Tribuna

Difícil decisión

La decisión tomada ayer por el consejo de gobierno del BCE no era fácil. Por un lado, el progresivo aumento de los indicadores de precios y crecimiento en la zona euro, junto a la persistente debilidad de su divisa parecían hacer inevitable un endurecimiento de la política monetaria del BCE. Sin embargo, la cuantía de esa subida y el momento de implementarla no parecían claros.Así, una subida de tipos en el momento actual podría ser considerada como un intento por parte del BCE de corregir la excesiva infravaloración del euro, lo cual no es en principio su competencia y podría comprometer su f...

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La decisión tomada ayer por el consejo de gobierno del BCE no era fácil. Por un lado, el progresivo aumento de los indicadores de precios y crecimiento en la zona euro, junto a la persistente debilidad de su divisa parecían hacer inevitable un endurecimiento de la política monetaria del BCE. Sin embargo, la cuantía de esa subida y el momento de implementarla no parecían claros.Así, una subida de tipos en el momento actual podría ser considerada como un intento por parte del BCE de corregir la excesiva infravaloración del euro, lo cual no es en principio su competencia y podría comprometer su futura independencia. Por otro lado, un mantenimiento del tipo oficial podría haber sido interpretado como una falta de anticipación a los esperados futuros repuntes de inflación y crecimiento.

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Finalmente, la debilidad de la divisa pesó más, y el BCE incrementó el tipo de interés en 25 puntos básicos, hasta el 3,25%, lo cual supone un importante cambio de estrategia. Hasta ahora, el BCE, además de no haberse dejado influenciar por el mercado de divisas, había realizado movimientos de 50 en 50 puntos básicos. Además, en esta ocasión, los diferentes miembros del BCE no habían sido tan claros anticipando este movimiento como en ocasiones anteriores, lo que dividía las opiniones sobre el momento de la subida. Las razones oficiales: el fuerte crecimiento de los agregados monetarios y del crédito al sector privado, el impacto de un euro débil en las importaciones, la fuerte subida del precio del petróleo y otras materias primas y, en general, la mejora de la situación económica mundial.

Sin embargo, hay un factor adicional que está cobrando cada vez más relevancia, la globalización de las políticas monetarias. Ésta comenzó a quedar patente en otoño del 98, cuando tras la crisis de Rusia y la incipiente restricción de crédito mundial, los principales bancos centrales occidentales rebajaron casi al unísono sus tipos oficiales, facilitando así la recuperación.

Un año más tarde, cuando esta política monetaria comenzó a ser demasiado acomodaticia, estos mismos bancos centrales deshicieron estas bajadas. La pregunta clave es ¿ha provocado la globalización de la economía una cierta coordinación entre los principales bancos centrales? Hay gran parte de cierto en ello. La solución la veremos en breve, ya que al ciclo alcista de tipos le queda recorrido.

Antonio Villarroya es vicepresidente de renta fija de Merrill Lynch.

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