Tribuna:

Almansa

PACO MARISCAL

En la Almansa del valenciano y su uso, se pasó de la más absoluta indiferencia y olvido de siglos a una presencia tenue y un tanto descolorida en los medios de comunicación social. Algo, aunque poquísimo, se consiguió durante los últimos años con leyes, que se cumplen a medias, de uso del valenciano que estaba en vías de extinción como el samaruc de nuestros humedales, que también desaparecen y desecan. Existen algunas reservas: en la romería a la ermita de Sant Marc, en Olocau, se habla mayoritariamente valenciano; los romeros que acuden a Sant Joan Nepomucé, en La Sarrat...

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PACO MARISCAL

En la Almansa del valenciano y su uso, se pasó de la más absoluta indiferencia y olvido de siglos a una presencia tenue y un tanto descolorida en los medios de comunicación social. Algo, aunque poquísimo, se consiguió durante los últimos años con leyes, que se cumplen a medias, de uso del valenciano que estaba en vías de extinción como el samaruc de nuestros humedales, que también desaparecen y desecan. Existen algunas reservas: en la romería a la ermita de Sant Marc, en Olocau, se habla mayoritariamente valenciano; los romeros que acuden a Sant Joan Nepomucé, en La Sarratella, también lo utilizan en su mayoría. En la televisión autonómica es otra cosa. Ahí lo sustituyen por un castellano amarillo, nada cervantino, en las horas de máxima audiencia; un castellano que es jerga frívola y trivial, muy lejana de la germanía de los personajes del Patio de Monipodio, aun cuando acuden a las tertulias televisivas una antología de pícaros. Poco pueden hacer los romeros, que trabajosamente recorren el camino de la recuperación del valenciano, ante el poderoso influjo de la pantalla doméstica y la comodidad de sofá.

En la Almansa del valenciano y su uso, el nacionalismo ideológico, de escasa presencia entre nosotros, le prestó a la lengua autóctona en ocasiones un flaco favor. Decenas de miles de ciudadanos que conservan y cultivan el valenciano, no acaban de comulgar con ideologías nacionalistas que relacionan la recuperación de su lengua con la recuperación nacional de no se sabe bien qué entelequias políticas de la Edad Media. Porque en la Edad Media existía la nación cristiana, que incluía la confederación catalano-aragonesa, y cuanto no era nación cristiana era tierra de infieles. Al parecer, y con acierto, se rectifica. En el último congreso de los nacionalistas del Bloc, las quintaesencias nacionales -e irreales- dieron paso a un proyecto político, social y cultural cuyo ámbito gegráfico es el País Valenciano. Por fin un proyecto político se deslinda de metafísicas que vinculaban el ámbito de la lengua catalano-valenciano-balear a deseos e ideologías nacionalistas. Quizás eso repercuta de forma positiva los próximos años en la recuperación del valenciano, y de bríos a los romeros para la defensa del mismo. Los romeros que esta primavera acuden al ermitorio de la Mare de Déu de la Balma, en Sorita, o los que suben la capilla de Sant Cristòfol en L'Alcora, casi siempre tuvieron el tema meridianamente claro.

En la Almansa del valenciano y su uso, la derecha de aquí, por lo general, ni lo tuvo claro, ni se dedicó de forma inequívoca a la recuperación de la desconsiderada lengua autóctona. Inventó el secesionismo lingüístico, ideología y práctica todavía más irracional que el nacionalismo irredento historicista, y se dedicó al incordio y al castellanismo, que no al cultivo del castellano. Y ahora, si se quiere recuperar la lengua, es esa misma derecha quien ha de terminar con el secesionismo y el incordio. Devorar el disparate que engendró y utilizar el valenciano de forma correcta en la televisión o donde sea, en vez de castigar a los romeros, en vez de cumplir las leyes de uso que elaboraron democráticamente las Cortes Valencianas. Pero continúa el incordio y se acude a hurgar en los estatutos universitarios en lugar de aplicar la ley en la televisión autonómica. La derrota del valenciano en Almansa que no termina.

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