Tribuna:

Libros

Una campaña de promoción de la lectura durante el franquismo anunciaba que un libro ayuda a triunfar. Pretendían los jerarcas culturales de la época confundir el placer de la lectura con la filosofía del éxito. Pero en realidad los libros ayudan a vivir. Cada autor vuelca en las páginas de un texto sus sueños, sus vivencias, sus experiencias, dramas y alegrías, historias inventadas que fabulan, recrean o analizan todo un mundo, el mundo de cada escritor, un universo personal e intransferible y al mismo tiempo contagioso para sus lectores. Novelas históricas y góticas, narraciones intimistas, e...

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Una campaña de promoción de la lectura durante el franquismo anunciaba que un libro ayuda a triunfar. Pretendían los jerarcas culturales de la época confundir el placer de la lectura con la filosofía del éxito. Pero en realidad los libros ayudan a vivir. Cada autor vuelca en las páginas de un texto sus sueños, sus vivencias, sus experiencias, dramas y alegrías, historias inventadas que fabulan, recrean o analizan todo un mundo, el mundo de cada escritor, un universo personal e intransferible y al mismo tiempo contagioso para sus lectores. Novelas históricas y góticas, narraciones intimistas, ensayos complejos o divulgativos, poesía del amor y de las emociones o versos de combate, biografías de actrices o memorias de diplomáticos, libros de aventuras para niños y para jóvenes, relatos alucinantes de ciencia-ficción o historias de terror que estremecen. Todo ello inunda durante estos días las casetas de los jardines de Viveros de Valencia y lleva a volar con la imaginación.Libros que conmueven y otros que inducen a reflexionar, ejemplares que te llevas a la cama o al parque, que hojeas en el autobús o en el tren, novelas escritas en catalán con las variantes de El Gironés o vertidas con el dialecto de Alcoy, narraciones en castellano de autores latinoamericanos o relatos teñidos del español de Andalucía, traducciones de multitud de idiomas, enciclopedias, revistas de cómic o catálogos de arte dibujan durante la Feria del Libro el inmenso caleidoscopio de una convivencia que abre las mentes y aviva los sentidos. Pero la mitad de la población española, que confiesa no leer nunca un libro, permanece todavía ajena a un placer que comienza en la cabeza para alcanzar después todos los poros de la piel. Porque quien disfruta de la afición por la lectura entra en una infinita biblioteca de Babel donde, como ha escrito Umberto Eco, "el verdadero héroe no es la biblioteca misma, sino el lector, nuevo don Quijote, móvil, aventurero, incansablemente inventivo, alquímicamente combinatorio, capaz de dominar los molinos de viento". Señoras y señores, pasen y lean.

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