CRUZADAS CIUDADANAS

Luchas por el bienestar

Un parque, el metro, un hospital y menos ruido son las principales reivindicaciones de los movimientos ciudadanosLa presión vecinal ha conseguido, entre otras cosas, el desmantelamiento de dos poblados y la reforma de una plaza

Un parque en el solar contiguo a la iglesia de San Francisco el Grande, el metro hasta Carabanchel y Villaverde, una alternativa al paso de la carretera N-III por el barrio de Santa Eugenia, un hospital en la antigua cárcel de Carabanchel y menos ruido en el centro y en el aeropuerto de Barajas son algunas de las reivindicaciones de los movimientos vecinales actualmente. Sus principales batallas.En su lucha, los vecinos se las ingenian para no pasar inadvertidos, y en ocasiones hasta rozan el terreno de la ilegalidad, como le ocurre a la asociación de vecinos de La Corrala. Desde hace un año, ...

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Un parque en el solar contiguo a la iglesia de San Francisco el Grande, el metro hasta Carabanchel y Villaverde, una alternativa al paso de la carretera N-III por el barrio de Santa Eugenia, un hospital en la antigua cárcel de Carabanchel y menos ruido en el centro y en el aeropuerto de Barajas son algunas de las reivindicaciones de los movimientos vecinales actualmente. Sus principales batallas.En su lucha, los vecinos se las ingenian para no pasar inadvertidos, y en ocasiones hasta rozan el terreno de la ilegalidad, como le ocurre a la asociación de vecinos de La Corrala. Desde hace un año, los vecinos han okupado el solar para pedir que en vez de un edificio de oficinas para el Arzobispado el Ayuntamiento construya un parque que ellos han bautizado como "la muy disputada cornisa". Por su lucha han hecho fiestas, cines de verano y un sinnúmero de actividades lúdicas, todas sin permisos municipales. Precisamente ayer celebraban una fiesta más en el solar. El desafío de los vecinos ha desembocado en una demanda contra algunos residentes en la zona; unos por realizar pintadas, y los otros, acusados de robar un banco de sentarse.

Los vecinos de Santa Eugenia no se quedan atrás. Esta semana han cortado la N-III en dos ocasiones para protestar por la ampliación de la carretera, que supondrá la reducción de un considerable espacio verde. "Lo que nosotros hacemos son concentraciones informativas, pero la gente se ha lanzado a la carretera y la ha cortado de pura desesperación", comenta Carmen Aparicio, secretaria de la Asociación de vecinos de Santa Eugenia.

Los afectados, dice Carmen Aparicio, denuncian que la ampliación de la carretera supondrá que pasen tres vías de servicio por un instituto que tiene 2.800 alumnos, entre los que hay disminuidos físicos.

La otra gran batalla que libran los vecinos es la del hospital de Carabanchel. En los terrenos de la antigua cárcel, los habitantes de la zona exigen que se construya un centro hospitalario en vez de más viviendas. En su batalla contra el Ayuntamiento, los vecinos convocaron un referéndum en el distrito para preguntar a los residentes si querían más casas o un hospital. La respuesta fue abrumadora. Treinta y cinco mil personas participaron en la consulta popular y dieron un sí a la construcción del hospital. Pero los planes del Consistorio continúan firmes.

A los habitantes del distrito de Barajas, muchos de ellos agrupados en la asociación Alameda de Osuna, el ruido que genera el aeropuerto se les ha convertido en pesadilla. Desde hace varios años luchan en contra del crecimiento desmesurado del aeródromo, que les impide, dicen, "vivir tranquilos".

Cada lunes, un grupo de los "más rebeldes" toma las calles e irrumpe en el aeródromo en pijama para demostrar su frustración. Se hacen llamar Pijamas en Acción". "Llegamos a hacer un libro que se llamó Barajas 21: Distrito que despega. Pero al cabo de unos años nos dimos cuenta de que lo único que despega aquí son más y más aviones", dice Andrés Martínez, miembro de la asociación. Los vecinos de Barajas piden el cierre nocturno del aeropuerto y que se insonoricen sus casas.

