ETA ROMPE LA TREGUA

Cuatro horas de conversaciones

Los emisarios del Gobierno y de ETA sólo se reunieron en una ocasión y sin resultados concretos durante los 14 meses de tregua

Sólo cuatro horas de conversaciones entre un sinfín de mensajes cruzados con la ayuda de una sotana: la del obispo de Zamora Juan María Uriarte. Los representantes del Gobierno español y de ETA han mantenido únicamente una reunión en los 14 meses de tregua. Y sólo en una ocasión los enviados del Ejecutivo han tratado con el entorno político de la banda. El 19 de mayo pasado el secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos, y Ricardo Martí Fluxà, secretario de Estado para la Seguridad, se citan en un salón privado de un hotel de Zúrich (Suiza) con el emisario de ETA, Mikel Albizu, Ant...

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Sólo cuatro horas de conversaciones entre un sinfín de mensajes cruzados con la ayuda de una sotana: la del obispo de Zamora Juan María Uriarte. Los representantes del Gobierno español y de ETA han mantenido únicamente una reunión en los 14 meses de tregua. Y sólo en una ocasión los enviados del Ejecutivo han tratado con el entorno político de la banda. El 19 de mayo pasado el secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos, y Ricardo Martí Fluxà, secretario de Estado para la Seguridad, se citan en un salón privado de un hotel de Zúrich (Suiza) con el emisario de ETA, Mikel Albizu, Antza, tras varios intentos de contacto los días anteriores que supuestamente no se concretaron por motivos de seguridad. Ya comenzada la reunión, se incorpora a ella Belén González Peñalba, Carmen, que se limita a tomar notas febrilmente y abandona la sala antes que los demás interlocutores. Con un tono bronco y muy duro, sólo Antza habla en nombre de ETA."Los representantes del presidente Aznar hicieron una distinción clara entre Estado y Gobierno e, incluso, entre el presidente y el Gobierno. Apoyándose en la ley, han expresado claramente que el Estado no puede reconocer el derecho de autodeterminación a los habitantes de una parte de su territorio", explicó luego la dirección de ETA en un documento a sus militantes. Ambas delegaciones constatan las diferencias que les separan y quedan emplazadas a una nueva reunión. Sin fecha concreta. No hubo más.

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Al día siguiente del anuncio del alto el fuego, Aznar había dado una primera contestación desde Lima (Perú) al comunicado de ETA. El jefe del Ejecutivo declaró que no sería "insensible" a las expectativas de paz creadas y que abriría contactos con los partidos democráticos para dar una respuesta consensuada.

De inmediato empiezan a filtrarse los planes gubernamentales para acercar presos etarras a cárceles vascas, al tiempo que el ministro del Interior, Jaime Mayor, comienza a dar pistas de por dónde irán las negociaciones: con ETA se hablará de sus presos, pero no de política. En esa condición cuenta el Ejecutivo con el total apoyo del principal partido de la oposición. El secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, se reúne con Aznar el 21 de septiembre y a esa reunión siguen otras del jefe del Gobierno con Julio Anguita, Jordi Pujol y Xabier Arzalluz.

Tras esa ronda de contactos, el 2 de octubre Aznar realiza su segunda declaración institucional respecto al proceso de paz. Por sorpresa y tras el Consejo de Ministros reitera que no se pagará un precio político por la paz y promete cambios en la política penitenciaria si ETA convierte la tregua en definitiva, al tiempo que se compromete a sacar adelante una ley de reparación a las víctimas del terrorismo.

Antes de las elecciones vascas del 25 de octubre, Interior traslada a cuatro presos de ETA, concede a otro el tercer grado e invita a regresar a España a los deportados etarras sin juicios pendientes. A su vez, la banda terrorista, en una entrevista en la BBC, ratifica horas antes de que se abran las urnas que la tregua es firme. Una semana después de los comicios vascos, Aznar anuncia públicamente, el 3 de noviembre de 1998, que autoriza contactos directos con ETA. En su preparación desempeñará un papel fundamental el obispo Uriarte.

