VIAJE A TIERRA SANTA

Juan Pablo II invita a judíos, musulmanes y cristianos a trabajar juntos por la paz

La necesidad de paz y de justicia, "no sólo para Israel, sino para toda la región", con la colaboración de judíos, cristianos y musulmanes, fue nuevamente mencionada ayer por el papa Juan Pablo II a su llegada a Israel, donde permanecerá hasta el próximo domingo. El Pontífice se refirió también a la apertura recíproca que se ha producido entre el Estado judío y la Santa Sede desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1994. Una apertura que debe estimular a "judíos y cristianos", dijo, "a realizar esfuerzos valerosos para superar todas las clases de prejuicios".

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La necesidad de paz y de justicia, "no sólo para Israel, sino para toda la región", con la colaboración de judíos, cristianos y musulmanes, fue nuevamente mencionada ayer por el papa Juan Pablo II a su llegada a Israel, donde permanecerá hasta el próximo domingo. El Pontífice se refirió también a la apertura recíproca que se ha producido entre el Estado judío y la Santa Sede desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1994. Una apertura que debe estimular a "judíos y cristianos", dijo, "a realizar esfuerzos valerosos para superar todas las clases de prejuicios".

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Israel acogió ayer al líder espiritual de los católicos con una ceremonia impecable, desde el punto de vista protocolario, pero fría. La lluvia contribuyó, y también la rigidez de la escenografía, en la que una única y gigantesca pancarta escrita en inglés daba la bienvenida al Pontífice con un formalismo oficial. El presidente Ezer Weizman le dedicó un discurso casi combativo, en el que mencionó al menos tres veces a Jerusalén, "capital del Estado de Israel", en respuesta a la posición del Vaticano favorable a que la ciudad santa sea compartida por árabes y judíos. Weizman trazó un repaso a la historia de Israel remontándose a los profetas, citó el holocausto y agradeció al Papa la petición de perdón al pueblo judío por el antisemitismo de la Iglesia católica.Juan Pablo II, agotado tras la jornada en Jordania, cumplió con dificultad el programa. Bendijo la tierra de Israel que le fue ofrecida en una bandeja y saludó paciente a las decenas de dignatarios civiles y religiosos que acudieron al aeropuerto Ben Gurion, de Tel Aviv, antes de ir a la Nunciatura Apostólica de Jerusalén, donde residirá hasta el domingo.

La primera señal del espectacular cambio que se ha producido en las relaciones entre el Vaticano e Israel la dio Karol Wojtyla en su discurso. En apenas cuatro párrafos de texto, el Pontífice consiguió citar tres veces el nombre de Israel. Una clara demostración del espíritu que presidirá este histórico viaje del Papa, con el que pretende dejar constancia de la neutralidad activa del Vaticano en el proceso de paz, visitando tanto los lugares santos de Jerusalén como los territorios bajo el control de la Autoridad Palestina. Diciendo, probablemente, en cada rincón de esta disputada tierra, lo que sus habitantes desean oírle.

Es una especie de actualización del concepto de coexistencia que expresa la frase de Jesús: "Al César, lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios". Otra cosa es que la llegada del Papa haya sido celebrada, hasta ahora, con mucho más entusiasmo del lado musulmán que del judío.

Wojtyla llega a Israel precedido de una fama de Pontífice respetuoso con las aspiraciones judías. Él mismo mencionó en su primer discurso en suelo israelí la importancia capital del establecimiento de relaciones diplomáticas entre el Vaticano e Israel. "Ha sido", dijo, "la culminación de los esfuerzos encaminados a inaugurar una nueva era de diálogo en temas de interés común, como la libertad religiosa, las relaciones entre Iglesia y Estado y, de forma más general, entre cristianos y judíos".

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El Papa dejó constancia del interés con el que sigue la Santa Sede "el proceso de paz que implica a todos los pueblos de la región en la difícil búsqueda de una paz duradera, con justicia para todos".

En un intento de tranquilizar a quienes desde Israel contemplan con desconfianza la llegada del líder espiritual de los católicos, el Papa subrayó, mencionándolo dos veces, el carácter espiritual de su visita. "Una peregrinación, con espíritu de humildad y esperanza, a los orígenes de nuestra historia religiosa. Es un tributo a las tres religiones que coexisten en esta tierra", dijo. Un tributo, en primer lugar, para la comunidad católica (unas 107.000 personas en Israel), dividida en seis ritos diferentes, cada uno con su organigrama jerárquico, y para las restantes iglesias cristianas (siete), entre las que ocupa un puesto preeminente la greco-ortodoxa, administradora de los Lugares Santos.

Más información: www.ewtn.com/holyland2000/index.htm

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