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La asociación de vecinos de Carabanchel Alto también ha visto difuminarse la ilusión de que el metro llegue a su barrio. Ya antes habían logrado que la Comunidad anunciara la llegada del suburbano, pero aquella intención se quedó en el papel. El metro sólo llegó hasta Pan Bendito. "Hemos hecho muchísimas manifestaciones, pero desde el 96 Cortés se ha negado a atendernos", afirma Pedro Casas, presidente de la asociación.

La guerra más silenciosa ha sido la de los vecinos del barrio de las Letras, que luchan contra el ruido de los bares en su zona. A base de documentación legal y firmas han conseguido encender la polémica sobre el horario de cierre de los bares y han creado una plataforma estatal contra el ruido. "No queremos asistir impasibles a la degradación medioambiental de nuestra zona", señala Juan Carlos Mora, el presidente de la Asociación. Mora asegura que llegará hasta donde sea necesario: "Iremos al Parlamento Europeo y al Tribunal de Estrasburgo".

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Las batallas ganadas

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Movilizaciones, recogida de firmas, cadenas humanas, camellos y féretros de cartón, mascotas. Todo vale en la lucha vecinal. Todo aquello que llame la atención de las administraciones públicas y que logre, por ejemplo, que se desmantele el poblado marginal de La Rosilla, en Vallecas, o que se reforme la plaza de Olavide, en Chamberí.Durante dos años los vecinos de Vallecas se manifestaron jueves tras jueves contra los poblados marginales de La Rosilla y La Celsa. Con gritos y pancartas pedían que se desmantelaran esos poblados. Pero no fue fácil. Para lograrlo llegaron a extremos tales como enviarle un camello de cartón y una jeringuilla gigante al alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, del PP. Y a las puertas de la Asamblea de Madrid llevaron, además, unos féretros de cartón que simbolizaban la muerte del distrito.

"Nuestra lucha principal fue siempre la de los realojamientos, y no porque tengamos algún problema racial, sino porque éste ha sido un distrito castigado por la droga", explica Ignacio García Mayoral, el presidente de la Asociación Ahora, que cuenta con unos 500 socios. La lucha, al final, dio el resultado esperado, porque en abril del año pasado comenzó el desmantelamiento de ambos poblados.

Años atrás, la batalla de los vecinos de Vallecas fue por la vivienda. Y después, por la prolongación del metro, hasta que llegó, en 1998. "El metro estuvimos peleándolo durante más de veinte años", cuenta García. Y uno de los momentos más difíciles fue el enfrentamiento con el vicepresidente regional, Eduardo Cortés, que tildó a los vecinos de "racistas y xenófobos" ante su presión por los poblados.

Los vecinos de La Corrala lo tuvieron tan difícil como los de Vallecas. También, durante años, estuvieron a la espera de que se llevara a cabo la rehabilitación del barrio de Lavapiés. "En el 89 comenzó una oleada de declaraciones de ruina en el barrio. Entonces creamos unas comisiones de afectados que llevábamos como lema 'Ningún desalojo sin realojo". Poco a poco, con la presión, conseguimos que la Administración se diera cuenta de que tenía que invertir en este barrio", cuenta Eduardo Gutiérrez, el vicepresidente de la asociación y portavoz de temas de urbanismo.

En el barrio de Chamberí, una plaza, la de Olavide, ha enfrentado igualmente a políticos y vecinos. Sin unirse como asociación, un grupo de residentes en la zona, liderados por Felipe Domingo, ha logrado que el Ayuntamiento de Madrid se comprometa a reformar la plaza por segunda vez.

Con la insistencia vecinal se logró la primera reforma, que duró más de un año y concluyó en marzo del 99. Ésta, sin embargo, no agradó a los vecinos.

Así las cosas, el movimiento cobró mayor fuerza. Los vecinos elaboraron una encuesta preguntando por los cambios que se esperaban y recogieron, además, miles de firmas que solicitaban una nueva reforma. Y lo lograron.

Al menos, el Ayuntamiento se ha comprometido a iniciar un nuevo proceso de rehabilitación que, aunque estaba previsto para enero pasado, no arranca todavía. De todas maneras, los vecinos esperan que esta vez el Consistorio les tenga en cuenta: "Ojalá no vuelvan a cometer los mismos errores".

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