Tribuna:

Teatres

MIGUEL ÁNGEL VILLENA

Los profesionales del teatro deben conocer la trama de El malentendido, de Albert Camus, que cuenta el asesinato de un huesped a manos de una madre y de una hija, las dueñas de la pensión. Consumado el crimen, las hosteleras descubren con horror que el muerto era el hijo y hermano que abandonó de joven la casa familiar. Magistral parábola sobre la hostilidad hacia los intrusos, la obra del escritor francés subraya los recelos que suscitan los extranjeros, los diferentes, los otros. Lo bien cierto es que no existe profesión o gremio que evite la tentación del corpora...

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MIGUEL ÁNGEL VILLENA

Los profesionales del teatro deben conocer la trama de El malentendido, de Albert Camus, que cuenta el asesinato de un huesped a manos de una madre y de una hija, las dueñas de la pensión. Consumado el crimen, las hosteleras descubren con horror que el muerto era el hijo y hermano que abandonó de joven la casa familiar. Magistral parábola sobre la hostilidad hacia los intrusos, la obra del escritor francés subraya los recelos que suscitan los extranjeros, los diferentes, los otros. Lo bien cierto es que no existe profesión o gremio que evite la tentación del corporativismo. Ya sean médicos, fontaneros o periodistas, los miembros de una misma cofradía suelen defenderse con uñas y dientes frente al enemigo exterior. Pero cabría pedirles a las gentes de la cultura una mayor apertura de miras, una visión más generosa.Aquellos que se consideran artistas debieran juzgar a las personas por su biografía y no por su pertenencia a una casta.

Así, resulta descorazonador que un representante de los actores valencianos muestre su descontento porque el periodista Jaime Millás, nuevo director de Teatres de la Generalitat, proceda de "fuera de la profesión". Conozco a Jaime desde hace 20 años y sé que ama y vive el teatro. Periodista clave en los últimos años del franquismo y durante la transición desde revistas como Triunfo o Cuadernos para el diálogo, corresponsal en Valencia de este periódico durante una década, especializado después en información cultural en RNE, colaborador de festivales y publicaciones de teatro, la trayectoria de Jaime Millás avala con creces su nombramiento. Tal vez las inevitables y frecuentes injerencias del poder en los teatros públicos constituyan el mayor escollo que Jaime hallará en su camino. Pero si este compañero de profesión logra un holgado margen de maniobra, no duden de que el teatro valenciano saldrá beneficiado. Lo que resulta intolerable es que algunos teatreros crean que un director de orquesta ha de saber tocar todos los instrumentos. Lo que debe pedírsele a una batuta es que la música suene bien. Ni más ni menos.

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