Editorial:

Viejo Mayo

Éste podría haber sido el primer Primero de Mayo de la nueva economía. Sin embargo, antes de pasar a pensar en este futuro de hecho ya presente, por desgracia quedan temas de la vieja economía por resolver que afectan directamente no ya a los intereses, sino a la propia vida de los trabajadores, como la alta siniestralidad laboral, sobre la que han girado las manifestaciones sindicales de ayer en España. España va bien, pero esta siniestralidad, con niveles similares a los de algunos países subdesarrollados, va terriblemente mal. Un total de 1.572 muertos en accidentes laborales (uno cada 5,5 ...

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Éste podría haber sido el primer Primero de Mayo de la nueva economía. Sin embargo, antes de pasar a pensar en este futuro de hecho ya presente, por desgracia quedan temas de la vieja economía por resolver que afectan directamente no ya a los intereses, sino a la propia vida de los trabajadores, como la alta siniestralidad laboral, sobre la que han girado las manifestaciones sindicales de ayer en España. España va bien, pero esta siniestralidad, con niveles similares a los de algunos países subdesarrollados, va terriblemente mal. Un total de 1.572 muertos en accidentes laborales (uno cada 5,5 horas, según Cándido Méndez) el año pasado en España representan la cuarta parte de toda la UE. En este terreno, España y la Unión Europea tienen un problema que resolver con urgencia, dados sus costes humanos y económicos.Más que nuevas leyes, falta hacer cumplir las que hay -con más inspectores, que en España representan casi cuatro veces menos que la media europea- y, antes que nada, generar una cultura de la prevención y un nuevo entorno laboral: los sindicatos tienen razón cuando vinculan esta terrible situación a las carencias en formación y control, derivadas en buena parte de una elevada precariedad en el empleo.

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Son estas carencias las que, tras una legislatura de diálogo con el Gobierno de Aznar, han llevado a CCOO y a UGT a amenazar con una huelga para el próximo otoño si el Ejecutivo no toma medidas para reducir la siniestralidad laboral, cortar los abusos en la contratación laboral y mejorar la protección a un desempleo que aún no cubre a la mitad de los parados, en un país que sigue teniendo la tasa de desempleados -un 15%- más elevada de la UE, aunque se haya reducido de manera notable. La siniestralidad laboral supone unas pérdidas en la UE de unos 40 billones de pesetas anuales, por lo que todos los Gobiernos deberían estar interesados en reducirla, poniendo por delante la defensa de la vida de los trabajadores.

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Mientras no se remedie esta tragedia cotidiana, hablar de globalización, incluso en términos de "derechos sociales", como propugnó ayer el nuevo secretario general de Comisiones Obreras, José María Fidalgo, resulta anacrónico. La modernización, en España, ha de suponer también una reducción de los accidentes laborales.

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