Tribuna:NI ANCHO NI AJENO

La Comunidad y el escándalo

Después de las multitudes, llegaron las lluvias, en el calor de las Fallas. Y luego se hizo el escándalo. El poder valenciano que invoca Zaplana no es más que un espectro en la cola del paro. Y ahí están los mass media ventilando todo aquello cuanto de verdad suena: el pozo sin fondo del socialismo autonómico; el altivo gesto de Sanleón inmolando su polémica obra, a las puertas mismas del IVAM; el sexo mandamiento, con Visa pública, del alcalde de Dolores, en un episodio de sainete; o los oscuros dineros que presuntamente Vladimir Putin, presidente en funciones de todas las Rusias, ha invertid...

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Después de las multitudes, llegaron las lluvias, en el calor de las Fallas. Y luego se hizo el escándalo. El poder valenciano que invoca Zaplana no es más que un espectro en la cola del paro. Y ahí están los mass media ventilando todo aquello cuanto de verdad suena: el pozo sin fondo del socialismo autonómico; el altivo gesto de Sanleón inmolando su polémica obra, a las puertas mismas del IVAM; el sexo mandamiento, con Visa pública, del alcalde de Dolores, en un episodio de sainete; o los oscuros dineros que presuntamente Vladimir Putin, presidente en funciones de todas las Rusias, ha invertido en Torrevieja. El poder valenciano se extiende, del negro al amarillo, en las páginas de sucesos y en los jeroglíficos de los diarios; y la Comunidad Valenciana es un apeadero, a medio camino entre Maputo y Zúrich.

Primer movimiento insurreccional Y queda mucha tela: ¿Quién va a tocarle los genitales a los presuntos menores inmigrantes indocumentados, para determinar su edad biológica? Es una iniciativa protocolaria del Instituto de Medicina Legal, a instancias de la Consejería de Bienestar Social, que los jueces de Valencia han rechazado por considerarla un flagrante atentado contra la dignidad de la persona. Pero, señores magistrados, si solo se trata de ver cómo tienen el vello púbico: ¿"ralo y ligeramente pigmentado" o "bastante rizado y abundante"? Y los jueces que no, que por ahí, no, Constitución en mano. Pero los cerebros de la consejería no desalientan: aún les queda el viejo recurso esclavista de examinarles la dentadura. Hasta el pelo rizado y abundante sí debe estar Ciprià Ciscar, que observó, con astucia florentina, cómo los sectores críticos se pronunciaban en L'Eliana contra la gestora del PSPV: siete tribus de otras tantas comarcas de Valencia protagonizaban el primer movimiento insurreccional, de la semana, no crean. Y poco después, en Alicante, otros siete magníficos secretarios, convocados por Diego Macià, que trataba de abanderar la renovación, pedían el embalsamamiento, según Herodoto, de Joan Lerma, Joan Ignasi Pla y el mismísimo Ciprià Ciscar. Pero Ciscar se adelantó y le sacó una platea en la gestora del PSOE, que dirige Chávez, a Javier Paniagua. La jugada puso en un pasmo a Macià y lo llevó a la dimisión, mientras los demás miembros de la dirección provisional de los socialistas valencianos se desentendían del asunto, y ponían sus cargos a disposición de la nueva comisión federal. En fin, muy sencillo y cabal, como de libro. Y han dado un paso hacia la superación de la crisis. Ahora, casi todas las familias ya tienen un adversario común: Cipriá Ciscar. Cuando se les acabe, si es que se les acaba, ya buscarán otra pieza, en ese ejemplar proceso de antropofagia política. Si continúan así, en los próximos cuatro años, los escasos sobrevivientes andarán extraviados en su laberinto. Mientras, Zaplana contempla franciscanamente, el paisaje primaveral y suspira: Qué gozada, hermano lobo, hermana rosa, hermano socialista

La estación sumergida

Y eso que Eduardo Zaplana ha renunciado a otro posible mandato. Aunque, de golpe, le ha dado la ventolera histórica y se ha manifestado a todos los presentes en las Cortes, en un halo de gloria, y ha hablado: del AVE, de la Academia de la Lengua, del Estatuto, del Plan Hidrológico, siempre generoso con una oposición tan leal como desguazada. Poco antes, en Castellón, donde ya han empezado sus fiestas, la estación que inauguró el titular de Fomento, Rafael Arias-Salgado se sumergía bajo las aguas de la lluvia. Y es que son tan precipitados estos populares, que cuando les pega el olor del sufragio, se ponen como chotos. Y luego, en el turno de apaños, que sigue corriendo, le ha tocado la vez a la esposa del consejero José Emilio Cervera. Por fortuna, unos centenares de jóvenes, desde de Orihuela, se están haciendo el camino poético de Miguel Hernandez. El martes próximo, 58 años ya del crimen. De aquel crimen.

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