GUERRA EN EL CÁUCASO

Las tropas rusas toman una estratégica ciudad chechena en su avance hacia Grozni

Como una apisonadora, la máquina militar rusa prosigue su avance en Chechenia y cada día que pasa corta un poco más el aire a las milicias independentistas, que parecen condenadas a replegarse hacia las montañas del sur. Los boievikí (combatientes) reconocieron ayer por la mañana que se habían retirado de Urús Martán, y el Ministerio de Defensa ruso anunció poco después el control total de la ciudad, la tercera en población de la república caucásica, aunque ahora prácticamente vacía. Fuentes chechenas admitían igualmente que el enemigo avanzaba hacia el centro de la capital, Grozni.

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Como una apisonadora, la máquina militar rusa prosigue su avance en Chechenia y cada día que pasa corta un poco más el aire a las milicias independentistas, que parecen condenadas a replegarse hacia las montañas del sur. Los boievikí (combatientes) reconocieron ayer por la mañana que se habían retirado de Urús Martán, y el Ministerio de Defensa ruso anunció poco después el control total de la ciudad, la tercera en población de la república caucásica, aunque ahora prácticamente vacía. Fuentes chechenas admitían igualmente que el enemigo avanzaba hacia el centro de la capital, Grozni.

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Aprovechando el buen tiempo, la aviación rusa efectuó en el plazo de 24 horas más de 90 misiones de bombardeo, a las que se sumaron 60 de helicópteros y 10 de lanzamiento de material de propaganda, en el que, presumiblemente, se instaba a la rendición. Según el general Víktor Kazantsev, jefe de las fuerzas rusas del norte del Cáucaso, el supuesto ultimátum lanzado el lunes era "una advertencia a los bandidos", pero no a los civiles. En el texto se aseguraba que quienes no abandonasen Grozni en el plazo de cinco días (es decir, para el sábado) "serían considerados terroristas y destruidos por la artillería y la aviación".Tras la unánime repulsa internacional, se matizó que el "corredor humanitario" trazado por el oeste de Grozni seguirá abierto después del sábado. El propio primer ministro, Vladímir Putin, había dicho el martes por la noche: "No he oído hablar de ningún ultimátum a la población chechena de Grozni".

La Embajada rusa en España emitió ayer un comunicado en el que decía: "No se trata de ningún ultimátum a la población civil, sino de octavillas del mando de las tropas federales dirigidas a los bandidos y a aquellos quienes se han encontrado en sus filas por error (...). Ello no tiene nada que ver con la población civil. No se le dio ningún ultimátum y jamás se le dará". En Estrasburgo, Álvaro Gil-Robles, nuevo comisario de los Derechos del Hombre del Consejo de Europa, manifestó que el ultimátum ha sido "mal entendido".

La pieza principal que quieren cobrarse los militares, y a ser posible antes de las elecciones a la Duma estatal del próximo día 19, es Grozni, símbolo de la humillación sufrida en la guerra anterior. Muy castigada ya por los bombardeos de las últimas semanas, reducida casi a un montón de ruinas, pende sobre la capital chechena la amenaza de bombardeos alfombra que hagan imposible la resistencia de las milicias independentistas. Cualquier cosa antes que arriesgarse a una derrota como la sufrida hace casi cinco años, en la Nochevieja de 1994.

Un portavoz checheno citado por la agencia Interfax reconocía ayer por la tarde que las tropas rusas tomaban posiciones en los suburbios y avanzaban hacia el centro de Grozni. Supuestamente, se trataba de unidades de reconocimiento y blindadas que se movían aún con extrema cautela, evitando el choque directo con los boievikí que conocen el terreno como la palma de su mano. Según la misma fuente, un alto mando militar chechena aseguraba que los combatientes estaban saliendo de Grozni "tras haber logrado su objetivo de distraer a las fuerzas enemigas de otras zonas". No estaba claro, sin embargo, si se trataba del comienzo de un abandono en toda regla de la capital de la república independentista.

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Donde la suerte de la batalla sí parecía ayer decidida era en Urús Martán, unos 30 kilómetros al sureste de Grozni, y donde se han registrado durante las últimas semanas combates encarnizados que se han cobrado centenares, si no miles, de vidas. Machacada por la artillería y la aviación, defendida por unos 3.000 boievikí, éstos se han visto forzados a la retirada. Así lo reconocía por la mañana a la agencia Reuters el portavoz checheno Movladi Udúgov, con el eufemismo de que el repliegue formaba parte de un plan de "reagrupamiento para librar nuevas batallas con los agresores".

Fuentes militares rusas lo confirmaban a media tarde, y añadían que en los combates de ayer murieron unos 80 boievikí. Como ya ocurrió en Argún, que fue tomada el pasado viernes, cabe esperar varios días de limpieza de la ciudad, tanto de guerrilleros emboscados como de minas.

El último foco

Además de Grozni, donde tal vez queden unos 5.000 milicianos, el principal foco de resistencia se sitúa en Shalí, 36 kilómetros al sureste de la capital. Allí, supuestamente, tiene su cuartel general el presidente Aslán Masjádov, una figura patética en medio de una guerra en la que se ha visto forzado a tomar parte. Fuentes chechenas sostienen que los bombardeos sobre esa ciudad causaron ayer la muerte de 60 civiles, a los que habría que sumar otros 52 en Grozni por el efecto de proyectiles de artillería con carga química.

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