQUE VILA-MATAS

Se habla mucho de Vargas Llosa y en cambio nada de Vargas Vila. Sin embargo, hubo un tiempo en que Vargas Vila -"el escritor colombiano más popular en el mundo a principios de siglo", en palabras de García Márquez- fue famosísimo. El éxito, en literatura, siempre ha sido muy traidor. Vargas Vila nació en Bogotá en 1860 y vivió mucho tiempo en Barcelona, y murió en 1933 en esta ciudad voluntariamente exiliado y encantado de morir en ella: "A mí me es grata la idea de morir aquí, en esta hospitalaria tierra catalana, y dormir mi último sueño bajo su suelo generoso".Vargas Vila tenía un estilo gr...

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Se habla mucho de Vargas Llosa y en cambio nada de Vargas Vila. Sin embargo, hubo un tiempo en que Vargas Vila -"el escritor colombiano más popular en el mundo a principios de siglo", en palabras de García Márquez- fue famosísimo. El éxito, en literatura, siempre ha sido muy traidor. Vargas Vila nació en Bogotá en 1860 y vivió mucho tiempo en Barcelona, y murió en 1933 en esta ciudad voluntariamente exiliado y encantado de morir en ella: "A mí me es grata la idea de morir aquí, en esta hospitalaria tierra catalana, y dormir mi último sueño bajo su suelo generoso".Vargas Vila tenía un estilo grandilocuente, sembrado de mayúsculas ("el Misticismo es una Voluptuosidad; el contacto con el Infinito en el corazón de las Tinieblas..."), estaba convencido de que era hermano de Nietzsche, le gustaba mucho El Masnou, era un enloquecido grafómano, maestro en los excesos verbales y divino rey de la cursilería. Como persona, era amanerado y ególatra. Y era inteligente, tanto que no ignoraba que era muy malo escribiendo. Saber que en la cursilería radicaba la causa de su éxito le llevó muy pronto -como a veces le ocurre a Antonio Gala cuando llama "petardas" de repente a algunas de sus admiradoras- a despreciar con ferocidad a sus lectores.

Borges dijo que el "el único roce" de Vargas Vila con la literatura ocurrió cuando escribió esta frase: "Los dioses no permitieron que Santos Chocano deshonrase al patíbulo muriendo en él". Y Alfonso Reyes le calificó de "hombrecito avejentado y nada varonil, con aire y acento de yucateco". Pero Vargas Vila no necesitaba que Borges o Reyes se rieran de él, era lo suficientemente lúcido como para saber que era un escritor espantoso y vivir amargado, muy amargado. "El Disgusto de mi Obra me posee".

Ya hace días que desde México mi amigo Christopher Domínguez Michael me habla de la increíble historia del Diario de Vargas Vila que, con prólogo de Salazar Pazos, ediciones Áltera publicó en enero de este año en Barcelona. Ayer me compré el libro coincidiendo con la atención que le ha dedicado Christopher en Letras Libres en un artículo donde comenta la increíble historia de las codiciadas memorias de Vargas Vila, una historia en la que se cruza el destino de este escritor con el de su compatriota García Márquez.

Resulta que en 1965 los herederos de Vargas Vila, que vivían en La Habana, le vendieron al profesor cubano Raúl Salazar Pazos el manuscrito del Diario, un manuscrito que permanecía inédito y del que Vargas Vila había dicho que sería el libro que había de sobrevivirle. No se equivocó, aunque las razones por las que le está sobreviviendo son extraliterarias. Deseoso de que el inédito de Vargas Vila fuera publicado en Colombia (no en Cuba, porque no simpatizaba con el castrismo), el profesor Salazar Pazos se dirigió a García Márquez a través del periodista Hernando Guerrero informándole de que tenía el original del Diario. El profesor nunca recibió noticias directas de García Márquez, pero sí las reiteradas visitas de funcionarios castristas instándole a vender el manuscrito, que le decían que sería publicado en Cuba con prólogo de García Márquez. Como fuera que el profesor se negó a venderlo, fue encarcelado y torturado, acusado de "ser un elemento negativo, un parásito que actúa contra la política cultural de la Revolución".

En la prisión de Combinado del Este se le aplicaron al profesor diversas descargas de electrochoques en el cerebro. "Vargas Vila, Vargas Vila. ¿Qué mosca les habrá podido picar?", se preguntaba el profesor en medio de las ratas de su calabozo. Una historia extraña. Como el profesor se había molestado en copiar a mano el Diario y lo había enviado al extranjero, al final aceptó vender el manuscrito y recuperó su libertad, salió de Cuba. Hasta donde se sabe, el original de Vargas Vila duerme en la bóveda de seguridad del Consejo de Estado de Cuba. Salazar Pazos, en su prólogo, se abstiene de acusar a García Márquez de algo, pero sugiere que a los sicarios castristas se les fue la mano y los electrochoques al intentar hacerle un regalo al premio Nobel.

Un asunto extraño, trágico y grotesco. ¿Dónde se ha visto que por un mediocre Diario le manden a uno a un calabozo con ratas y le torturen? En realidad, es poco decir que el Diario es mediocre, el Diario es horrendo. Se acaba de publicar ahora en Barcelona, la ciudad a la que tan vinculados están los protagonistas colombianos de este extraño asunto. Último despropósito: Vargas Vila escribió que le parecía grato descansar para siempre en suelo catalán, pero en 1981, con gran pompa y desvarío, trasladaron sus huesos a Bogotá. Desde luego pasan cosas horribles en esta vida, también la vida es un asunto extraño.

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