Los subasteros siguen acaparando la mayoría de los pisos baratos subastados en los juzgados

Los subasteros (el grupo de profesionales que amaña las pujas para conseguir los pisos baratos que sacan a subasta los jueces) siguen campando a sus anchas por los juzgados de Madrid y aprovechándose de las gangas que a veces se ofertan, según coinciden en señalar fuentes judiciales y de la oficina de subastas de la plaza de Castilla. Si en 1999 se subastaron alrededor de 3.000 inmuebles en Madrid, la mayoría se los adjudicaron ellos. Sólo 100 recayeron en particulares. Los expertos confían en que la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil permita poner coto a los profesionales.

Si hace años ...

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Los subasteros (el grupo de profesionales que amaña las pujas para conseguir los pisos baratos que sacan a subasta los jueces) siguen campando a sus anchas por los juzgados de Madrid y aprovechándose de las gangas que a veces se ofertan, según coinciden en señalar fuentes judiciales y de la oficina de subastas de la plaza de Castilla. Si en 1999 se subastaron alrededor de 3.000 inmuebles en Madrid, la mayoría se los adjudicaron ellos. Sólo 100 recayeron en particulares. Los expertos confían en que la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil permita poner coto a los profesionales.

Si hace años los subasteros actuaban por separado, en la actualidad se escudan en sus propias inmobiliarias, según fuentes judiciales. Y es que muchos de ellos han conseguido auténticas fortunas a base de comprar pisos baratos, merced al amaño de pujas, y luego venderlos a precio de mercado.Para abrir la oferta de estos pisos a los ciudadanos necesitados, en 1995 se abrió en la plaza de Castilla una oficina de información de subastas cuyo objetivo era informar de los pasos para poder adjudicarse una de estas viviendas. La idea de la oficina partió de la entonces decana de los juzgados y hoy vocal del Consejo del Poder Judicial, Manuela Carmena. Esta oficina, financiada por la Comunidad de Madrid, el Colegio de Abogados y el Ministerio de Justicia, funciona desde entonces. Desde su creación, por ella han desfilado cerca de 20.000 personas para solicitar información e intentar pujar por un piso. "A todos se les ha dado la información que requerían, pero la complejidad legal de las subastas, por un lado, y los subasteros, por otro, han impedido que muchos de estos ciudadanos pudieran adjudicarse un piso", afirman fuentes de la oficina de subastas. La idea de esta oficina era informar a los ciudadanos de estas pujas para que participasen en ellas y evitar que los subasteros se adjudicasen los pisos sin la competencia de personas ajenas a su trama.

Lo cierto es que de las 4.000 personas que visita cada año esta oficina en busca de información, "sólo un centenar" consiguió hacerse con una vivienda superando las artimañas de los subasteros. Se subastaron 3.000 inmuebles en 1999, pero sólo 100 cayeron en manos de particulares. Fuentes de la oficina de información de subastas afirmaron ayer que las subastillas se siguen produciendo en los juzgados. Esta práctica ilegal, que llevó a juicio por distintos delitos a unos 43 subasteros en marzo de 1995, consiste en que, a espaldas del juez y fuera de la sala de pujas, los profesionales se reúnen y se reparten las fincas que salgan a licitación. Luego, entran en la sala de vistas, y como entre ellos no se hacen competencia, se quedan los lotes de su agrado por precios muchas veces irrisorios. La oficina de subastas ha propiciado, eso sí, que sean más los pujadores ajenos a la trama. No obstante, cuando los subasteros ven a algún postor ajeno, le coaccionan para que no puje o bien le exigen dinero para no intervenir. "Fui con un cliente a una puja", asegura una persona próxima a la oficina de subastas, "y nos pidieron 150.000 pesetas a cambio de no intervenir".

Las fuentes consultadas confían en que la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil dificultará los chanchullos de este grupo organizado que hace negocio con las subastas. Esta norma, que entrará en vigor en enero de 2001, facilitará que familias necesitadas puedan quedarse un piso barato, ya que permitirá hipotecar parte del precio del piso aunque el adjudicatario no lo tenga inscrito aún en el registro.

Actual ley

La actual ley facilita las prácticas de los subasteros, pues obliga a los interesados a depositar "al menos un 20%" del precio inicial de licitación y a consignar el 80% restante dentro de los ocho días siguientes a la adjudicación. Es decir, para un piso de 10 millones, habría que depositar en el juzgado, antes de la puja, dos millones, y luego, los ocho millones restantes antes de ocho días. "Sólo los que tienen dinero líquido pueden optar a un piso", destacan las citadas fuentes, que añaden: "La mayoría es gente humilde que no dispone de esa cantidad y ningún banco da dinero si no puede garantizarlo con una hipoteca". Con la nueva ley, siguiendo el citado supuesto, el plazo para entregar los ocho millones restantes se amplía a diez días y el secretario del juzgado puede emitir un certificado que convenza a los bancos de que el adjudicatario, una vez hecho el papeleo judicial, será el dueño real de la vivienda.

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Gran puja de viviendas organizada por privados

El juez decano de Madrid, Fernando Fernández Martín, está preparando para el próximo julio una macrosubasta de inmuebles organizada por privados a modo de experiencia piloto, según fuentes jurídicas. Será la primera de este tipo que se celebre en España y es una de las novedades que establece la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, que ya está aprobada y que entrará en vigor en enero.Al encargar a la iniciativa privada la licitación de pisos se pretende que ésta se encargue de darle publicidad al acto y conseguir el mayor número posible de licitadores. Con ello se logrará elevar el precio del inmueble de tal forma que el acreedor cobre su deuda y el deudor también obtenga una parte si sobra dinero. Es una forma más de combatir a los subasteros y evitar que éstos amañen las pujas y se queden con los pisos por precios muy por debajo del mercado para luego venderlos ellos.

Dos empresas privadas, con aquiescencia de los acreedores -en su mayoría bancos y cajas- serán las encargadas de licitar varias decenas de pisos que han sido embargados a sus dueños por impago de la hipoteca u otro tipo de deudas garantizadas.

El acto tendrá plena validez, ya que los secretarios de los juzgados en los que se tramitan los procedimientos estarán presentes y levantarán acta judicial de lo que allí suceda.

"La sentencia absolutoria les dio alas"

La sentencia del Tribunal Supremo que absolvió a la mayoría de los subasteros de los graves delitos que les atribuyó en otra sentencia la Audiencia de Madrid "dio nuevas alas" a estos profesionales para seguir amañando pujas y acaparando los pisos baratos, afirman fuentes judiciales. "Muchos de los subasteros que se veían hace años por los juzgados se siguen viendo ahora", afirman.En 1995, 43 subasteros -entre ellos 14 funcionarios judiciales- se sentaron en el banquillo por delitos de cohecho, maquinación para alterar el precio de las cosas y estafa, entre otros delitos. Seis años antes, un juez de instrucción pinchó sus teléfonos y descubrió que, a espaldas de los jueces que se dedican a subastar pisos, ellos se ponían de acuerdo y amañaban las pujas. La Audiencia, luego de tres meses de juicio, condenó en junio de 1995 a penas de entre 3 y 12 años de cárcel a los principales integrantes del denominado clan de los subasteros. Hubo 42 condenas.

Sin embargo, éstos recurrieron ante el Tribunal Supremo y este órgano absolvió, en 1997, a 27 de ellos y condenó a los otros a penas tan bajas que no implicaban ingreso en prisión. En muchos casos, la reducción de las penas se debió a la falta de pruebas, si bien el Supremo reconoció que algunos de los condenados celebraron subastillas extrajudiciales.

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