Tribuna:ELECCIONES 2000

Pleonasmo

Cuando estudiaba Bachillerato en el Instituto Luis Vives, nos explicaban las licencias literarias. Entre ellas estaba el pleonasmo, del que el ejemplo más fácil es: "Lo vi con mis propios ojos", una reiteración innecesaria para dar más énfasis a la oración. Para comprobar si todavía se sigue enseñando este tipo de recursos literarios, le pregunté a mi hijo de 15 años si sabía lo que significaba esa palabra. Me contestó (el muy ladino)con una frase en alemán, idioma que desconozco, y al final no me quedó claro si tenía alguna idea de mi pregunta.Cuando el profesor Lis hace un canto a la nec...

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Cuando estudiaba Bachillerato en el Instituto Luis Vives, nos explicaban las licencias literarias. Entre ellas estaba el pleonasmo, del que el ejemplo más fácil es: "Lo vi con mis propios ojos", una reiteración innecesaria para dar más énfasis a la oración. Para comprobar si todavía se sigue enseñando este tipo de recursos literarios, le pregunté a mi hijo de 15 años si sabía lo que significaba esa palabra. Me contestó (el muy ladino)con una frase en alemán, idioma que desconozco, y al final no me quedó claro si tenía alguna idea de mi pregunta.Cuando el profesor Lis hace un canto a la necesidad de racionalizar las propuestas políticas, cosa que comparto, señala sólo a "los paladines de las izquierda", a la "izquierda ensimismada", como ejemplo de perenne autoafirmación que, de una manera reiterada, no quieren analizar racionalmente lo que hoy significa ser de izquierdas, renunciando, según él, a la reflexión y reafirmándose en el dogma, olvidando, por cierto, las carencias de la derecha. Es hasta valiente que un representante del Partido Popular -partido cuyos militantes son ágrafos en su inmensa mayoría en las cuestiones teóricas- lleve los temas hacia el discurso político-teórico. Pero pronto se percibe la inconsistencia del mismo cuando analizamos su contenido.

Lis cita a Guiddens, sociólogo de moda, que tiene escritos más de 20 libros y muchos artículos y al que suele conocérsele solamente por el que ha dado lugar al debate sobre la Tercera Vía. Es un autor mucho más complejo y rico y no puede reducírsele a esa expresión política que ciertos sectores interesados quieren hacer de su obra. Pero en el fondo no están hablando de Guiddens, sino de lo que piensan ellos mismos: izquierda y derecha serían dos términos que no tendrían ningún sentido en el mundo actual, puesto que los ciudadanos eligen en función de políticas concretas y de acciones determinantes que favorezcan sus vidas cotidianas. De esa manera lo importante es cómo se actúa y cómo se distribuye la renta nacional. Es aquello de "había un problema y se ha solucionado", cuando mandaron a los emigrantes ilegales narcotizados en avión. (Sin saberlo aplican las llamadas teorías de la elección).

Naturalmente que es necesario aprovechar todas las oportunidades de diálogo y entendimiento en sociedades tan complejas como la que vivimos. De hecho así se viene haciendo, con más o menos acierto, desde la Constitución de 1978, pero eso no obvia el problema. Las circunstancias sociales siguen estando ahí y las medidas que se adoptan para solucionarlas no son indiferentes. La representación que se obtenga dará lugar a determinado tipo de acciones y a distintas distribuciones de las rentas, al igual que decidirá el papel que cumpla el Estado a la hora de tomar decisiones. Esto también lo señala Guiddens. La política como acción autónoma es clave para distinguir las diferencias entre izquierda y derecha.

La izquierda cree que la política ha de estar separada de los intereses particulares para llegar a lo que ya señalaba J. S. Mills en su clásico On the liberty donde apuntaba la necesidad de definir los intereses generales, que no es una suma matemática de los intereses particulares.Todo esto puede parecer muy teórico porque no toda la izquierda mantiene posiciones homogéneas y cabría distinguir en el panorama europeo actual tres variantes:

a) La izquierda social-demócrata dura, que adquiere denominaciones diferentes según países, mantiene los presupuestos que la constituyeron después de la Segunda Guerra Mundial con algunos añadidos anteriores a ésta más literarios que reales, que no marca límites para que el Estado asuma todas las responsabilidades públicas y para la que el crecimiento económico no se produzca sin un control más riguroso del mercado.

b) Una izquierda social-demócrata menos radical que ha asumido el papel del mercado como elemento clave de asignación de recursos, con la defensa del control de la libre competencia para evitar oligopolios, pero que considera que existen necesidades ineludibles a las que no se puede renunciar (Sanidad, Educación, Prestaciones Sociales, Pensiones, etc.) Aquí, desde luego, caben muchas matizaciones, pero se sigue sosteniendo como elemento clave el Estado y la autonomía de la política como elemento clave ante los intereses de los grupos de poder.

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c) Una izquierda emergente, sobre todo en España, que valora por encima de todo la necesidad de mantener el ecosistema, que considera que lo fundamental es que el progreso, y el consumo que genera, no destruya nuestro actual medio socio biológico.

Por tanto no existe un problema de ilusión o de impotencia, porque no hay que olvidar que puede hacerse también una clasificación de las diferentes derechas:

a) las autoritarias, que recuerdan épocas pasadas y que algunos utilizan el adjetivo fascista para designarlas por su xenofobia y propuestas excluyentes. Están ahí y en cualquier momento pueden despertar y hasta, como en Austria, ser hegemónicas.

b) las derechas liberales, transformadas en neoliberales en muchos casos, que pretenden disminuir el papel del Estado y exaltar el mercado como elemento casi exclusivo de asignación de recursos sin tener en cuenta la desigualdad de oportunidades desde el nacimiento. De alguna manera piensan que cada uno tiene en la vida lo que se merece.

c) las derechas democristianas, provenientes también de los partidos formados después de la Segunda Guerra Mundial, que contribuyeron al pacto del estado del bienestar y que de alguna manera están viviendo la contradicción entre sus presupuestos ideológicos y los límites que ha de tener el Estado, por lo que muchas veces dejan que los neoliberales desarrollen sus políticas.

Hablar de derechas y de izquierdas es en cierto modo referirse al pleonasmo, aunque éste reitere lo obvio. Las derechas y las izquierdas siguen teniendo proyectos divergentes y actitudes diferentes, aunque bien es verdad que no estamos en los años treinta y existe un espacio para el diálogo y el encuentro en determinadas cuestiones. No en balde sindicatos, socialdemócratas y demócratas cristianos, junto a liberales sin neo, consolidaron el Estado de Bienestar en la Europa Occidental.

Javier Paniagua es profesor de la UNED.

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