FÚTBOL 15ª jornada de Liga

El Atlético naufraga frente a ocho

El Valencia venció en un partido delirante que evidenció el estado crítico de los rojiblancos

Con ocho le bastó al Atlético para derrotar al Valencia, que jugó regular frente a once, mal contra nueve y desastrosamente ante ocho jugadores. A medida que los jugadores del Valencia salían expulsados, crecía la desesperación en el Atlético, como si no tuviera coartada para disimular sus deficiencias. Ranieri se quita responsabilidades y se las atribuye a los jugadores. Gil apoya al técnico, pero ya se sabe cómo es Gil cuando apoya a un entrenador. Sus declaraciones son calcadas a las que efectuó dos semanas antes de despedir a Sacchi. "El hombre trabaja, yo creo en el proyecto...". Palabras...

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Con ocho le bastó al Atlético para derrotar al Valencia, que jugó regular frente a once, mal contra nueve y desastrosamente ante ocho jugadores. A medida que los jugadores del Valencia salían expulsados, crecía la desesperación en el Atlético, como si no tuviera coartada para disimular sus deficiencias. Ranieri se quita responsabilidades y se las atribuye a los jugadores. Gil apoya al técnico, pero ya se sabe cómo es Gil cuando apoya a un entrenador. Sus declaraciones son calcadas a las que efectuó dos semanas antes de despedir a Sacchi. "El hombre trabaja, yo creo en el proyecto...". Palabras que apenas significan nada, porque la situación del Atlético es temible. A un punto de los puestos de descenso, el clima se ha vuelto incendiario. Ranieri tendrá que elegir con cuidado sus palabras. La demagogia le ha desbordado en un momento crítico, quizá sin retorno. Las relaciones entre el técnico y los jugadores se han quebrado por los desdeñosos comentarios de Ranieri, que menospreció a sus futbolistas. Vamos, que los tiró a la basura. Es difícil esperar una respuesta de gratitud por parte de un equipo agraviado, maltratado por un hombre que se evitó cualquier responsabilidad en el desastre.Ranieri sólo salvó a Hasselbaink, absolución que tiene un carácter demoledor para la plantilla. Todos los jugadores saben de la importancia del delantero holandés en el equipo, pero está muy feo señalar con el dedo a unos y felicitar al primero de la clase. Tal y como están las cosas, los problemas se agolpan en el Atlético, que vive al borde de un ataque de nervios, cosa que se apreció cuando había que prescindir de la angustia para imponerse a un equipo que iba perdiendo jugadores a todo trapo. El Valencia jugó bien durante un ratito, mal durante bastante tiempo y casi se felicitó por tener que defender el resultado con heroísmo. Es un síntoma de lo enloquecido que se ha vuelto el fútbol, donde la lógica es un valor perfectamente prescindible.

ATLÉTICO 1

VALENCIA 2Atlético: Molina; Gamarra, Santi, Chamot; Aguilera, Bejbl (Solari, m.72), Baraja, valerón, Gustavo (Hugo Leal m. 79); Correa (Paunovic m. 66) y Hasselbaink. Valencia: Palop; Angloma, Pellegrino (Bjorklund m.46), Djukic, Carboni; Mendieta, Milla (Albelda m. 66), Gerard, Farinós; Sánchez (Soria, m.75) y Claudio López. Goles: 0-1. M. 16. Mendieta marca dentro del área pequeña del Atlético tras un largo centro desde la izquierda de Farinós. 1-1. M.26. Hasselbaink, de tiro cruzado desde el borde del área valencianista. 1-2. M. 53. Juan Sánchez marca desde la derecha tras recibir un centro de López. Arbitro: Japón Sevilla. Enseñó tarjeta amarilla a Aguilera, Chamot, Santi y Farinós. Gerard (m. 70), Carboni (m.72) y Claudio López (m. 87) fueron expulsados por doble amonestación. 30.000 espectadores en el Calderón.

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El partido fue delirante. Ocurrió de todo, y no necesariamente bueno. Hubo tres jugadores del Valencia que pusieron en peligro la victoria de su equipo. Gerard, Carboni y Claudio López se hicieron expulsar de forma deliberada. Sabían que estaban amonestados y procedieron sin ninguna profesionalidad, sin reparar en gastos. Cúper tiene todo el derecho a quejarse del comportamiento de estos tres jugadores, que obligaron al Valencia a la heroica, cosa que por lo visto se les da muy bien a los equipos del técnico argentino. Hace dos años, resistieron admirablemente al Barça en la final de Copa. Entonces lo hicieron con nueve jugadores. Ayer, con ocho, y sin tanto sufrimiento.

El Valencia superó con claridad al Atlético hasta el gol de Mendieta, jugador que sirve para el roto y el descosido. Llegó al segundo palo para rematar un centro de Farinós. La jugada se repitió con tanta frecuencia en el arranque del encuentro que el gol parecía inminente. Lo único a discutir era el autor. O Gerard o Mendieta. Los dos se incorporaban con potencia y astucia para buscar los centros desde la izquierda. Por fin, marcó Mendieta.

Contestó Hasselbaink muy pronto con un derechazo escalofriante. Hasselbaink se ha tomado tan en serio las palabras de Ranieri -"sin él, seríamos los últimos de la Liga"- que ha decidido ametrallar a los porteros sin contar con el equipo. Vive para rematar, y remata muy bien. El imponente tiro de Hasselbaink afectó al Valencia, que se vino abajo. Había comenzado el partido con toque y criterio, alrededor de Milla, y de repente comenzó a buscar con terquedad a Claudio López. No lo consiguió, con un efecto nefasto: el Valencia perdió el balón con tanta rapidez que se sintió en cueros.

Durante un rato, el Atlético jugó medio bien, con Baraja de protagonista. Jugador de rompe y rasga, con algún parecido en su despliegue a Simeone, Baraja condujo con energía a su equipo, que tuvo dos o tres oportunidades desbaratadas por Palop. Una de ellas fue crucial. Correa se quedó solo frente al portero y remató con violencia. Palop estiró la pierna, desvió la pelota y salvó a su equipo de un gol que se presumía devastador.

En pleno ataque de entusiasmo, el Atlético fue menos intempestivo que de costumbre. Se animó al juego corto y rápido, sin respueta del Valencia, que se perdió en pelotazos a Piojo. Parecía que el partido se inclinaba hacia el Atlético, pero Valerón cometió un grave error. Perdió la pelota en un sector vital, Farinós conectó con Piojo y el centro lo remató Juan Sánchez en el segundo palo. Menos elaborado, pero un tanto muy parecido al que marcó Mendieta. Luego llegaron las expulsiones y el calvario del Atlético, que se angustió a ojos vista. Contaba con 20 minutos frente a un equipo con nueve jugadores. El Valencia se retiró hasta su área y comenzó a despejar los apresurados centros que llovían desde las dos bandas. Centros de equipo desesperado, apremiado por el público, despreciado por su entrenador, criticado por el presidente. Así no hay manera de hacer algo decente.

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