La pintora María Roldán construye con líneas y planos un mundo sin sombras
Serenidad, pulcritud y un marcado amor por las formas del periodo geométrico griego caracterizan los lienzos de María Roldán Caldero (Sevilla, 1951). La pintora, que se había alejado del circuito comercial del arte desde su última exposición individual en Toronto (Canadá) hace 22 años, presenta una veintena de obras en la galería sevillana La Caja China.Los personajes que pueblan los lienzos de María -la artista firma sin apellido- renuncian a las sombras, los volúmenes y la perspectiva. "Mi pintura está basada en el signo y en las dos dimensiones: línea y plano. No hay perspectivas, ni claros...
Serenidad, pulcritud y un marcado amor por las formas del periodo geométrico griego caracterizan los lienzos de María Roldán Caldero (Sevilla, 1951). La pintora, que se había alejado del circuito comercial del arte desde su última exposición individual en Toronto (Canadá) hace 22 años, presenta una veintena de obras en la galería sevillana La Caja China.Los personajes que pueblan los lienzos de María -la artista firma sin apellido- renuncian a las sombras, los volúmenes y la perspectiva. "Mi pintura está basada en el signo y en las dos dimensiones: línea y plano. No hay perspectivas, ni claroscuros. Es una huida del naturalismo, pero no del realismo", explica María, que también ha trabajado la cerámica.
La artista, que inició su formación a los 14 años junto a Miguel Pérez Aguilera, adoptó las formas del periodo geométrico griego, del siglo VIII al VI antes de Cristo, desde que descubrió las cerámicas griegas en el British Museum de Londres, ciudad en la que trabajó cinco años a mediados de los setenta. Pero en sus trabajos puede verse también la influencia del Renacimiento más primitivo, Piero della Francesca o Giotto, y hasta de los modernistas. Las pinturas y los dibujos que presenta en Sevilla, y que podrán verse hasta el día 29, están fechados entre 1985 y 1999. Los colores puros y la precisión de los contornos de sus figuras están presentes tanto en el óleo como en los dibujos, poblados por personajes desnudos que parecen mirar al espectador con curiosidad.