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Una vez admitido el diálogo con la banda, Zarzalejos, y el secretario general del sindicato LAB Rafael Díez Usabiaga se reúnen en Madrid y acuerdan un encuentro entre representantes gubernamentales y líderes de la izquierda abertzale. Así, el 11 de ciembre de 1998, Zarzalejos conduce un coche en el que viaja con Martí Fluxá y el sociólogo Pedro Arriola, hasta una localidad próxima a Burgos. A la casa particular en la que se celebra la reunión llegan en otro automóvil los enviados del llamado Movimiento para la Liberación Nacional Vasca (MLNV): acompañan a Díaz Usabiaga Arnaldo Otegi (el elegido para poner cara a Euskal Herritarrok, la marca electoral de HB), el abogado de etarras Íñigo Iruin y el joven dirigente abertzale Pernando Barrena. El duro discurso de Zarzalejos (que recondujo Arriola) no obtuvo otra respuesta de los representantes del MLNV que su consabido argumentario sobre los orígenes del conflicto. Y dejaron muy claro que no asumían la representación de ETA. Fueron tres horas y media de conversaciones políticas. Ya no hubo más porque HB exigía que se reconociese públicamente el diálogo.

El Ejecutivo sabía que la organización no iba a delegar la negociación porque así se lo había manifestado la propia banda. Dos días antes de la reunión de Burgos el Gobierno había recibido de "un mensajero fiable" una misiva de ETA en la que aceptaba contactos directos: "Es interés de ETA establecer un canal de comunicación permanente e independiente de las coyunturas entre el Gobierno y nuestra organización". La respuesta gubernamental, de viva voz y al mismo mensajero, el obispo de Zamora, fue: "Que digan lugar y fecha".

El 18 de diciembre el Gobierno anuncia el traslado de 21 etarras desde prisiones de las islas, Ceuta y Melilla a la Península. Cuatro días después ETA ratifica la tregua en un comunicado y se muestra dispuesta, ya públicamente, a tener contactos con el Ejecutivo. "Se abre la esperanza a la paz definitiva", dice Aznar.

Pero ese tibio optimismo no dura demasiado y el 12 de enero el presidente se queja de que ETA no ha designado aún interlocutores. El 25 de febrero la banda prorroga el alto el fuego al constatar "el clima de esperanza que ha surgido" y "el avance que se producirá" en el proceso de "construcción nacional". Hasta marzo el Ejecutivo no remite su contestación escrita a la organización terrorista, como ésta exigía a traves de Uriarte durante esos tres meses.

Por fin, el 7 de junio, a sólo cinco días de los comicios municipales y europeos en el País Vasco, Aznar reconoce que ya se ha producido una reunión con ETA, que la banda reconoce al día siguiente en un comunicado. Todos apelan a la discrección y pocos hacen gala de ella. El reconocimiento de la reunión por parte de Aznar en vísperas de los comicios fue duramente criticada por la oposición y a las acusaciones de electoralismo e indiscreción se agarró la banda para justificar la ruptura de los contactos en agosto.

Otra vez lo avanza Aznar y ETA lo certifica en un comunicado. El jefe del Gobierno no quiso que una noticia de tanta importancia se conociese a través de la banda y el 25 de agosto, ante militantes del PP en Quintanilla de Onésimo, deja constancia del "estancaminento del proceso de paz" del que culpó a ETA y a HB. Ante las críticas de inmovilismo del PNV, el Ejecutivo se apresura a declararse dispuesto a nuevos contactos y a trasladar (a principios de septiembre) a un centenar de presos etarras. Aznar avisa de que no habrá más gestos en tanto que ETA no dé algún paso hacia la paz.

No lo dio. El 24 de octubre, la banda manifiesta que ha enviado una carta al Ejecutivo para solicitar otra reunión. En su comunicado endurece el lenguaje y las condiciones para reanudar las conversaciones. Además nombra tres nuevos interlocutores: José Javier Arizkuren, Kantauri, José Antonio Urritikoetxea, Josu Ternera, y Antton López Ruiz, Kubati, todos encarcelados.

Justo al día siguiente es detenida en Francia González Peñalba. El PNV asegura que se ha roto el supuesto compromiso de inmunidad dado a los etarras en Suiza ante Uriarte. A esa última carta de ETA respondió el Gobierno con otra (no contestada) en la que mostraba dispuesto a un encuentro en las mismas condiciones que el de Suiza.

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