Tribuna:

Libertad

JOSÉ MANUEL ALONSO

Pinochet ya está en Chile gozando de libertad e impunidad, pese a que se pensaba que al dictador, sin uniforme militar, iba a ser más vulnerable a las voces que reclaman justicia por los miles de muertos. Una vez más, ocurre lo que nunca pensamos los demócratas que podría ocurrir, "olvidados que la democracia en ocasiones tiene que ceder ante lo que alguien considera urgencia perentoria", escribía Luciano Rincón en este periódico, en octubre de 1988. Esta vez, como otras, ha sobresalido también un elemento presente en toda la trayectoria política de éste y otros dic...

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JOSÉ MANUEL ALONSO

Pinochet ya está en Chile gozando de libertad e impunidad, pese a que se pensaba que al dictador, sin uniforme militar, iba a ser más vulnerable a las voces que reclaman justicia por los miles de muertos. Una vez más, ocurre lo que nunca pensamos los demócratas que podría ocurrir, "olvidados que la democracia en ocasiones tiene que ceder ante lo que alguien considera urgencia perentoria", escribía Luciano Rincón en este periódico, en octubre de 1988. Esta vez, como otras, ha sobresalido también un elemento presente en toda la trayectoria política de éste y otros dictadores: el engaño. La capacidad de mentir ha quedado demostrada como estuvo hasta el último momento de vida del régimen del presidente Allende.

Un día como este, en el que han salido derrotados los que justamente reclaman justicia, me hubiera gustado leer un artículo de Luciano Rincón como aquel que tituló La fiesta de la libertad, pero por desgracia en la realidad no ocurre como en las películas: los buenos son los que pierden y se nos van mucho antes que los malos y "quienes lucharon tanto por la libertad como pudieron se les entierra deprisa, si no facilitando la muerte por aburrimiento". Aquel escritor tan perseguido por el franquismo, decía entonces que se había producido un milagro gracias a Pinochet. "Se trata de que hemos recuperado de repente la imagen de las dictaduras y de los dictadores. Más la conversión, probablemente definitiva, de quienes durante muchos años votaron en el permanente plebiscito franquista con un sonoro 'sí' o con el 'sí' encubierto de su abstención: el 'sí' de tantos como se mantuvieron callados pese a su profunda -tan profunda que no la conocía casi nadie- conciencia democrática (...) Pero ahora, al conjuro mágico del general chileno, estamos todos y vamos a estarlo un tiempo más, en pie de defensa de las libertades". Y terminaba: "Porque para la democracia, y Chile es la referencia momentánea, lo más importante es la libertad. Para todos, el problema más grave es la libertad y su mantenimiento: más importante aún que el terrorismo". Sobre todo cuando éste se sostiene atentando contra la libertad en todas sus acciones.

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