Reportaje:

Las olvidadas cuentan su historia

Son 17 mujeres con edades comprendidas entre los 51 y los 84 años. Nacieron en lugares diferentes y sus entornos culturales y modos de vida también fueron distintos, pero las circunstancias las llevaron a trasladarse en los años setenta al barrio sevillano del Polígono Sur, donde actualmente asisten al Centro de Adultos para aprender a leer y escribir. Durante tres años, dos profesores de este centro dependiente de la Consejería de Educación, Francisco Cordero y Ana Carmona, han trabajado con ellas, grabando sus conversaciones, escuchando sus recuerdos y vivencias personales, con un propósito:...

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Son 17 mujeres con edades comprendidas entre los 51 y los 84 años. Nacieron en lugares diferentes y sus entornos culturales y modos de vida también fueron distintos, pero las circunstancias las llevaron a trasladarse en los años setenta al barrio sevillano del Polígono Sur, donde actualmente asisten al Centro de Adultos para aprender a leer y escribir. Durante tres años, dos profesores de este centro dependiente de la Consejería de Educación, Francisco Cordero y Ana Carmona, han trabajado con ellas, grabando sus conversaciones, escuchando sus recuerdos y vivencias personales, con un propósito: contar, con testimonios orales, la Historia que no se encuentra en los libros de texto. El resultado es Nosotras. Historias de mujeres del Polígono Sur, un libro que rescata una parte de la vida de esa comunidad, su cultura e identidad. "El trabajo se ideó con la intención de conocer y entender la historia del día a día, la de los olvidados y desposeídos", explica Francisco Cordero. "Son mujeres que no conocen la Historia oficial, pero que la han padecido", continúa Cordero. "Es nuestra memoria colectiva, con rostros e imágenes, nuestra realidad social", añade.

Nosotras recorre los momentos claves de la existencia de estas 17 mujeres, desde sus juegos infantiles hasta la emigración, la escuela, la guerra y la posguerra, el hambre, las ríadas, el trabajo, la comunión y las bodas. Precedidas de sus biografías, las diversas voces y experiencias se suceden a lo largo de los capítulos. Algunas nunca tuvieron juguetes, sus juguetes eran los animales si vivían en el campo. Incorporadas prematuramente a las responsabilidades de adulto, la mayoría apenas se escolarizó y algunas no pisaron jamás un colegio. "Sí que he ido a la escuela y hasta de monjas y todo, en mi pueblo, en Aracena, cuando chica, pero se me quedan las letras para adentro y por eso estoy aquí ahora. Aprendí lo que se daba antiguamente, la a, la u y esas cosas".

La guerra. "El día que estalló el movimiento mi padre estaba arreglando el coche y se le cayó el capó y le abrió la cabeza y lo llevaron a la casa de socorro en la Puerta de la Carne".

La comunión. "Me cortaron un vestido para que yo fuera vestida de comunión, un traje blanco y negro de lunares. Lo recuerdo estupendamente. Y entonces, para yo no ser menos que los niños que llevaban un caramelo en la boca, pues cogía un cachito de pan duro y me lo metía en la boca, para yo decir que yo llevaba un caramelo en la boca". Los padecimientos de la posguerra. "Mi madre se dedicó al estraperlo porque se quedó viuda en la guerra con muchos hijos y no tenía qué darles de comer. Ella iba desde Lora a Palma del Río y a Almodóvar a comprar harina y pan. Iba dos veces al día en un tren muy lento, llamado Miguel El Ligero. Antes de llegar a Lora tiraba las cosas por la ventanilla y nosotros estábamos esperando para ir recogiéndolas".

La boda. "Conocí a mi marido con 14 años. Con 16 me quedé embarazada. Cuando se fue a la mili con 18, ya tenía yo dos niños y embarazada de otro. Y cuando se licenció, estaba embarazada de la cuarta. Me casé antes de irse él a la mili y llevaba yo dos niños". Las penalidades del trabajo. "Con ocho años me coloqué con una mujer que me llevaba todos los días cargaíta como una mula. Me iba con ella a la plaza, desde la Catedral a la Encarnación, con un canasto de esos de tapaderas: unas veces lo llevaba lleno de ropa, de sábanas y de cosas de hilo, cubiertos, vajillas para empeñar. Íbamos al Monte a primeros de mes a sacarlo y a últimos de mes a empeñarlo. Yo cargaba el canasto. De eso creo yo que tengo la artrosis".

Capítulos aparte merecen también las inundaciones que desbordaron el Tamarguillo en 1961 y desplazaron a familias enteras de sus casas y la emigración en busca de trabajo.

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Paliar el chabolismo

La cronología de Nosotras abarca desde 1914 a 1983, cuando se produjeron las manifestaciones vecinales del Polígono Sur reclamando un centro con fines sociales: El Esqueleto, sede del Centro de Adultos. Los autores del libro, ilustrado con fotografías aportadas por las alumnas y también de la hemeroteca de El Correo de Andalucía, han completado los textos orales con referencias históricas y literarias de los acontecimientos narrados.La Ley sobre Viviendas de Protección Oficial que recoge la construcción de las barriadas del Polígono Sur fue aprobada por decreto en 1968. Las obras de edificación comenzaron en 1974. En 1977 se procede a la ocupación de la primera fase de las Tres Mil Viviendas. Después seguirían Nuestra Señora de la Oliva, Las Letanías, Barriada Murillo, Fal Conde, 800 Viviendas, 624 Viviendas... Barriadas construidas para paliar el chabolismo existente en las zonas periféricas de la ciudad y dignificar las condiciones de vida de sus habitantes. Fueron ocupadas por vecinos procedentes de desahucios, especulación urbanística e inmigración de zonas rurales.

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