Tribuna:NEGRITAS

Contrastes

Sobre las faldas del castillo de Santa Catalina de Jaén se levantan una serie de barriadas marginales, aunque mucha gente no quiera mirarlas. Los barrios de San Vicente de Paúl, El Tomillo y, en especial, Antonio Díaz, forman parte del que un periodista llamara un buen día "el tercer Jaén". Allí, acostumbrados a convivir con la miseria instalada entre chabolas y casas en estado de ruina, se apiñan los desheredados, las víctimas del desamor y de la deshumanización de una sociedad que camina con paso firme hacia la Europa del euro sin caer en la cuenta de que en muchas partes la peseta es todaví...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Sobre las faldas del castillo de Santa Catalina de Jaén se levantan una serie de barriadas marginales, aunque mucha gente no quiera mirarlas. Los barrios de San Vicente de Paúl, El Tomillo y, en especial, Antonio Díaz, forman parte del que un periodista llamara un buen día "el tercer Jaén". Allí, acostumbrados a convivir con la miseria instalada entre chabolas y casas en estado de ruina, se apiñan los desheredados, las víctimas del desamor y de la deshumanización de una sociedad que camina con paso firme hacia la Europa del euro sin caer en la cuenta de que en muchas partes la peseta es todavía un lujo que no está a su alcance.Hasta ese tercer Jaén ha subido esta semana el alcalde de la ciudad, Miguel Sánchez de Alcázar, acompañado de una corte de concejales y técnicos trajeados, para prometerles el cielo a quienes viven en condiciones infernales. Qué curioso (o más bien, qué vergonzoso) resulta ver a los políticos (de cualquier ideología) asomarse en época electoral a lugares que ignoran durante cuatro años y que sólo mencionan como arma de enfrentamiento con otras administraciones. Como si la pobreza pudiera ser objeto de mercadeo. De nada sirve que el todopoderoso concejal de Urbanismo y muchas cosas más, Miguel Segovia, desenfundara el eslogan del PP en esta campaña electoral: Hechos. Pocos son adecentar 15 casas en una población con más de 1.000 solicitudes de viviendas sociales.

Desde ese nido de pobreza se divisa el otro Jaén, el acomodado e insolidario, el de los contrastes. Se contempla, por ejemplo, como emerge en la plaza de San Francisco el palacio de la Diputación Provincial, en el que más de 1.200 empleados públicos, ajenos a las condiciones de vida existentes quinientos metros más arriba, andan estos días a la greña con un atónito diputado de Personal, Antonio Galán, al que piden, nada más y nada menos, que un incremento salarial medio de 50.000 pesetas al mes, bajo el argumento de equipararse con el resto de diputaciones andaluzas. Los sindicatos confunden a veces la legitimación con la irresponsabilidad, porque les interesa olvidar que Jaén no está en la misma situación económica que otras provincias. Y en eso ellos también son corresponsables. El tema se ha desmadrado de tal manera que las movilizaciones apuntan ya hacia el presidente, Felipe López, cuya imagen política muchos están interesados en erosionar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En